crimen

Agustina Florencia Gómez, una joven de 25 años, fue absuelta el 12 de marzo de 2025 por el juez Alejandro Javier Tomas del asesinato de Orlando Ponce, un hombre de 55 años.

El caso ocurrió en la madrugada del 10 de marzo de 2023 en el departamento de Ponce, ubicado en la calle 25 de Mayo al 1400. Ambos se habían conocido meses antes a través de la aplicación Tinder y esa noche salieron juntos a un bar. Después, fueron al departamento de Ponce, donde estuvieron bebiendo cervezas y escuchando música. En un momento de la noche, Gómez lo atacó con un cuchillo y le dio varias puñaladas que le causaron la muerte.

No quiso matarlo

Gómez aseguró que no quería matarlo, sino que se defendió porque Ponce intentó abusar sexualmente de ella. Según su relato, al salir del baño notó que la música estaba más fuerte y se encontró con Ponce en ropa interior, bloqueando la puerta e intentando forzarla. En medio de un forcejeo, ella tomó un cuchillo y lo hirió mortalmente. Horas antes de ser absuelta, expresó su arrepentimiento: “Pido perdón a la familia por lo que pasó. Siempre quise contar la verdad, aunque me dijeran que no declarara. Si pudiera, cambiaría lo que hice para no estar viviendo esta pesadilla”.

Sus abogados, Ileana Antoniella Bataglia, Gabriela Catalán y José María Molina, defendieron que actuó en legítima defensa o, como alternativa, que se excedió al defenderse. Pidieron que la absolvieran. Sin embargo, la Fiscalía de Homicidios, liderada por Pedro Gallo, no creyó su versión y la acusó de homicidio simple, solicitando 14 años de prisión. Por otro lado, los abogados de la familia de Ponce, José Ignacio Ferrari y Stefano Jogna Prat, pidieron una pena más dura: 20 años.

No se pudo probar el crimen

El juicio empezó a fines de febrero de 2025 y, tras varios días de debate, el juez resolvió absolver a Gómez por el beneficio de la duda. Explicó que los defensores no pudieron probar completamente que fue legítima defensa, pero tampoco la Fiscalía demostró que se trató de un homicidio intencional. Había pruebas que apoyaban la versión de Gómez, como las lesiones en su cuerpo, el hecho de que Ponce estaba semidesnudo (solo con un bóxer) cuando lo encontraron, y las llamadas que ella hizo al 911 y a sus conocidos justo después del hecho, pidiendo ayuda. Además, su relato coincidía con lo que contó a su familia y a los médicos que la atendieron.

Sin embargo, el juez también dijo que las pruebas técnicas, como los rastros de sangre, no eran claras y fueron cuestionadas por los peritos, lo que generó más dudas. Añadió que, en casos de posible agresión sexual, no se puede exigir a la víctima un relato perfecto desde el principio, respondiendo a quienes criticaban que Gómez no mencionara el ataque sexual en sus primeras declaraciones.

 

La duda jugó a su favor

 

Al final, el juez destacó que ninguna de las partes —ni la defensa ni la acusación— logró presentar pruebas suficientes para confirmar su teoría. Como en la ley se favorece al acusado cuando hay dudas, decidió absolverla. Aunque reconoció el esfuerzo de la Fiscalía y los abogados de la familia, afirmó que los elementos debatidos no alcanzaron para condenarla por homicidio ni para validar del todo la legítima defensa.

En resumen, Agustina quedó libre porque no se pudo probar que cometió un crimen a propósito, pero tampoco se confirmó con certeza que solo se defendió. El caso dejó preguntas sin respuesta, pero la duda jugó a su favor.

 

 

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