Desde Alavés, el director técnico ve que la salida de la crisis en nuestro país está en saber acompañar el nivel competitivo de los jugadores nativos; defendió su gestión en Independiente.
Mauricio Pellegrino (45 años) es un optimista a prueba de todo. Un creyente en que la crisis del fútbol argentino tiene salida si el entorno acompaña al carácter competitivo que distingue a sus jugadores. Esa confianza y positivismo lo llevaron a asumir en Alavés , un club que ascendía tras diez años en el ascenso (cuatro en tercera categoría), al que los juveniles refuerzos llegaron a última hora y con un calendario que en las primeras diez fechas le deparaba al Atlético de Madrid, Barcelona, Valencia y Sevilla y Real Madrid. El 12° puesto en las posiciones demuestra, por ahora, que el director técnico argentino afrontó bien tantos riesgos.
-Como futbolista te retiraste en Alavés, que con vos había jugado la última temporada en Primera en 2006. Al margen de lo futbolístico, ¿hubo alguna razón sentimental para volver ahora?
-La pasé muy bien en esta ciudad, a pesar de que a nivel deportivo y social, en todos los órdenes, aquel no fue un buen año, fue bastante caótico. Justo coincidió con mi última temporada como jugador. Pero en lo familiar, en lo relativo al respeto que recibimos como profesionales, me sentí encantado en este lugar. Siempre lo recordé con muchísimo cariño. Cuando me llamaron ahora, aquello pesó muchísimo, si bien la parada futbolística iba a ser dura.
-¿No es un poco abrumador agarrar un equipo recién ascendido que trae 17 refuerzos? ¿Cómo lo acomodás?
-Tomo los desafíos como oportunidades. En la dificultad está la oportunidad. Cuando hablé con el dueño del club quería ver si sus objetivos iban de la mano con los míos. Lo estoy haciendo con muchísima ilusión. Este es un lugar muy bueno para crecer como jugador y entrenador. La gente es espectacular, se consiguió el récord en cantidad de abonados. El ambiente del estadio Mendizorroza cambió muchísimo con respecto a mi época de jugador; es increíble cómo aprieta la hinchada.
-¿El triunfo en el Camp Nou es el más importante en tu carrera de técnico?
-Fue un triunfo muy lindo por lo inesperado, pero bueno, siempre espero que los mejores triunfos estén por venir. Lo bonito del fútbol es que cuando perdés, volvés a jugar rápido, pero lo jodido es que cuando ganás también volvés a jugar rápido.
-Tenés al ex Huracán Cristian Espinoza, al que estás llevando de a poco.
-En el puesto de Cristian hay mucha competencia. Llegó sobre la hora, las primeras semanas se le hicieron bastante difíciles, de a poco se está insertando en el equipo. Es un chico muy maduro para su edad, con una gran humildad para seguir creciendo y aprendiendo. Si no pierde su desfachatez y se adapta a este fútbol, que es distinto del argentino, de una gran exigencia, Cristian nos puede ayudar y volver al Villarreal más curtido.
-¿Con evitar el descenso el objetivo está cumplido?
-Sí, obviamente que ése es el objetivo del club en cuanto a resultados. El mío también es el de ir mirando cada semana los aspectos cualitativos del equipo e ir puliéndolo. La Liga es muy larga, vamos a sufrir para adaptarnos. En estas once fechas, salvo contra Real Sociedad y algún pasaje ante el Atlético de Madrid, competimos muy bien, dimos la cara. A pesar de la juventud y de tener que ensamblar todo muy rápido, vamos bien.
-Como entrenador te formaste al lado de Rafa Benítez, que tiene un perfil de juego conservador. ¿Reconocés esa influencia?
-Obviamente. Haber trabajado con Rafa fue una gran experiencia, de mucho aprendizaje, no sólo futbolístico o intelectual, sino también de dignidad con la profesión. Rafa es un pedagogo del fútbol, una de las personas con las que más aprendí los fundamentos del juego. Él trabajó mucho en el fútbol base. Soy muy agradecido a él. Después están los tabúes sobre su supuesta propuesta defensiva. Hizo récord de goles de puntos y goles en Liverpool y Valencia. Es más el estigma que le cargaron que la realidad. Sus equipos siempre fueron muy organizados y equilibrados en defensa y ataque.
-¿Algún otro técnico te marcó tanto como Benítez?
-Siempre recuerdo frases y consejos, hasta de entrenadores que tuve en mi pueblo, Leones (Córdoba). Siempre miré a los entrenadores con muchísima admiración, quería ser como ellos. Yo tengo cosas de Cúper, de Rogel, de Bianchi, de Bentrón, de Raúl Perín, de Van Gaal. Soy un producto de todos ellos. Les copié cosas a todos. Lo bonito de todo esto es que cada uno tiene en su cabeza una manera única de jugar. Para mí también tiene mucho que ver las características de los jugadores y lo que le gusta al entrenador. Un punto medio al que es tan difícil llegar.
-Por diferentes motivos y circunstancias, Simeone, Berizzo, Sampaoli y vos tienen reconocimiento en España. ¿Hay algún gen especial que comparten los entrenadores argentinos que salen al exterior?
-No lo sé. El técnico argentino es muy reconocido, basta con ver la cantidad que dirige en seleccionados de Sudamérica. Yo, que recién comienzo, me considero un beneficiario de lo bien que nos hicieron quedar muchos colegas. Para mí es un privilegio dirigir en una de las mejores ligas del mundo, trato de aprovecharlo. En el alto rendimiento, todo es efímero, dura muy poco.
-¿Terminaste mal con Verón? En su momento no te gustó tu salida de Estudiantes.
-Cuando los finales no son planeados, difícilmente sean satisfactorios. Es algo que pasó hace tres años. Estoy satisfecho del trabajo hecho, mejoré el equipo que me dieron. Soy un agradecido a la gente que me dio la posibilidad de trabajar, como Verón, Alayes, Lombardi (ex presidente). Estudiantes e Independiente nunca van a ser clubes indiferentes en mi carrera.
-En Independiente quedó la sensación de que nunca venciste la resistencia inicial del hincha, aquella bandera que decía “Pellegrino no”.
-(Piensa) No sé, Independiente tiene muchísimos hinchas y a veces le damos la importancia a la opinión de unos pocos. Vos me ponés esa bandera como la imagen del hincha, siempre pesan más los mensajes negativos que las cosas buenas. Yo creo que en Independiente hicimos un buen trabajo. Agarré un equipo bien trabajado por Almirón y mejoré la competitividad. Fichamos jugadores competentes que siguen rindiendo. Pusimos la vara alta, con la ilusión de pelear arriba. No se cumplió el objetivo de ser campeón. No pude romper ese estigma. Igual creo que dimos un pasito en la buena línea de trabajo que quería el club. El problema de Independiente no era Pellegrino, como mucha gente quería hacerlo ver.
-Conseguiste buenos resultados en el primer semestre, potenciaste a (Martín) Benítez. ¿Creés que el quiebre para la aceptación hubiera sido ganarle a Racing la liguilla para la Copa Libertadores?
-Yo me sentí aceptado por mucha gente. No me sentí resistido. La hinchada siempre alentó y me sentí respaldado por la dirigencia. Agarramos un equipo 16° y terminamos quintos, con récord de puntos y más cantidad de goles a favor y menos en contra en el semestre. En el segundo semestre tuvimos un comienzo complejo con las lesiones de Vera y Benítez, la llegada sobre la hora de Denis, la salida de Lucero. El equipo fue de más a menos.
-Te preocupaste para que los jugadores desayunaran y almorzaran tras el entrenamiento. ¿Encontrabas muchos desarreglos en la vida de los jugadores?
-No, no. El jugador tiene cada vez una mejor mirada sobre el cuidado personal y la alimentación. Lo que pasa es que muchos chicos venían de lejos. También es una manera de hacer grupo, de que estuvieran más tiempo en el club, que uno pueda ayudarlos, conocerlos. Ya lo habíamos hecho en Estudiantes y lo mantenemos en Alavés. Independiente tiene un plantel de mucha jerarquía.
-El caos del fútbol argentino lo viviste de adentro. ¿A la distancia cómo lo ves?
-La comparación con el fútbol español es muy odiosa. Hay un abismo con los presupuestos que se manejan acá. Nuestros dirigentes hacen malabares. Yo creo que tenemos muchísimas cosas muy buenas que hay que seguir puliendo. A nivel futbolístico tenemos un tesoro que no tiene el resto del mundo. Creo mucho en nuestro fútbol, nos da muchas alegrías sin invertir tanto. A veces le cargamos al fútbol todos nuestros males.
-Cuando decís que tenemos “un tesoro”, ¿a qué te referís concretamente?
-Nuestro gran tesoro es el sentimiento y cultura de nuestros futbolistas para trabajar y competir. Eso lo tienen muy pocos lugares del mundo. A nosotros nos importa mucho mejorar, ganar, odiamos perder. Tenemos un nivel competitivo muy alto y sería mayor si mejoramos el entorno. Nuestro fútbol siempre se sostuvo por sus grandes jugadores. Si los de afuera ayudan, los de adentro evolucionan. Esa es mi mirada.
-¿Te preocupa el seleccionado argentino?
-(Piensa) No, no. En los últimos años compitió muy bien, llegó a finales, estuvo a un detalle de ser campeón del mundo. Las selecciones necesitan un tiempo de trabajo que no tienen para ir mejorando con el correr de los partidos. Hubo un cambio de entrenador, hay que esperar, se debe tener paciencia. El Patón (Bauza) necesita tiempo para ir implantando sus ideas. Jugadores tenemos, estamos entre los mejores del mundo.
-Vos formaste parte del mejor ciclo de Vélez con Carlos Bianchi. ¿Qué te genera verlo como está ahora, incluso con Raúl Gámez, que ya estaba en tu época?
-Me considero hincha de Vélez y tengo amigos en Vélez. Hay que poner el hombro para que vuelva a ser un club modelo, en el sentido de que todos tiren para el mismo lado, que la hinchada sepa entender los momentos difíciles. Los clubes deben crear un sentimiento de unidad cuando pasan por momentos difíciles. Vélez ganó muchos títulos de manera seguida, algo que no era habitual en sus 100 años historia. Vivió unas décadas muy por encima de toda su historia.
Fuente: Canchallena.com