El Santo Padre visitó Colombia con la convicción de transmitir la palabra de Dios y de estar cerca de su Iglesia. Emocionó a Colombia con sus palabras de paz y reconciliación, congregó a millones en las misas masivas y dejó una huella en los colombianos. Tras cinco días de visita, el papa Francisco se despidió de Colombia con una eucaristía al aire libre en Cartagena.
Las visitas del Pontífice a las ciudades de Bogotá y Villavicencio han estado marcadas por mensajes de paz, reconciliación y esperanza.
El papa Francisco citó a Gabriel García Márquez y habló de “perdón, corrección, comunidad y oración” en la última misa que dio en su visita de cinco días a Colombia en el área portuaria de Contecar, en la ciudad de Cartagena, en el norte del país.
Como estaba previsto, sus palabras estuvieron centradas en la “dignidad de la persona y los derechos humanos”, pero también en la importancia del perdón y el diálogo en los procesos de paz, en los que debe primar “la razón sobre la venganza”.
“¿Cuánto hemos accionado en favor del encuentro, de la paz? ¿Cuánto hemos omitido, permitiendo que la barbarie se hiciera carne en la vida de nuestro pueblo? Jesús nos manda a confrontarnos con esos modos de conducta, esos estilos de vida que dañan el cuerpo social, que destruyen la comunidad. ¡Cuántas veces se «normalizan» procesos de violencia, exclusión social, sin que nuestra voz se alce ni nuestras manos acusen proféticamente!” fueran algunas de las palabras del Sumo Pontífice.
Francisco, durante el rezo del Ángelus en el atrio de San Pedro Claver en Cartagena, aseguró que el mundo debería ver más a través de aquellas personas “simples” que “no cuentan” y que todos los días hacen cosas magníficas para el bien de la humanidad.
“Son los pobres, los humildes, los que contemplan la presencia de Dios, a quienes se revela el misterio del amor de Dios con mayor nitidez”, aseguró el pontífice, en un acto llevado a cabo luego de bendecir la primera piedra de las casas para los sin techo y la de la obra Talitha Qum en la Plaza San Francisco de Asís, además de visitar la casa de Lorenza María Pérez, una cartagenera de 77 años quien, en su comedor comunitario, le da el sustento alimentario a cientos de niños de la ciudad.
Poner la otra mejilla
Francisco se golpeó el rostro a la llegada del barrio de San Francisco con el parabrisas del papamóvil al acercarse a un costado para saludar a un niño, y fue sorprendido por un freno del vehículo. Pero el Santo Padre decidió continuar con alegría con su agenda tal cual había sido planeada.
Lorenza Pérez sabía que iba a cumplir uno de sus grandes sueños. Todo estaba listo para abrir las puertas de su casa al papa Francisco en Cartagena. Pero no esperaba tener que convertirse en enfermera, para atender al líder católico por el golpe que sufrió a bordo del papamóvil que le ocasionó un corte en la ceja.
La señora del barrio de San Francisco, elegida por su enorme labor social en esta zona de pocos privilegios, recibió con emoción al Papa cuando entró a su casa. Ataviada con una simple camiseta blanca, Lorenza abrazó al pontífice y conversó algunos minutos con él.
Pero su sorpresa fue cuando vio que Francisco tenía un corte en la ceja y un fuerte golpe en el pómulo, que le dejó un visible hematoma.
Rápidamente, Lorenza, de 77 años, buscó hielo para tratar de bajar la hinchazón y buscó una tirita para el corte en la ceja.