Tras el paro salvaje de la semana pasada, el Presidente solo aceptará revisar su idea de poner en marcha el proceso preventivo de crisis si los sindicatos aceptan eliminar todos los beneficios que reciben y están fuera de mercado. El implacable método que ya usó con los piqueteros y las universidades.
La protesta salvaje de los sindicalistas aeronáuticos de la semana pasada fue un punto de inflexión para Javier Milei. Los testimonios de los pasajeros que estuvieron horas encerrados en aviones por un paro llevaron al Presidente a poner en marcha el implacable método que activa ante algunos conflictos que asume de manera personal.
Lo aplicó con los piqueteros, en el principio de su gobierno, y lo volvió a usar, semanas atrás, ante el reclamo universitario. Lejos de sentirse incómodo, el primer mandatario no rehúye los conflictos, sino que hasta los enfrenta sin pruritos. Son peleas que se generan en torno al mismo problema: repartir las pérdidas en tiempos de “no hay plata” y déficit cero.
Ya no hay apoyo de la gente
Hace muchos años -por junio de 2001- la sociedad tenía con Aerolíneas Argentinas un vínculo de pertenencia y afecto. Eran tiempos en que los carteles “Todos Somos Aerolíneas” aparecían pegados en las casas y las lunetas de los autos. Épocas de una privatización fallida que derivó en la posibilidad de una quiebra y la decisión del Estado de salir al rescate después de una campaña de los sindicatos aeronáuticos, que llegaron a cruzar un Jumbo en una pista en Ezeiza como modo de protesta. Un insólito piquete aeronáutico que fue noticia en varios diarios del mundo.
De aquellos polvos no quedan lodos
Rendición incondicional
En la reunión del viernes, los sindicatos fueron a reclamar aumentos de salarios, comunicaron que estaban dispuestos a discutir algunos aspectos del convenio colectivo y plantearon una tregua unilateral, como forma de distender un conflicto que se había ido corrido de foco. En el gobierno fue tomado como insuficiente y esperan que en la reunión de esta tarde los sindicalistas acepten poner en discusión todos los beneficios que reciben por encima de las condiciones que rigen en el mercado argentino.
Son como reyes
Están en la mira los remises para las tripulaciones, los pasajes indiscriminados que reciben empleados y sus familias de por vida, el régimen de horas de vuelo, premios y hasta regalos de bodas. “El déficit de más de 600 millones de dólares por año que tiene Aerolíneas Argentinas para financiar esos privilegios no puede seguir aceptándose”, admitieron fuentes interiorizadas en el conflicto aeronáutico.
Para el Gobierno, la eliminación de esos beneficios -que los sindicatos los defienden como derechos adquiridos- es un requisito indispensable para que la empresa deje de tener los déficits monumentales que tiene cada año, pero también para que pueda ser sustentable y tenga atractivo para que otras empresas aéreas estén dispuestas a analizar una compra.
“Aerolíneas Argentinas o se privatiza o se cierra o se cede a los empleados. No hay otra alternativa, porque sin capitales privados, Aerolíneas no puede seguir, ni puede continuar siendo solventada por el Estado de un país donde la mitad de su gente es pobre. No hay razón para que eso ocurra”, fue la frase que pronunció el vocero del presidente, Manuel Adorni, en el reportaje que publicó el domingo Infobae.
El método Milei
En el conflicto por Aerolíneas Argentina, el presidente Milei volvió a aplicar el mismo método que usó ante los piqueteros, que le plantearon un enfrentamiento abierto en el principio mismo de su gobierno; y hace pocas semanas, lo hizo de nuevo ante los universitarios, que salieron a las calles a exigir más presupuesto para sueldos y gastos de funcionamiento.
A diferencia de lo que hicieron gobiernos anteriores, como los kirchneristas o el de Mauricio Macri -que optaron por una convivencia más o menos traumática- Milei enfrentó a los piqueteros en toda la línea. Les cortó el financiamiento, aplicó una política de mano dura con los cortes de tránsito y les sacó de manera sumaria la distribución de comida, plata y planes. Con las ministras Sandra Pettovello (Capital Humano) y Patricia Bullrich (Seguridad). Desde abril ya no hay marchas y la Avenida 9 de Julio dejó de ser cada semana un campamento a cielo abierto.
Con las universidades
Con las universidades, el presidente enfrentó un adversario de enorme reconocimiento y valoración social, que convocó la marcha más multitudinaria de su gestión y consiguió que el Congreso votara una ley que les daba más recursos y le imponía a la Casa Rosada un gasto que podía comprometer, al menos desde lo simbólico, el déficit cero, un mástil al que Milei decidió atar su gobierno. Esa ley la vetó, consiguió defender esa decisión en Diputados y dejó a la dirigencia universitaria discutiendo una serie de reformas que comenzarán desde esta semana y seguirán en las próximas con dos decretos de enorme impacto.
En el conflicto de Aerolíneas Argentinas rige una frágil tregua, aunque el “método Milei” ya se puso en marcha.