Por Manuel Rivas | Director de Diario Cuarto Poder. El debate presidencial se le hizo cuesta arriba a todos los participantes, pero más que nada a Mauricio Macri, que no puede acortar la gran distancia que le llevan.
El que pega primero, pega dos veces
Con esa consigna parece haber encarado el primer debate presidencial el candidato del Frente de Todos, Alberto Fernández.
Sucede que en el minuto uno de su participación, el ganador de las pasadas Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), le colgó el cartel de “mentiroso” al actual presidente, Mauricio Macri, al evocar aquel debate en el que le ganó a Daniel Scioli.
Y para remachar más esa acusación, lo sentó en la primera fila de quienes seguían las alternativas del debate, en vivo y en directo.
Después de esa delicada y milimétrica movida de ajedrez, todo lo que dijera Macri, quedaría en duda y con la sospecha de nuevas promesas de imposible cumplimiento, no sólo por la dificultad de aplicarlas sino también por la firme voluntad de engañar de nuevo al electorado argentino.
Encuesta y el debate de 2015
De este modo, una de las encuestas que se dio a conocer en los días posteriores al primer round de debate señala la escasa credibilidad que genera el actual Presidente.
Ello, sin embargo, era previsible, teniendo en cuenta que una de las críticas más ensayadas por los opositores de Macri es que no se cumplieron ninguna de las promesas del debate que protagonizó, cara a cara, con Scioli.
Todo estuvo rigurosamente planeado en aquel 2015, quizás bajo la tutela más cercana que en el presente, del asesor internacional, el ecuatoriano Jaime Durán Barba.
Las propuestas de eliminación del impuesto a las ganancias para los trabajadores, control del dólar y la inflación, reactivación económica, lluvia de inversiones y pobreza cero, fueron muy seductoras para un electorado que hasta comparó el romántico beso que Macri le dio a su mujer, Juliana Awada, contra el tibio contacto que Scioli tuvo con Karina Rabollini, con quien en los hechos ya estaba separado.
Menos margen de maniobra
En el presente, Macri tiene menos margen de maniobrabilidad que en 2015. El pueblo argentino sufre los efectos de una política errática que ha sumido a una importante franja de la población en la pobreza y la indigencia.
Basta recordar que uno de cada dos niños en nuestro país, sufren los efectos de la pobreza y el hambre. Contra esa contundencia no pueden las promesas del presidente, que no podrá descontar la ventaja que le sacaron en las PASO.
Pero la misión imposible de Macri y de cualquiera de los candidatos que participan del debate, es la de vencer al presidente casi electo. Porque Alberto Fernández es eso, aunque se multipliquen las marchas del llamado “Sí se puede”, organizadas por el oficialismo nacional en distintos puntos del país.
Las PASO, una encuesta contundente
Las PASO son la encuesta más contundente del estado de ánimo de los argentinos. Ese malestar que recibió, como un baldazo de agua fría, Mauricio Macri, no se puede revertir con marchas en donde, a pesar de pregonar su espontaneidad, se sabe que sus participantes son fanáticos del macrismo y que representan el mismo caudal de votos de las últimas primarias abiertas.
Los otros candidatos presidenciales saben que no alcanzan a meterse en la discusión, pero quieren hacer el papel de construcción de espacios con vistas al futuro. Si cada candidato logra captar más votos, seguramente habrá más representantes que les respondan en el Congreso de la Nación.
La segunda parte no modifica nada
Quienes están en el ring, frente a frente, son Fernández y Macri, pero el primero tiene más contundencia en la pegada y más poder de asimilación.
Un gancho al hígado o un golpe puesto con certeza en la mandíbula podrían hacer que esta pelea termine antes de tiempo.
La segunda parte del debate parece que no modificará mucho. Pelear contra el virtual campeón puede resultar cuesta arriba. Y más cuando el contrincante es el casi presidente electo.
La debacle del macrismo parece no tener solución y menos cuando los índices de inflación y de pobreza no acompañan a las promesas.
La moneda ya cayó del lado de Fernández. Basta con observar que el resto de los candidatos lo saludó, casi en conjunto, al final del debate presidencial.