El próximo Mundial se disputará por primera vez en el mundo árabe, en donde no responder al mandato de la heteronormatividad resulta un delito o la condena de vivir adentro de un placard que esconde los deseos genuinos. Qatar será la sede. Qatar, el país más chico y menos poblado en organizar una Copa del Mundo.
Uno de los representantes del Comité Organizador de Qatar 2022, Nasser Al-Khater, dio a conocer qué libertades de expresión en público y qué límites tendrán los miembros de la comunidad LGBTIQ+ que asistan el año que viene a este territorio del Golfo Pérsico. Manifestó que los homosexuales van a ser “bienvenidos” a la gran cita del fútbol y del deporte. Pero también aclaró que tendrán prohibido mostrarse afecto delante de otra gente. Besos y abrazos a escondidas. Dijo que tal restricción era y es por “respeto a nuestra cultura”.
Afecto en público no
Expresó Al Khater: “Las demostraciones públicas de afecto (entre homosexuales) están mal vistas y esto se aplica a todos. Qatar y los países vecinos son mucho más conservadores y pedimos a los aficionados que respeten. Estamos seguros de que lo harán. Así como nosotros respetamos las diferentes culturas, esperamos que la nuestra también lo sea. Los miembros de la comunidad LGBTIQ+ vendrán a Qatar como aficionados y asistentes a un torneo de fútbol y podrán hacer lo que haría cualquier otro ser humano”. Todo lo que quieran, sí; menos demostraciones amorosas.
¿Qué les sucederá -cabe preguntarse- a los que se abracen en un gol en cualquier estadio o en el fan fest o frente a alguna megapantalla de las tantas que habrá por los rincones de Doha, la capital?
El estadio Al Thumama, al sur de Doha, será sede de partidos de octavos y cuartos de final.
En Qatar, la homosexualidad es castigada hasta con más de cinco años de cárcel. Y en caso de que los homosexuales sean musulmanes, éstos pueden llegar a ser ejecutados. Allí se rigen bajo lo que dice la Sharia; la ley islámica que detalla el código de conducta de la sociedad, los criterios morales y lo que es aceptado o no. ¿Sumará Qatar más muertos que los que ya tiene sobre sus espaldas? Esos fallecidos en silencio -llegados desde Nepal, Afganistán, Pakistán, India, Bangladesh- mientras construían los fastuosos escenarios que esta Copa del Mundo le mostrará al planeta como joyas de un primer mundo.
Muchos hispanoamericanos
Casi todos los qataríes son musulmanes. Además de los árabes nativos, hay muchos extranjeros que trabajan en la industria petrolera del país. El árabe es el idioma oficial, pero el inglés es hablado también por casi la totalidad de la población. Detalle curioso: se estima que hay más de 10.000 hispanohablantes. De los 2.641.669 de los habitantes (según el censo de 2017) de este país que cuenta con el mayor ingreso per cápita de Asia y el sexto del mundo, apenas poco más del 20% nació bajo su cielo.
El resto de los habitantes son extranjeros dispuestos para los negocios o contratados para prestar servicios y/o realizar las actividades que los qataríes eligen no hacer. Y no la pasan bien los trabajadores inmigrantes: según la organización Play Fair Qatar en la construcción de los estadios y otras infraestructuras se calcula que morirán hasta 7.000 trabajadores. Las autoridades locales lo desmienten.
Meses después, en los Estados Unidos -deseoso de organizar su segunda Copa del Mundo, tras la de 1994- comenzó una investigación sobre “soborno, fraude y corrupción” en la FIFA y, sobre todo, en las elecciones para las Copas del Mundo de 2018 y 2022. Cayeron casi todos…
Qatar es tan joven que parece mentira que ya organice un Mundial de mayores (en 1995 organizó el Sub 20, ganado por la Argentina). Tras la decisión británica de abandonar el Golfo Pérsico en 1971, ingresó en la Federación de Emiratos Árabes del Golfo Pérsico (nacida en 1968). Obtenida su independencia (en 1971), Qatar se retiró de la Federación, firmó un tratado de amistad con los británicos e ingresó en la Liga Árabe y en la ONU.
Desde entonces, al amparo de los millones que genera el petróleo que brota de sus suelos, el país no paró de crecer: en su economía, en su infraestructura, en su población (en 1986, por ejemplo, vivían poco más de 350.000 personas), en su capacidad para mostrarse al mundo desde su breve península. Se trata de un territorio breve: 11,571 kilómetros cuadrados (la mitad de la provincia de Tucumán, la más pequeña de la Argentina). Por eso, muchos analistas señalan que sobre todo el tránsito y algunos lugares de esparcimiento colapsarán. En este Mundial de las polémicas todo parece posible. Lo mejor. O lo peor.
fuente: clarin