Cacho Castaña murió hoy a los 77 años, luego de permanecer internado en terapia intensiva en los últimos días en el Sanatorio de Los Arcos. La salud del músico estaba muy deteriorada a raíz de varios problemas de salud que sufrió y el último se debió por el ingreso de una bacteria a sus pulmones.
Cantante popular, autor y compositor de temas que quedaron instalados en los cancioneros de la música argentina (especialmente en los tangueros), hincha de San Lorenzo, seductor, chamuyador, galán de facha singular (no tenía las características típicas de los galanes). Además de todo la anterior Cacho Castaña fue un porteño paradigmático o “El” paradigma del porteño, con todo lo bueno y con todo lo malo que entra en la teoría, en la práctica y en la idiosincrasia local.
Incluso con la excepción a la regla. Aquella que ese tipo de barrio confesaba, hace algunos años, ante la sorpresa del cronista, en una charla de café en Los 36 Billares: se mudaba de su casa de Flores (su lugar de toda la vida) a otra en una “zona paqueta”. “Sí, a la mierda con el paradigma y con Flores”, se reía. “Allá [donde estaría su nuevo hogar] los perros son distintos. Y las mucamas también”, bromeaba el cantante.
En los últimos tiempos solía largar, cada vez que se encendía una cámara de tevé o un micrófono, una serie de muletillas que repetía con frecuencia porque lo divertían. Eran comentarios que hablaban de lo que él era y también del personaje que había inventado detrás de su sonrisa pícara. “Uno nació para sufrir. Con el fútbol, con las minas”, decía. “Sí, soy un pobre engañado. Las minas me engañaron toda la vida”. Otra era: “Tengo los sinsabores típicos de los cornudos, de los poetas que escribimos cuando nos engañan. Y yo soy un gran poeta”.
Dichos graciosos
Más allá de lo gracioso de sus dichos tenía en su música y en sus actitudes cierta nostalgia tanguera y códigos de barrio. Se mudó, pero la casa de Flores no la vendió. Recordaba a sus padres y a sus dos hermanos mayores con cuatro estrellas tatuadas en su mano derecha. Uno de sus temas más famosos termina con este verso: “Por eso vuelvo hasta la esquina del boliche a buscar la barra eterna de Gaona y Boyacá. ¡Ya son pocos los que quedan! Vamos, muchachos, esta noche a recordar una por una las hazañas de otros tiempos y el recuerdo del boliche que llamamos La Humedad.”
fuente: lnacion