El pintor colombiano se encontraba recuperándose de una neumonía que lo mantuvo en el hospital durante varios días.
Hay luto en el arte del mundo: murió el maestro Fernando Botero, el pintor colombiano más importante de la historia y uno de los más reconocido en el planeta. En la mañana de este viernes 15 de septiembre se confirmó que el reconocido pintor y escultor Fernando Botero falleció en la tranquilidad de su hogar en el principado de Mónaco.
La noticia del fallecimiento del artista más grande de Colombia fue confirmada inicialmente por el periodista de la W Radio, Julio Sánchez Cristo, quien recordó que ya en los últimos días el maestro -de 91 años- había presentado un quebranto de salud por el que permaneció algunos días internado en un hospital.
De acuerdo con Sánchez Cristo, Botero se vio afectado por una neumonía por la que tuvo que ser atendido en los últimos días. Pese a las complicaciones de salud, el director de la W Radio conoció que el pintor antioqueño prefirió seguir su recuperación “en la tranquilidad de su casa”, en donde continuó pintando hasta la semana pasada.
“Buenos pensamientos a uno de los colombianos más ilustres que nos han representado en el mundo entero”, fue el mensaje que le envió Sánchez Cristo al maestro Botero horas antes de que se confirmara su muerte.
Lina Botero Zea, la hija que el maestro tuvo fruto de su relación con Gloria Zea -su primera esposa-, aseguró ante los micrófonos de La W que su padre falleció en la tranquilidad de su hogar. De acuerdo con el relato de la también curadora, ella acompañó a su padre hasta el momento de su muerte.
El deceso del maestro Botero se dio a tan solo cuatro meses de que su esposa, la artista Sophia Vari, falleciera el pasado 5 de mayo por complicaciones asociadas al cáncer. Frente al deceso de la también pintora, escultora, joyera y collagista griega, la hija del artista colombiano aseguró que la partida de su amada Sofía fue uno de los desencadenantes del deterioro de su estado de salud.
“La partida de Sophia deterioró mucho su salud. Mi papá ya llevaba muchos años con un párkinson terrible, pero hasta el último día de su vida continuó pintando”, afirmó Botero Zea a la W Radio.
“Efectivamente se fue Sophia y fue una gran pérdida para él. (…) En el caso de mi papá el arte fue su salvación, yo veía que pasaban las horas y él no se daba cuenta. Él era muy feliz en su estudio”, agregó la hija del maestro Botero, asegurando que hasta el último minuto de su vida, el pintor colombiano fue “increíblemente prolífico hasta su último momento”.
Aunque es muy temprano para que la familia Botera defina cómo lo homenajearán en Colombia, la hija del maestro Botero confirmó a la cadena radial bogotana que los restos de su padre descansarán junto a los de su esposa Sophia, que reposan en Pietrasanta, una localidad ubicada en la costa norte de Toscana, en Italia.
“Su ejemplo fue el regalo más grande de lo que él podía ser, de su amor por el país. Buscaba continuamente dejarle algo a su país. Es un ejemplo muy grande, doy gracias a la vida por el papá que me tocó”, concluyó Lina Botero en su entrevista con la W Radio, a la vez que confirmó que sus hermanos, Fernando Botero Zea y Juan Carlos Botero ya se encuentran viajando a Mónaco para despedir a su padre.
El legado de Botero
Nacido el 19 de abril de 1932 en Medellín (Antioquia), Fernando Botero se convirtió en el artista colombiano que le dio protagonismo al arte nacional en los escenarios y ciudades más importantes del mundo. Sus obras, que son inmortales, llegaron a Estados Unidos, Francia, México, e incluso tocaron territorio europeo y asiático.
Botero no tenía planeado convertirse en artista. A los 15 años, casi por accidente, descubrió su pasión. El entonces joven pintor estudiaba para convertirse en torero y, debido a las dificultades económicas de su familia, decidió vender dibujos a la salida de la Plaza de toros La Macarena. Cuando vendió su primer obra, a tan solo 2 pesos, comenzó a considerar dejar el toreo por el arte, reseñó Semana.
Desde entonces su vida se repartió en Europa, México y Estados Unidos, siendo este último país donde saltó a la fama gracias a Dietrich Malov, el director del Museo Alemán, quien quedó encantando con sus ‘gordas’ y lo ayudó a realizar cinco exposiciones que llevaron al artista paisa a su estrellato. Desde ahí, las llamadas no se hicieron esperar y su legado artístico se fue repartiendo a lo largo del mundo.