“Y ya lo ve/ Y ya lo ve/es el equipo de José”. El cántico que partía de la hinchada de Racing era una declaración de amor y de reconocimiento al director técnico que primero había sido jugador y bicampeón y que luego rescató al club de una crisis futbolera en 1965 para consagrarlo un año después y proyectarlo a la Copa Libertadores y a la Intercontinental en 1967. Nada menos que Juan José Pizzuti.
Pizzuti nació en el barrio de Barracas el 9 de mayo de 1927, y a los 14 años se inició en las divisiones inferiores de Banfield. Aunque luego se convirtió en una de las figuras históricas de la Academia, alguna vez reconoció que de chico “iba a ver a Independiente pero después me atrapó Racing y fue imposible zafar”. En el Taladro formó parte de una Tercera inolvidable con Eliseo Mouriño -gran amigo suyo-, luego capitán de la Primera e integrante de la selección nacional y figura de Boca.
A los 19 años pudo debutar en la Primera de Banfield en 1947 y llegó a ser el máximo goleador del torneo de 1949 con 27 goles. Esto lo fue colocando en la mira de varios equipos, hasta que River lo contrató en 1951. Su ciclo en el Taladro terminó con 47 goles en 77 partidos.
Lo llamativo era que Pizzuti no era centrodelantero, sino un volante derecho con mucho gol; pero especialmente era un organizador, un estratega con gran visión de juego que gustaba de llegar a posiciones de ataque con pelota dominada.
En River duró poco pero llegó a integrar una gran delantera con Vernazza, el uruguayo Walter Gómez, Labrura y Loustau, a quien consideró como “el mejor jugador que vi en mi vida”. Pero los Millonarios no fueron campeones porque fueron superados por el Racing que fue tricampeón al vencer a Banfield en la recordada final en la cancha de San Lorenzo con gol de Mario Boyé. Cuando le preguntaron por qué ese equipo no fue campeón y sí Racing, dijo “A eficacia parecida en el ataque, Racing ganó porque tuvo mejor defensa”.
Justo recaló al año siguiente, 1952, en Racing, pero el campeón fue River y en 1953 fue goleador del torneo argentino otra vez, la segunda en su carrera.
Dos años más tarde pasó a jugar en Boca, por lo que en apenas un lapso de cuatro años pudo vestir las camisetas de River, Racing y Boca, un hecho muy poco habitual en esos tiempos. Para los xeneizes sólo jugó 20 partidos y en 1956 regresó a Racing para vivir una época dorada en la Academia como jugador, con dos campeonatos y dos subcampeonatos entre 1957 y 1961, con jugadores como Vladislao Cap, Pedro Manfredini, Juan Carlos Murúa, y Jorge Negri, e integró una de las más recordadas delanteras del club junto a Orestes Corbatta, “El Marqués” Rubén Sosa, Pedro Mansilla y Raúl Belén.
En el plantel de 1958, Pizzutti era el líder. Se consagró campeón dos fechas antes del final ante Lanús. Era un equipo tremendo, capaz de cualquier goleada como el 11-3 a Rosario Central en 1960 (ese día, José hizo 2, Sosa 4, Corbatta 3 y Mansilla 2). El de 1961 salía de memoria: Negri; Anido, Mesías; Blanco, Peano, Sacchi; Corbatta, Pizzuti, Mansilla, Sosa y Belén. Se consagró campeón tres fechas antes y se clasificó por primera vez a la Copa Libertadores 1962, dirigido por otro ídolo académico, Saúl Ongaro. En una de las últimas fechas, en el clásico ante Independiente, hubo una trifulca, siete expulsados y Pizzuti terminó atajando. De 1957 a 1961, la delantera académica marcó más de 250 goles.
En 1962, Pizzuti regresó a Boca y fue campeón. Dejaba Racing como el segundo máximo goleador de la historia profesional (118 en 215 partidos) detrás de Evaristo Barrera (136). Se retiró del fútbol vistiendo la camiseta xeneize en 1963, con 349 partidos y 182 goles, para quedar decimosexto en la tabla histórica profesional del fútbol argentino.
En la Selección jugó entre 1951 y 1959 (en Buenos Aires marcó tres goles para el título sudamericano, donde se destacó el de la igualdad 1 a 1 ante Brasil que venía de ser campeón del mundo). En total jugó 12 partidos y marcó 4 goles. En ese torneo al equipo nacional lo dirigía un terceto conformado por José Barreiro, Victorio Spinetto y José “Pechito” Della Torre, que había sido justamente el DT de Racing campeón 1958.
Tras su retiro comenzó su carrera de DT en 1964 en Chacarita, pero su campaña no fue buena (terminó duodécimo sobre 16 equipos participantes). Aún así fue convocado para dirigir a Racing en 1965, contratado por el presidente Santiago Saccol. Pocos días antes, Pizzuti había ido con el plantel Funebrero a jugar un amistoso ante Racing, pero los jugadores del club de Avellaneda se habían negado porque llevaban tres meses sin cobrar. Lo primero que hizo el DT fue exigir que todo el plantel estuviera al día y para eso, les terminaron pagando con billetes sucios, rotos y hasta con monedas, con el mismo dinero que la gente dejaba en las boleterías los días de partido.
Cuando Pizzuti tomó la dirección técnica en 1965, Racing también estaba en una muy mala situación futbolística, al ubircarse solamente por encima de Argentinos Juniors y Platense. El DT se dio cuenta de que tenía que realizar varios cambios posicionales. También decidió reducir el plantel ni bien terminó el año, para encarar 1966 con menos jugadores pero más seguros de su titularidad.
“A un entrenador lo contratan para hacer cambios. Eso hice yo con Perfumo, que jugaba de centrehalf y lo pasé a marcador central (2), a Basile (5) de 6, Rubén Díaz (6) de 3 y a Miguel Ángel Mori, fuerte y combativo, de 5. Algunos se quejaron y yo les dije que era el DT, y que si no les gustaba, que trajeran a un bombero para dirigir al equipo”, recordaba siempre en relación con sus inicios en un ciclo que terminaría siendo brillante.
La irrupción de ese Racing significó una revolución en el contexto del fútbol argentino que se practicaba hasta entonces, invadido por tácticas defensivas y especulativas. Pizzuti impuso un fútbol dinámico, sin posiciones fijas, un anticipo de lo que luego sería, una década más tarde, el “Fútbol Total” de la selección holandesa. Se trataba de un equipo voraz, que iba al ataque con todo al punto de que su hinchada festejaba los córners porque éstos generaban un espectáculo especial porque entraban masivamente a cabecear, con un espléndido estado físico.
En ese equipo, un veterano Humberto Maschio, recién regresado de Europa y pedido especialmente por el DT, y el “Yaya” J.J. Rodríguez tenían una gran técnica. El “Chango” Cárdenas se desmarcaba constantemente mientras en el medio Juan Carlos Rulli y Miguel Mori eran los obreros. Los defensores se proyectaban permanentemente y sólo quedaba atrás Roberto Perfumo, “El Mariscal”, uno de los más grandes defensores de la historia del fútbol argentino, que se batía mano a mano con los delanteros rivales. Una de las mejores armas era el “ollazo”, los centros para que cargaran en el cabezazo Alfio Basile (el otro marcador central), y el “Panadero” Rubén Díaz. El ejecutor era Jaime Donald Martinoli, que metía verdaderos pases para el remate de cabeza de sus compañeros.
Con esa estructura, Pizzuti levantó un equipo que languidecía en el fondo de la tabla en 1965. Comenzó ganándole 3-1 a River, luego perdió con San Lorenzo (su sombra negra en esos tiempos) y se mantuvo hasta el final del torneo con un invicto de 14 partidos (finalizó quinto), que se extendería a 39 durante el campeonato de 1966 que Racing ganó de manera impecable. Recién 33 años más tarde, el Boca de Carlos Bianchi superaría este récord de partidos sin perder, en 1999. Llegó a marcar 70 goles en 38 partidos en este torneo.
Ese equipo de Racing se pudo proyectar en 1967 en el contexto internacional al ganar la Copa Libertadores de América ante Nacional de Montevideo en el tercer partidos, decisivo, en Santiago de Chile, tras dos empates 0-0 (goles de Joao Cardoso y Norberto Raffo), y más tarde la Copa Intercontinental ante el Celtic de Glasgow con el recordado gol de Cárdenas, de media distancia, que batió al arquero Fallon en Montevideo -antes del gol de Diego Maradona a Inglaterra en el Mundial de México 1986, fue por dos décadas el más emblemático del fútbol argentino-.
Antes de jugar ante los escoceses, Pizzuti dijo que “todo equipo tiene sus fallas y Racing las puede aprovechar acá, allá o en cualquier lado”. “Cuando le ganamos al Celtic fuimos recibidos en la cancha de Racing con banderas de todos los clubes. Cuando me acuerdo, me emociono mucho. Eran otras épocas. Antes de jugar contra ellos, no sabíamos ni el color que tenía su camiseta. No es como ahora que se puede ver todo. Nosotros teníamos un equipo acostumbrado a la guerra”.
El DT siempre recuerda el largo viaje a Escocia para el partido de ida. “Tardamos 16, 18 horas, no me acuerdo, pero fue un viaje inolvidable porque en Londres subió Sean Connery, el primer agente 007, que fue nuestro hincha en aquellas tierras porque simpatizaba con los Rangers, la contra del Celtic”, recordó años más tarde Maschio, quien se sorprendió, al igual que los compañeros, en las horas previas. “Tito nunca se preocupaba por el rival, jamás nos hablaba de los contrarios, pero en Glasgow nos repartió una cartilla con un resumen de las condiciones, las capacidades y los movimientos de los jugadores escoceses. Y en la charla previa sólo nos habló de qué haríamos al atacar. “Qué hacer en defensa ustedes lo saben porque les di el librito”, nos dijo. Fue el único día de mi vida que escuché a Pizzuti hablar del rival”, contó el Bocha.
Era tal la despreocupación de Pizzuti por los rivales, que él mismo contaba una extraña anécdota: “Cuando jugamos contra el Santos, no nombré a Pelé en la charla técnica. Los jugadores se asustaron y en un momento me dijeron ‘¿Y Pelé?’ Y yo les dije ‘Pelé va a jugar, es uno de ellos, no le den importancia’. Y se empezaron a reír. Con el tiempo aprendí que lo peor que puede hacer un DT es agrandar rivales. Y al final, les ganamos de visitantes”.
El partido de Glasgow finalizó 1-0 para los locales. “Celtic era un equipo muy completo, ordenado, atacaba con mucha gente y nunca se refugiaba atrás y tenía a un gran jugador como Jimmy Johnstone, que realmente nos volvió locos”, siguió recordando Maschio.
La cuestión es que cuando viajó a Escocia, Pizzuti no sabía hablar en inglés y tampoco tenía idea de cómo se las iba a arreglar, pero ya en el tren, observó a un hombre leyendo un diario italiano, lo abordó y resultó ser un hincha del Milan, equipo derrotado por el Celtic en la final de la Copa de Campeones en Lisboa (por aquel partido, a los escoceses se los llamaba “Los Leones de Lisboa”), y que terminó aceptando trabajar como traductor para el equipo durante la estadía en Glasgow.
La serie de partidos entre Racing y el Celtic forma parte de la leyenda del fútbol argentino. Fue en esa ocasión cuando el entonces Beatle John Lennon dijo que era hincha de la Academia, por jugar contra los escoceses y entre los testigos del partido en Escocia se puede contar al Padre Carlos Mugica, años más tarde asesinado por la Triple A.
Tras la derrota de Racing 1-0 en Hampden Park, se jugó la revancha en el Cilindro de Avellaneda. El partido empezó con incidentes cuando una piedra impactó en Simpson, el arquero escocés. Había un clima pesado porque se jugaba en el contexto de la eliminación de la selección argentina un año antes, en el Mundial de Inglaterra, con aquel episodio de la expulsión de Antonio Rattín, cuando al regresar al país se dijo que estuvo todo organizado para que los locales fueran campeones. Celtic comenzó ganando con gol de Gemmell, pero Racing lo dio vuelta y venció 2-1, lo que derivó en un tercer y definitivo partido en Montevideo, donde el recordado gol del “Chango” Cárdenas, desde 35 metros, le dio a Racing el primer título intercontinental a un equipo argentino en un partido con cinco expulsados (Basile y Rulli por Racing y Lennox, Johnstone y Hughes, por Celtic).
“El Equipo de José” siguió su ciclo hasta 1969, aunque en 1968, cuando quedó eliminado en semifinales de Copa Libertadores ante el Estudiantes de Osvaldo Zubeldía, comenzó a caerse el imperio tras durísimas batallas. Fueron cuatro años y cuatro meses al frente de Racing.
“El Racing de 1966 pudo imponer su potencia y alcanzar un prestigio que será difícil de repetir. Jamás podré olvidarme de aquellos maravillosos años”, dijo siempre Pizzuti, quien señalaba que “el fútbol de Racing es el verdadero fútbol. No entiendo este juego practicado de otra manera. Cuando asumí en 1965 nos conformábamos con realizar una buena campaña y terminamos campeones del mundo”.
También Maschio resaltó el mérito del DT. “Yo fui su compañero como jugador y cuando volví a Racing desde la Fiorentina, para terminar mi carrera, me sorprendió porque era muy trabajador. Cuando me fui a Italia nos entrenábamos tres veces por semana y cuando volví Tito nos hacía trabajar todos los días, incluso había un día en el que trabajábamos a la mañana los defensores y a la tarde los volantes y los delanteros. Él aprovechaba para ensayar jugadas y hasta corregía la posición del cuerpo al patear, porque muchos te dicen que el pie de apoyo tiene que estar al lado de la pelota al patear pero casi nadie te habla de la posición del resto del cuerpo. También nos hablaba de la importancia de la familia, del ahorro, de la educación. Si tirabas un papelito o decías una palabra que no iba, te metía una multa y con lo que juntábamos, comprábamos juguetes de plástico, llenábamos una camioneta y todos los meses íbamos a regalarlos a una escuela o a algún hospital”, expresó.
El periodista Julio César Pasquato, “Juvenal”, con su gran pluma, sostuvo que “El equipo de José” que “tenía a Perfumo, a Basile, al Panadero Díaz, al Bocha Maschio, al Chango Cárdenas, no era un equipo de antes sino un cuadro contemporáneo de ritmo, fuerza, pujanza, batallador, perseverante y dinámico. Era fútbol de hoy anticipado a su época. En un país más estable, en un medio económico más seguro, en un contexto social más optimista, menos sufrido pero con los fundamentos, el estilo y la vitalidad que exige el fútbol de hoy”.
Entre 1970 y 1972 fue DT de la selección argentina, con la que obtuvo el cuarto puesto en la Copa de la Independencia en Brasil. Luego dirigió a Nueva Chicago, Colón e Independiente Medellín, entre otros equipos. Volvió a Racing en 1974 y mucho más adelante aceptó hacerse cargo del equipo en 1983, pero no pudo evitar el único descenso a Primera B de este club en toda su historia. “Lo que más me dolió en mi carrera fue el descenso de Racing. Son golpes de los que es muy difícil recuperarse”.
Volvió por cuarta vez en 1993, y en la Copa Centenario dejó afuera a Independiente e hizo debutar a varios jugadores de las divisiones inferiores como al arquero Ignacio González, y a los delanteros Claudio “Piojo” López y Juan “Lagarto” Fleita, pero no consiguió títulos. “En Racing viví lo máximo de mi carrera deportiva. Estuve 9 años como jugador y más de 4 como DT. Recibí las satisfacciones más grandes de mi vida, pero también los sinsabores”, dijo alguna vez.
También pudo dejar asentada su filosofía del fútbol en varias entrevistas: “En la actualidad no hay DT revolucionarios. Los clubes grandes quieren cambiar de DT constantemente y eso no sirve. Hay muy pocos entrenadores de relieve y de peso para manejarse en un club grande, y la verdad está en las divisiones inferiores”, “Hoy los técnicos no dejan opinar a sus jugadores y muchas veces hay que dejarlos decir lo que sienten porque así ayudan a mejorar al equipo. Con el pizarrón podés marcar algunas cosas y dar algunas indicaciones, pero no te sirve para ganar los partidos”, o “La Argentina tiene grandes jugadores. Y encima está Messi. Los que juegan en la Selección son los mejores porque están hechos en el fútbol internacional”, así como reconoció los cambios a lo largo de su carrera como futbolista: “Al principio de mi carrera era el culpable hasta de una pifiada de (Pedro) Dellacha. Después, cuando me consolidé como goleador, cualquier error mío se lo adjudicaban a otro. Así es el público”.
Pizzuti es cofundador de la mutual “Futbolistas Solidarios”, con ex futbolistas como Juan Carlos Guzmán, Marzolini, Perfumo, Alberto Rendo, Juan Carlos Cárdenas, Raúl Bernao o Daniel Onega. Fue muy respetado y hasta honrado por una peña racinguista en Barcelona, donde está radicado su hijo mayor, médico.
Cincuenta años más tarde, volvió al Celtic Park (remodelado en 1998), con dos jugadores de ese plantel de Racing que ganara la Copa Intercontinental, Fernando Parenti y Antonino Spilinga. También lo acompañó su esposa, Adelaida.
El 15 de diciembre de 2016 fue homenajeado con el galardón de Director Técnico y Presidente honorario de Racing y recibió el saco de DT campeón, ovacionado, como siempre, por la hinchada que le cantó el clásico “Y ya lo ve/y ya lo ve/es el equipo de José”.