Desde el martes 28 a las 9 de la mañana, Nahir Galarza sólo toma agua. Rechaza los alimentos que le ofrecen en la Unidad Penal Número 6 de Mujeres de Paraná porque junto a otras compañeras decidió iniciar una huelga de hambre. El motivo: piden que vuelvan las visitas.
En rigor, a ella se le ocurrió la iniciativa y lo habló con las demás.
Las visitas fueron postergadas como en todas las cárceles del país para evitar el riesgo de la transmisión del COVID-19. En varios penales, Devoto y Melchor Romero, por ejemplo, hubo violentos motines originados por la extraña situación que se vive por el virus.
En el caso de la joven de 20 años, condenada a perpetua por el crimen de Fernando Pastorizzo, ocurrido el 29 de diciembre de 2017, lleva 45 días sin ver a sus padres Marcelo Galarza y Yamina Kroh. Y eso le afecta anímicamente.
“Las internas firmaron un acta en la que dejan constancia que están en huelga de hambre por la prohibición de las visitas”, dijo una fuente penitenciaria. Tanto Nahir como sus compañeras pidieron que al menos se permita la visita de un familiar por detenida.
Tanto ayer como hoy, a Nahir le tomaron la fiebre y la presión arterial y la pesaron. Bajó dos kilos en dos días.
“Del mismo modo que al penal entran muchas personas, entre ellas la psicóloga, el personal penitenciario, la profesora de educación física, y no se toman recaudos, a las visitas pueden ponerle barbijo y tomarle la temperatura”, argumentaron en el acta las detenidas. La huelga será mantenida “hasta que haya una solución o respuesta favorable”.
“Nahir lidera esta forma pacífica de protesta”, confirman sus allegados y las fuentes penitenciarias.
Ni ella ni sus compañeras hablarán con la prensa. Nahir tiene un motivo: prometió confidencialidad a los productores que planean filmar una serie y un documental sobre su vida.
Pasa sus días haciendo gimnasia, estudiando Psicología, escribiendo poemas, leyendo libros y hablando una vez por día a sus padres.
Hace una semana, el abogado defensor de Nahir, José Ostolaza, pidió vía online la excarcelación de su defendida por considerar que no había riesgo de fuga y porque no habia sentencia firme. Y que podía cumplir parte de la condena en su casa hasta tanto no se normalice la situación sanitaria. Pero el pedido no tuvo eco y hasta generó polémica.
Nahir ya vivió episodios conflictivos en ese penal. Fue sancionada por sacarse fotos con un celular: la mandaron a un calabozo. También por pelearse con una compañera que, según ella, la hostigaba. Y en otro hecho que se pareció más a una broma que a un hecho concreto de intención de fuga, la sancionaron porque en su cama y en la de una compañera aparecieron muñecos tapados con frazadas.