Este lunes a las 17:30 la esquina de Carlos Pellegrini y Avenida de Mayo, a mitad de camino entre el Congreso de la Nación y la Casa Rosada, se llenó de carteles, de rostros de víctimas, de violeta, de verde, de canciones que repiten en diferentes versiones lo mismo: “Vivas nos queremos”. Detrás, el pedido que une todas las voluntades, que nació hace cuatro años y se instaló como un grito que salió de las redes sociales y tomó a la calle, #NiUnaMenos.
Cuatro años atrás, el 3 de junio de 2015, el movimiento que se había gestado en Twitter, cuando un grupo de mujeres comenzaron a darse cuenta de que había que hacer algo, una Plaza del Congreso llena, el violeta copando la multitud, la bronca por el índice de femicidios, daba cuenta de que había con qué dar pelea. Hoy son un hecho.
A las 19 horas, las columnas que habían marchado hasta el lugar rodeaban el camión estacionado -en el límite de la avenida de Mayo y la plaza- para que funcione como escenario. Y mientras el público esperaba por las oradoras, los fotógrafos aprovecharon la ocasión para subirse a esas tablas y tomar imágenes en altura. Hubo algo en lo que todos coincidieron: este año hubo menos gente que los anteriores.
Entre los que marcharon estuvieron los padres de varias de las víctimas de femicidios pero hubo una escena en particular que se robó las miradas de los que la tuvieron cerca.Marta, la mamá de Lucía Pérez, se abrió paso para abrazarse con Walter y Roxana, los papás de Carla Soggiu, hallada muerta en enero pasado en el Riachuelo, tras haber desaparecido luego de activar el botón antipánico que tenía.
Esta tarde ya nadie discute el término, ni duda de lo que hay detrás de Ni Una Menos. Mujeres, trans, compañeros, colores que se entremezclan en pañuelos violetas, verdes, naranjas, negros, bombos que redoblan como un llamado a la batalla, el lenguaje inclusivo, todos se encuentran en la esquina en la que Carlos Pellegrini se convierte en Bernardo de Irigoyen.
El clima no es el de apenas hace unos días, del 28 de mayo en que se volvió a presentar por octava vez el proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), que se craneó como un festival en la calle, con stands, con música, con la alegría de querer cambiar la historia. Este lunes en la calle hay bronca, se habla de femicidios y surge en el marco de la marcha un dato que no es menor: las muertes crecen.
Tras la última actualización del Registro Nacional de Femicidios de la Justicia Argentina, los datos arrojaron que en 2018 hubo 278 mujeres asesinadas. La cifra representa un aumento del 10,7% si se la compara con los 251 femicidios que se registraron en 2017. Por eso #NiUnaMenos no festeja; exige. Y los pedidos se multiplican.
En esta cuarta edición de la marcha, en un 2019 electoral, entre los pedidos que se dieron a conocer desde la organización, ya no está sólo el de “Libres nos queremos”, sino también “desendeudadas”. Un giro a los límites de la manifestación que comienza a pronunciarse en otros sentidos de la actualidad del país.
A los reclamos del colectivo este 2019 se suman el de la declaración de emergencia por la violencia de género, la aprobación de la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) y la aplicación de la Educación Sexual Integral (ESI).
En paralelo a las marchas en Buenos Aires hay movilizaciones tras la consigna #3J2019 en distintas ciudades del país como La Plata, Salta, Mar del Plata, Jujuy, Tucumán y Córdoba; en esta última, el fin de semana pasado ocurrieron dos femicidios en las localidades de Viamonte y Anisacate.