La elección de una nueva mesa de conducción del Concejo Deliberante de Yerba Buena, garantiza la libertad que debe primar en ese poder, además de representar una derrota del “gataflorismo” político encarnado por el intendente Mariano Campero y sus socios políticos del Acuerdo para el Bicentenario (ApB).

Hasta no hace mucho tiempo, el actual intendente de Yerba Buena, Mariano Campero, en su anterior rol de concejal, criticaba la actitud de escribanía que asumía el Concejo Deliberante bajo el influjo del ex titular del Ejecutivo yerbabuenense, Daniel Toledo. Pero, una vez que se sentó en el mismo sillón, el joven radical comenzó a contagiarse de ese estilo de hacer política, y trató de acallar las críticas surgidas desde los integrantes de ese cuerpo deliberativo que no le eran afines. Ello motivó que el clima político en el recambio de autoridades, se enrareciera, a tal punto que cayeron varias sesiones, producto de esas presiones a las que eran sometidos algunos ediles. Al mejor estilo del “gataflorismo político”, pareció que a Campero nada le venía bien, e intentó continuar con un Concejo Deliberante que no tuviera demasiada libertad.
En ese escenario, el denominado Grupo de los Cuatro, conformado por los ediles radicales Benjamín Zelaya, Maximiliano García, y los peronistas Héctor “Pilón” Aguirre y Walter “Cabuby” Aráoz, entró en una fase en la que sostenían que era necesaria la preservación de la independencia de ese poder encargado de legislar para los vecinos de Yerba Buena.
Los ediles exigieron informes de cada una de las irregularidades groseras que se presentaron en este corto poco más de un año de gestión de Campero, pero nunca recibieron las respuestas adecuadas. Incluso algunos ediles afines, como Pedro Albornoz, acusaron de “mafiosos” y “mediáticos” a esos pares que requerian explicaciones. Hasta se involucró al legislador radical y vicepresidente 2º de la Cámara, Ariel García, quien respondió con firmeza las acusaciones.
Ni siquiera la presión ejercida por los referentes del Acuerdo para el Bicentenario (ApB), con una conferencia de prensa convocada en la propia Intendencia de Yerba Buena, sirvieron para amilanar el deseo de preservación de la independencia de poderes. La presencia de José Cano, Domingo Amaya, Germán Alfaro y Roberto Sánchez, entre otros referentes, no impidió que horas más tarde, en sesión del Concejo Deliberante, se procediera a la elección de las nuevas autoridades, que quedaron conformadas de la siguiente manera: Benjamín Zelaya (presidente), Lucas Cerúsico (vicepresidente 1º) y Héctor “Pilón” Aguirre (vicepresidente 2º).
El resultado de la votación representó una derrota para el Acuerdo para el Bicentenario, que no pudo imponer el peso de sus popes sobre la llamativa inoperancia demostrada por Campero en su corta gestión de Gobierno. La exposición de los problemas surgidos en la “Ciudad Jardín”, incluso a nivel nacional; las denuncias, tanto de ediles como de particulares, y el creciente malestar vecinal, fueron más importantes que una foto.
Párrafo aparte, merece el concejal Pedro Albornoz que, en vez de quedarse a “bancar” a su intendente, prefirió trasladarse a México, en donde obtuvo un premio al contar una historia que lo relaciona con una conocida marca de motocicletas. Todo mal para Campero. Ni siquiera los aliados le respondieron.

Respaldo de la Legislatura
Sin ánimo de polemizar, pero seguramente en una especie de solidaridad propia de poderes afines, fue el propio titular de la Legislatura, Osvaldo Jaldo, en compañía del vicepresidente 2º de la Cámara, Ariel García, quien recibió a los ediles del denominado Grupo de los Cuatro. Ya en su condición de presidente y vicepresidente 2º, tanto Zelaya como Aguirre, expresaron la necesidad de contar con un cuerpo deliberativo que esté cerca de los problemas de los vecinos. De ese modo, le anticiparon a Jaldo que pretenden alcanzar una dinámica que lleve a los ediles a tener presencia en los distintos barrios para poder dar soluciones reales a los inconvenientes que padecen y lograr una mejor calidad de vida. Jaldo comprometió todo el apoyo de la Legislatura para garantizar que ese objetivo se logre con creces.

“El único desestabilizador es el propio intendente Campero”
Esas fueron las expresiones del legislador Ariel García para responder a las acusaciones formuladas por el intendente de Yerba Buena, Mariano Campero, sobre acciones para desestabilizar su gobierno.
“Los únicos fantasmas que hay en Yerba Buena son la falta de explicaciones sobre distintas denuncias y problemas que afectan a los vecinos. El intendente no se tiene que enojar porque los concejales le pidan informes”. En ese sentido, agregó que “los pedidos de informes representan un mecanismo propio de la representación democrática y los funcionarios de Campero, además de él mismo, tienen la obligación de responder a estos requerimientos”.
Subrayó al respecto que “Campero es el intendente, no un patrón de estancia. Si no entiende el funcionamiento de los poderes, debería jugar al Estanciero con su gabinete”.
“Pedir explicaciones no debe mostrarse como un símbolo desestabilizador sino como un sano ejercicio democrático. Campero me acusa de desestabilizador cuando seré el primero en ponerme a su lado ante una maniobra de esa naturaleza. Lo que no me puede pedir es que mire a otro lado ante hechos de corrupción. Lo mismo que sostuvo en la campaña electoral lo tiene que sostener”, enfatizó García.
“Me cuesta entender las acciones incoherentes, porque mientras en la campaña anunció que paralizaría la obra de Alperovich Group, ahora fue corriendo a firmar un convenio que beneficiará a ese emprendimiento inmobiliario”, dijo.
“Hay que ser coherentes y no pretender tapar tantos desaciertos señalando maniobras inexistentes. Los hombres públicos deben hacerse cargo de sus aciertos y desaciertos”, sostuvo García.

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