Por Manuel Ernesto Rivas. Pareció que el cumpleaños del ex gobernador y actual senador nacional, José Alperovich, era el acontecimiento del año, sin embargo, no se pudo contrastar con la gestión de la fórmula gobernante, conformada por Juan Manzur y Osvaldo Jaldo, en especial la del vicegobernador.
Alperovich tomó aire, como si buscara fuerza en la bronca de las ausencias. Cuando sus pulmones estuvieron llenos de rencor y desilusión, el aire en ellos salió para apagar una triste velita, que no aludía a los 63 años que acababa de cumplir. El entorno de figutitas repetidas que desaparecieron, algunos nuevos de los que no tienen cabida en ninguna parte, y algún que otro despistado, fueron los comensales de un cumpleaños en el que faltaron peloteros para darle algo de alegría y movimiento. Ni siquiera los abrazos con su esposa y ahora tambaleante presidente del PJ Tucumano, Beatriz Rojkés, logró sacarle una sonrisa de plena alegría. Ni siquiera la foto con Juan Manzur le servía en ese momento a Alperovich, quien a veces incurre en situaciones similares, como queriendo subrayarlas, aunque con ello deja salir sus inseguridades. A él no le bastaban las fotos en el despacho del Gobernador, en la concesionaria o en su propia casa. Parece un coleccionista de fotos cholulas, pero en realidad se muestra como huérfano de poder, de aquel poder que supo mantener por doce años.
La contracara fue el vicegobernador Osvaldo Jaldo, quien en el municipio de Las Talitas había participado de un festival folclórico, recibido por el intendente talitense y de la mano de muchos que se acercaron a saludarlo genuinamente. Sus acciones últimas, en especial la del Boleto Estudiantil Gratuito, hicieron que sus acciones levantaran a un punto nunca previsto por las filas alperovichistas. Duele ver que ese crecimiento consolida la posibilidad de repetir la fórmula, dejando al ex mandatario lejos de regresar a ese sillón en el que se sentó por más de una década. Ni siquiera la traición eleccionaria de octubre melló al tranqueño, quien ha convertido cada ataque de su adversario principal en virtud. La crítica al ahorro legislativo se transformó en bandera de triunfo para muchos niños del interior provincial. Ese interior que siempre ha sido peronista y que ahora le sonríe a Jaldo. A ese mismo que, sin bigotes y con el sombrero saludando en una mano, paseó montado a caballo en Las Talitas. “Palabras sueltas, no tienen vueltas”, dice la sabiduría popular y José Alperovich le bajó el telón a Cristina Kirchner, sin saber que con ello se bajaba la persiana a sí mismo. Ahora es el tiempo de la continuidad, y en este presente en la foto sólo salen Juan Manzur y Osvaldo Jaldo. Las velas se apagan de a poco para otro.