El bullicio, las batucadas, los gritos de apoyo, las pancartas, los papeles picados, la secuencia de un camino, de un ritual que se cumple año a año, no importa quién sea el protagonista. Pero hay hombres que se acostumbran a esas mieles que sólo da el poder y que, cuando se acaba, genera una nostalgia de profunda melancolía.
Ese estado de sensaciones fue el que envolvió al ex gobernador de la provincia, José Alperovich, en el tercer discurso de inauguración del período de sesiones ordinarias de la Legislatura provincial.
Algún lector distraído se preguntará: ¿pero no dejó de ser gobernador ya hace largos dos años? Exactamente, pero nunca había experimentado la ausencia absoluta. ¿De qué ausencia absoluta hablamos? Nunca en los dos primeros años de gestión, el nombre de José Alperovich había estado ausente de las pancartas, las gorritas e incluso los cánticos. Ni siquiera los “paladares negros” del “alperovichismo” se animaron a mostrar algún recuerdo del ex mandatario, ni siquiera su cuñada, Silvia Rojkés, a la que hizo ministra de Educación.
Nadie se animó a colgar un pasa calles, a realizar pintadas o mostrar carteles con la leyenda “Alperovich 2019”, como si esos deseos se hubieran apagado en sintonía con esa ausencia. Tampoco había carteles con su rostro, con o sin bigote. Ni siquiera con algún raro peinado nuevo, como la vieja canción de Charly García. La ausencia fue total.
El legislador “ultra alperovichista”, Marcelo Ditinis, estuvo ausente. Dijeron que seguía de vacaciones. A él lo convirtió el secretario de Información Pública y le debe la banca que no quiso ocupar en tan relevante acontecimiento como lo es la apertura de sesiones ordinarias de la Cámara Legislativa. Quizás no quiso ver la fortalecida imagen del binomio gobernante conformado por Juan Manzur y Osvaldo Jaldo. Paradójicamente desde el área de Comunicaciones del Gobierno, prefirieron poner una foto del último festejo eleccionario de octubre pasado. Aquella postal que refleja a un Manzur y Jaldo de brazos en alto, tapando la cara de Alperovich. ¿Casualidad o premonición? Vaya uno a saber…
Lo cierto es que la crónica de una ausencia anunciada se viene escribiendo solita, sin la ayuda del ya fallecido escritor colombiano, Gabriel García Márquez. Las primeras líneas comenzaron a escribirse luego de las elecciones legislativas nacionales, en donde 60 mil votos se fugaron del oficialismo provincial, por acción u omisión, constituyendo una traición que en el peronismo no se olvida.
Con el sueño roto del regreso a la Casa de Gobierno, el olvido en torno a Alperovich parece ser una sentencia escrita en el aire, el mismo aire que olvidó los cánticos y vítores de otros tiempos.