Nota de tapa: las gallinas son ajenas y las penas son nuestras

El ex intendente de Bella Vista, Luis Espeche, inmerso en la desesperación por volver al poder de la mano de José Alperovich, desnudó el pacto entre el ex Gobernador y su partenaire de siempre, José Cano, en la entrega de gallinas a los vecinos. Una investigación exclusiva de Diario Cuarto Poder.

“Las penas y las vaquitas / Se van por la misma senda / Las penas y las vaquitas / Se van par la misma senda / Las penas son de nosotros / Las vaquitas son ajenas / Las penas son de nosotros / Las vaquitas son ajenas”, dice la letra de la canción “El arriero va”, compuesta por Atahualpa Yupanqui.
En ella habla de la soledad y el sacrificio del arriero, la explotación y la inequidad en la distribución de la riqueza. Una constante que se sucede en nuestra sociedad, cambiando sólo los nombres de los protagonistas.Pero la realidad tucumana está golpeando con mucha crudeza en estos tiempos de crisis, en donde los oportunistas quieren aprovechar las circunstancias.
Aunque en este caso no estamos hablando de vaquitas, ni de su sabrosa carne, que en los tiempos que corren se ha transformado en un verdadero lujo para los tucumanos. En este escenario asoma el ex intendente bellavistense, Luis Espeche, quien en un acto oportunista o de conciencia intranquila, entregó este fin de semana gallinas entre los vecinos de la ciudad que administró hace tres años, en medio de la polémica de obras que se anunciaron y nunca aparecieron. Pero Espeche no se apareció por los pagos de Bella Vista con tiernos pollos, para combatir la crítica situación económica de los vecinos, sino que surgió con una camioneta llena de supuestas gallinas ponedoras, que en realidad fueron desechadas por haber cumplido con creces esa función en un establecimiento avícola provincial. O
sea que quiere combatir esas necesidades cotidianas con la dureza de la carne de gallinas que ya cumplieron su ciclo, como burlándose de muchos de los que lo vieron en la función pública municipal. Quizás pensará que será cuestión de ponerlas a hervir el tiempo suficiente para ablandar las duras carnes de esas aves de corral.

El deseo de volver al poder
El ex intendente es “ultra alperovichista” y comparte con su mentor, el actual senador y ex mandatario provincial, la sed de regresar al poder. La soledad le afecta y sólo regresando a su anterior condición piensa que podrá revertir el desagravio del rechazo de los propios vecinos, quienes aún repudian la corrupta gestión en la que quedan muchas preguntas sobre el destino de los programas nacionales, lo mismo que aquel camión del municipio que vendió a los gitanos antes de finalizar su gestión al frente del Gobierno municipal.
Espeche extraña las mieles de los doce años de “alperovichismo” y aparece, aunque lo quiera disimular, como los pocos que aún le guardan lealtad al senador José Alperovich, en las ansias de regreso al sillón de Lucas Córdoba. Es cierto que también trata de mostrarse cercano al binomio gobernante conformado por Juan Manzur y Osvaldo Jaldo, pero esa actuación no merece ningún Martín Fierro y menos un Oscar de la Academia de Hollywood. El arco peronista sabe que la lealtad es una teoría y que, en la práctica, se deben encolumnar con quien conduce. Alperovich hace tiempo que no conduce y no es porque tenga chofer, ni mucho menos.

¿De dónde son las gallinas?
Algún hincha de Boca responderá que son del barrio de Nuñez, pero esta es una pregunta que tiene especial connotación en el caso que nos ocupa. Las aves de corral en cuestión, de las cuales se afirmó que fueron 1500 en total, vinieron de un establecimiento avícola del cual Cano sería uno de los dueños. Sin embargo, las gallinas ponedoras no estaban destinadas, en principio, a ser entregadas en Bella Vista por Luis Espeche. En realidad habían sido direccionadas a comunas rurales de la provincia, las mismas a las que el ex titular del Plan Belgrano quiso seducir hace tiempo con promesas de la llegada de importantes obras. Lo que nunca ocurrió. Las gallinas trataron de ser un nuevo capítulo de esta política de seducción, pero terminaron en otro lugar. La semana próxima contaremos quién las pagó y porqué las entregó Espeche.

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