Por Pablo Batalla* de Diario Cuarto Poder / ¿Una nueva función del intendente capitalino? Las críticas en torno al polémico Estacionamiento Pago, sacaron de equilibrio al lord mayor, Germán Alfaro, quien se defendió en función de la “altura moral” de sus críticos.
Culpar a otros sin dar explicaciones
Hace mucho tiempo que el intendente capitalino, Germán Alfaro, dejó de hacerse cargo de sus errores. Como señala el manual de la política, comenzó su gestión culpando a otros de los desastres que se observaban dentro de su jurisdicción.
Supo calzarse botas de goma y pararse en medio de charcos de agua de dudosa sanidad, para hacer campaña culpando de los baches a la Sociedad Aguas del Tucumán (SAT), pero nunca dio explicaciones de los innumerables baches secos.
Hace unos días, le “saltó la térmica” cuando el Estacionamiento Pago fue criticado por el gobernador, Osvaldo Jaldo, quien sostuvo lo inoportuno y perjudicial para muchos trabajadores que acuden a diario a la Capital.
El argumento de la estatura
Las expresiones de Jaldo, también pidiéndole a Alfaro que muestre el contrato con la empresa que resultó adjudicada, avivó la serie de desencuentros que mantiene el municipio capitalino con la gestión provincial desde hace tiempo.
El intendente aludido se defendió, fuera de toda explicación específica de la concesión, señalando que sus críticos no tenían la “estatura moral” para realizar observaciones relacionadas a las decisiones de su gestión.
Con esa expresión, no hace más que profundizar su actitud de no dar explicaciones. Para Alfaro el problema siempre estará en los otros y nunca en él y en sus colaboradores. Siempre los otros tendrán la culpa de sus males.
De “Sushi Boy” a “Gran Trapito”
Hace tiempo que el intendente Alfaro viene saltando sin red en lo que hace a las declaraciones. Se muestra siempre al ataque, en constante agresión y eso -al igual que con algunos funcionarios- ya no suma ni causa gracia.
Sus expresiones señalando que no se podía vender panchuques en el nuevo shopping, que reemplazará al antiguo Mercado del Norte, y el desplazamiento de los “trapitos” para generar un millonario negocio, le restan imagen.
Alfaro tiene la presión que le generan las imágenes ascendentes de Roberto Sánchez y Mariano Campero, sólo para señalar algunos de los rivales directos a sus apetencias de transformarse en candidato a Gobernador de su espacio.
Con el metro en la mano
Así parece quedarse Alfaro, con el metro en la mano, tratando de medir la altura de gigantes de la política, comparados con sus dos mandatos al frente de la Municipalidad de San Miguel de Tucumán.
Mientras él decrece, el resto parece no tener techo. Esa situación es la que lo pone nervioso, al punto de señalar que su esposa cocinaba para que Jaldo fuera a comer con él y consultarlo sobre política ¿Quién puede creer ambas cosas?
Más que medir estaturas políticas, la gente quiere soluciones y que no le sigan sacando los pocos pesos que tienen en el bolsillo con estacionamientos de empresas de afuera que están en concurso de quiebra y no cumplen los requisitos.
*Periodista. Columnista político.