Letras de Fuego / Comentario / Por Nicasio Rodríguez*. El libro publicado por Letras de Fuego Ediciones (Tucumán), de las autoras de la Costa Atlántica, Betty Núñez y Viviana Maldonado Raggio, cuenta con prólogo de la escritora y hacedora de escritores Inés Cortón.
Un libro hecho en Tucumán
Entre las novedades editoriales que asoman en nuestra región y provincia, surgió algo poco usual en cuanto a libro en formato físico. Las autoras de la Costa Atlántica, Betty Núñez y Viviana Maldonado Raggio, decidieron confiar en una editorial tucumana.
De ese modo, pusieron la responsabilidad del nacimiento de su libro “Vuelo de palabras”, en manos del editor, escritor y periodista Manuel Ernesto Rivas, quien se mostró complacido recientemente por la llegada del libro a la provincia.
La presentación será este viernes 8 de noviembre, desde las 20.30, en la Sala Lazarte, ubicada en Lavalle 145 de San Miguel de Tucumán, con la participación del editor y del escritor Gustavo Díaz Arias y un anfitrión de lujo, el Maestro Julio Lazarte.
En el prólogo, como una verdadera telonera de las protagonistas, Inés Cortón, fundadora del Taller Repentista y formadora de muchos escritores notables, a lo largo y ancho del país, es la encargada de presentar este “Vuelo de palabras”.
Un prólogo desde el conocimiento personal
En ese sentido afirma Cortón: “conozco a ambas escritoras, transito con ellas cada día acompañando esos trocitos de creaciones a las que las invita el Taller Repentista, donde van dejando la inspiración súbita que se les propone”.
“Conozco sus alegrías y sus dolores y, no puedo olvidar lo mucho que se dice acerca de la escritura y sus motivos para llevarla a cabo. Hay quienes, como Vargas Llosa, consideran que “escribir es una manera genial de divertirse”, pero también sé que cuando el dolor nos golpea dejándonos mudos, la palabra escrita ayuda; nos permite hablar y hablarnos. Gritar lo que duele”, afirma Cortón.
En tanto que sobre la obra expresa: “Entrar en contacto con los poemas de cada una de ellas, presentados en forma de prosa poética, nos invita a prepararnos para encontrar ese cúmulo de sentimientos y sensaciones que no solo se ciñen a la palabra, sino a todo lo que ellas irradian y entonces, entramos en ese juego donde el lenguaje les proporciona sus herramientas narrativas para que las artes plásticas, escénicas, acústicas y musicales nacidas de su sensibilidad, se eleven a una categoría superior”.
Una búsqueda interior
Subraya que “ambas, desde su perspectiva individual realizan una búsqueda interior, sabiendo que es en ese espacio donde las transformaciones ocurren, donde se encuentran las respuestas; aunque es en el mundo exterior donde le ponen color al sentimiento. Para ambas, el paisaje o la naturaleza son los espacios donde el estado de ánimo es transformado en metáfora poética”.
Sobre Betty Núñez asevera que “nos eleva con ella en un vuelo donde el cuerpo, la piel, los sentidos seducirán incluso “al demonio”. E irá contándonos su verdad, aun cuando sea “contada a medias”. Mundos de palabras, que surgirán en un tiempo que tiene un límite, pujan por salir antes de llegar a la tierra de los poetas muertos. Así, las imágenes vibran en un laberinto de recuerdos, de pensamientos que llevan al lector a escuchar el eco de la montaña, a disfrutar de abanicos de amapolas o a sufrir con las familias ante la sangre de sus hijos”.
Agrega Cortón en su presentación que “y entonces, surge la necesidad de saber. ¿En qué lugar están las llaves de la conciencia? Y sus respuestas se encuentran en la labor creativa, donde “solo es eterno el que crea y sus obras permanecen en la memoria”, porque el alma de un poeta “confía en sus fuerzas desnudas de prejuicios”. Por eso, nadie podrá callarlo”.
Interrogantes y caminos de vida
Señala que “los interrogantes siguen surgiendo como cascadas buscando la medida de las cosas y, es la naturaleza nuevamente, en la imagen del río, de las mariposas, de los pájaros que como en un eterno retorno infringen las leyes naturales: “las mariposas que pierden las alas y se vuelven gusanos…”
Define como viaje de vida al señalar que “así, nos lleva en un viaje donde las pérdidas, la soledad, el pasado, la mentira, la muerte, a pesar de la promesa de “no decir, de guardar las palabras” que no pueden escribir a la ausencia, siguen estando allí, “en cada página de los cuentos tristes” o en las paredes de aquel “café que huele a poesía”. Y con ellas se desatan temas que van desde un santuario hasta las zonas íntimas del ser, pasando por las imágenes cotidianas como la leche caliente, la taza de porcelana azul, olores y sensaciones que tienen la presencia de lo vivido”.
En tanto que, con respecto a Viviana Maldonado Raggio, indica que “seguimos azorándonos ante preguntas como “¿Hay mentiras de verano? Una pregunta que se enlaza con la ausencia y que, como en aquella “Ausencia” de Borges, los “lugares se han tornado vanos / y sin sentido”. Así, al recorrer sus palabras podremos escuchar cómo en ese verano la luz del amanecer canta conmovida cuando busca la compañía y descubre: “ya no estás…” Las imágenes se revelan en un mundo donde han desaparecido desde el ombú hasta el ladrido de los perros”.
Agrega que “es en ese desamparo, donde nuevamente surgen las preguntas: ¿Hay manzanas y paraíso? La respuesta se choca con la ausencia y como resultado, con la soledad”.
La búsqueda de la palabra
En cuanto al objeto de su escritura, alude a que “todo su tener y su haber se han transformado en una búsqueda. La de la palabra. La que dará sentido a una vida que ya no es su vida, “ya no era ella, ni tan fuerte ni tan hermosa” nos dice y se busca en “un lugar donde no sepan su historia… lo encuentra agotada… dentro de la piedra”. La imagen es dura, fuerte, es la de una vida donde no hay vida”.
Subraya al respecto, “siguen quedando solo las palabras: “tomé las palabras para armar un incendio de poetas “. En la palabra va buscando un futuro, el del olvido, pero en el camino va perdiendo hasta la risa, en ese mundo que le muestra “la tierra sembrada de bombas y chicos de yeso”, donde solo hay un desierto sonoro que se niega a oír”.
En cuanto a las preguntas que se formula la voz poética, sostiene que “inevitablemente vuelven las preguntas. ¿La muchacha que dejé atrás se recostó en el mar? ¿O en el río profundo? Sin embargo, recordamos que, unos versos atrás, ha encontrado la respuesta:
“Saliendo a la luz del amanecer solo me quedan mundos de palabras, pájaros de lluvia que me traen flores azules y esa voz de ángel que me cuenta: el abu se escondió muy pronto y ahora está en el corazón…acaricia su pecho y el mío y sonríe…”
Una trayectoria compartida
En relación a esta unión de las autoras en un solo libro, manifiesta Cortón que “lo que podría parecer una doble dicotomía entre prosa y poesía o Betty y Viviana, queda descartada en esta trayectoria compartida, en la que las historias y la palabra nos transportan hacia una búsqueda interior, donde ocurren las transformaciones de la vida”.
Por último, afirma que “los temas más profundos, existenciales, sobre amor, felicidad, tiempo, vida, muerte…son tratados por ambas, como cazadoras de instantes que alumbran ese milagro de vivir. Y donde los detalles de la existencia se unen en forma y fondo como uno solo, constituyendo la riqueza de esta obra literaria donde dos historias se hicieron poema como diría Virginia Woolf con esos “incidentes que uno vivió, uno por uno””.
Se trata de un libro altamente recomendable para quienes quieren disfrutar de las variaciones emocionales que proporciona, a su modo, la prosa poética, una modalidad que vale la pena rescatar cuando se trata de construir literatura de la buena.
*De la Redacción de Diario Cuarto Poder.