En materia de narcotráfico, Tucumán nunca será Rosario por una sola razón: no tiene puerto para que la droga ingrese a las rutas internacionales. Pero sí está transformándose en Orán, una ciudad salteña que limita con Bolivia donde el tráfico de sustancias mueve la economía y es el motor de diferentes actividades ilícitas.
Con el hallazgo de unas 1.477 plantas de marihuana (más del 50% del total de todo lo secuestrado en 11 meses) los investigadores sumaron nuevos indicios de que en Tucumán se produce cannabis a gran escala para su comercialización. También se desarticuló un grupo que tenía la estructura necesaria para transportar cocaína desde el vecino país y esconderla en domicilios del Gran San Miguel, y contaba con un taller mecánico donde modificaban las llantas de vehículos para realizar envíos a Rosario, Buenos Aires y la Ciudad Autónoma.
El hallazgo de la plantación de marihuana se concretó en el marco de una causa por robo. La caída de la banda narco fue por una investigación realizada por el fiscal de la localidad bonaerense de San Nicolás de los Arroyos, Matías Felipe Di Lello. Hace más de tres años que en nuestra provincia no se desarticula una organización narco por un expediente iniciado aquí. Si no es de “casualidad”, es fruto del trabajo de pesquisas de otras jurisdicciones.
Hasta el último día de octubre de este año, las fuerzas federales secuestraron más de 4.400 kilos de cocaína en todo el NOA, un 10% menos que los 4.700 kilos incautados en 2022. Las fuentes del Ministerio de Seguridad de la Nación reconocen en off que esos números no tienen que ver con el incremento de los controles, sino que es una prueba de que ingresa más droga al país por el Norte. La DEA, agencia norteamericana que persigue al narcotráfico a nivel mundial, ya advirtió a las autoridades nacionales que en Bolivia y Perú se instalaron cárteles mexicanos, colombianos, chinos y rusos para dominar o controlar in situ la producción. En esos países no sólo incrementaron la elaboración de “merca”, sino que desarrollaron la de otras drogas como la marihuana y la heroína. Los secuestros de esas sustancias en la región avalan esa teoría.
Como sucede en Orán, en nuestra provincia desde hace años vienen incrementándose los delitos vinculados al narcotráfico. Homicidios, secuestros extorsivos, robos de drogas y de camionetas para canjearlas por droga, narcomenudeo y corrupción son algunos de los eslabones de una cadena que va extendiéndose paulatinamente en estas tierras. Las autoridades tucumanas tomaron dos medidas para frenar el avance narco: pusieron en vigencia la ley de narcomenudeo y crearon el Operativo Lapacho para blindar las fronteras. Pero es una lucha solitaria, ya que no cuenta con el acompañamiento de la Nación.
La frontera está más permeable que nunca ante la falta de recursos humanos y tecnológicos. La experiencia de los gendarmes y la capacidad de sus perros son las principales herramientas que cuentan para detectar envíos de droga. Pero estos hallazgos sólo sirven para las estadísticas porque es muy poco probable que a partir de algún secuestro se sepa quién era el proveedor y, mucho menos, el comprador.
La Justicia Federal en Tucumán sigue diezmada. Otra vez se quedó con un juez, solo cuenta con dos fiscales y tampoco tiene conformado el tribunal que debe desarrollar los juicios en contra de los acusados. En Santa Fe, este año se designaron 27 nuevos fiscales, de los cuales 15 fueron enviados a Rosario, ciudad que cuenta con una Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar) y con una Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos (Procelac). En Salta (también cuenta con una Procunar) y Jujuy ya se está aplicando el nuevo código procesal penal nacional que acelera el cierre de los expedientes de los acusados por esos delitos. Esas tres provincias tuvieron estos significativos avances porque sus representantes en las cámaras dejaron de lado las cuestiones políticas y no se cansaron de pedir hasta que consiguieron lo que buscaban. Aquí esta diligencia sólo se resume a los oficios que envían los funcionarios judiciales pidiendo ayuda y con los que no consiguen ningún resultado.
El narcotráfico avanzó en el país y en la región porque en 40 años de democracia ningún gobierno aplicó un programa para frenarlo. Todo quedó en meros anuncios y pomposos lanzamientos de planes que fracasan una y otra vez. El ejemplo más concreto es el control aéreo. Tres planes se lanzaron en los últimos 15 años. Todos fracasaron y la realidad indica que la mayor cantidad de droga se trafica en vuelos narcos.
Dentro de 12 días los argentinos elegirán a su nuevo presidente. Los dos candidatos esbozaron cuál es su idea para frenar el tráfico de drogas. Ninguna fue convincente. Sergio Massa (Unión por la Patria) anunció la creación de una agencia federal (similar al FBI de Estados Unidos) que tendrá su sede en la emblemática Rosario. Por su parte, Javier Milei (La Libertad Avanza) propone mejorar los controles aéreos instalando radares y blindar las fronteras nacionales y provinciales.
Ninguno dijo ni una palabra de ayudar a las ocho provincias del país que decidieron luchar contra el narcomenudeo, dotar de recursos tecnológicos a las fuerzas de seguridad y fortalecer a la Justicia Federal. En definitiva, no hay nada nuevo bajo el sol. Hace cinco años, un conocido penalista utilizó una ironía para explicar el crecimiento del narcotráfico en la región: “los narcos se mueven en Ferrari y las autoridades en Fiat Uno con GNC”. Pasa el tiempo y todo sigue igual.
fuente: la gaceta por Gustavo Rodríguez.