Existe un mito de que la Argentina cuenta cada vez con menos población relativa. Sin embargo, aunque en los últimos censos la tasa de crecimiento vegetativo se ha mantenido estable, las proyecciones de la ONU son auspiciosas para nuestro país que volverá a ocupar el tercer lugar de la región luego de Brasil y México. Y buena parte de ese crecimiento se lo debemos a los inmigrantes.
Así lo analizó Fernando Rocchi, profesor del departamento de Estudios Históricos y Sociales de la Universidad Torcuato Di Tella: “La tasa de crecimiento poblacional de Argentina es de 1,122 % acumulativo. Esta tasa ha venido cayendo desde el 1,5 % en 1960. Pero, como sabemos que los valores no tienen importancia absoluta sino relativa, vemos que bajó mucho más en otros países hermanos en ese período: en Chile, de 2,5 % a 0,8 %, en Uruguay, de 1,3% a 0,4 %, en Brasil, de 2,9 % a 1 %, en Colombia, de 3 % a 0,9 por ciento. El crecimiento vegetativo en Argentina es de solo un 1 %, entonces la explicación para esa décima y un cuarto (un número altísimo en términos demográficos) que lleva al 1,122 % se relaciona con un fenómeno histórico en nuestro país: la inmigración, de la que tantos somos hijos o nietos”.
Según el último informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), el número de habitantes en América latina es de unos 615 millones de personas. Esa cifra supone casi el doble de la población registrada en 1975, cuando había 316 millones de individuos, de acuerdo con la más reciente publicación del Observatorio Demográfico. La población latinoamericana siguió creciendo hasta sumar 512 millones en 2000 y se calcula que alcanzará 680 millones en 2025 y 779 millones en 2050.
Ese crecimiento tendría un tope: 2060, cuando la tendencia comenzaría a descender, debido al envejecimiento poblacional, algo que ya está ocurriendo. “El porcentaje de personas de 60 años o más en América Latina superará por primera vez a los menores de 15 años hacia el 2060, lo que provocaría una posterior caída de la población en la segunda mitad de este siglo”, sostiene el informe internacional.
“Los inmigrantes deberían ser bienvenidos; especialmente porque quienes llegan a la Argentina son personas jóvenes que luego tienen hijos ya argentinos. Incluso podrían ayudar a sostener el presionado sistema previsional si trabajan en blanco”, indica Rocchi.
El historiador detalla que el 4,5 % de la población argentina es extranjera (las comunidades más grandes son la paraguaya, con 550.713 personas, y la boliviana, con 345.272 personas), lo que lleva a nuestro país a ocupar el número 29 en el ranking mundial y el segundo en América Latina después de Costa Rica (en Chile no llega al 2%, en Brasil, apenas al 0,5%).
Por otra parte, se está produciendo un proceso histórico en términos demográficos: en el Censo de 2010, por primera vez se revierte la tendencia declinante desde los altos números de 1914, y los datos de los últimos años refuerzan esta tendencia.
En la Argentina residen actualmente unas 2 millones de personas nacidas en el extranjero, según las últimas proyecciones. Entre el 2004 y el primer cuatrimestre del 2016, el Estado resolvió 1.609.071 radicaciones permanentes según las estadísticas de la Dirección Nacional de Migraciones. Casi nueve de cada diez casos corresponden a ciudadanos de Paraguay, Bolivia, Perú y Colombia.
Paulo Saad, jefe demográfico de la Cepal, indicó a la prensa que en América latina “la tasa de fecundidad pasó aceleradamente de seis a tres hijos por mujer en 25 años y actualmente, el promedio de la región está por debajo de la tasa de reemplazo que alcanza a los 2,1 hijos por mujer. Si esta tendencia se mantiene, llegará un momento en que la población de la región comenzará a disminuir”.
Este proceso de baja natalidad sumado a la esperanza de vida cada vez mayor es lo que genera esa pirámide mucho más ancha en su tope y lo que se conoce como envejecimiento poblacional, un proceso similar al que sufren muchos países europeos.