En los Juegos Olímpicos que se han llevado a cabo en los últimos años, se repitió una costumbre: los atletas que obtienen medallas, las muerden. No importa la disciplina ni la edad, no se trata de una cuestión generacional. Y no hubo excepción en los de la Juventud que se celebran en la Ciudad de Buenos Aires.
Así es que a los argentinos Delfina Pignatiello (natación), Sol Ordás (remo), Iñaki Iriartes, Agustina Roth (ciclismo) y Facundo Firmapaz, entre otros deportistas nacionales y decenas de internacionales, se los vio con las preseas entre sus dientes.
Una costumbre del siglo XIX
La práctica de morder el oro se remonta al siglo XIX, cuando la gente intentaba diferenciar al preciado elemento dorado de la pirita, un mineral parecido e imposible de rayar dada su consistencia. Se dice que era la forma más efectiva y rápida de percatarse del valor de la posesión. Y más adelante este hábito también se empleó para verificar la autenticidad o falsedad de las monedas.
Popularidad recientemente
Lo cierto es que la costumbre dentro de los atletas y los Juegos Olímpicos se popularizó en Beijing 2008, con el tenista español Rafael Nadal como uno de sus pioneros.
El mallorquín adoptó ese acto incluso para los trofeos que obtiene en los diferentes torneos del circuito tenístico (desde antes de los Juegos asiáticos). No importa su forma: sea copa, plato o rectangular, él posa ante las cámaras mordiéndolos.
David Moeller, luger alemán que compite manejando trineos sobre nieve), le dio cierto grado de responsabilidad a los fotógrafos que presencian las altas competencias con una curiosa anécdota. Tras ganar medalla en los Juegos de Invierno de Vancouver 2010, un camarógrafo le pidió que la mordiera. Él accedió y más tarde se percató de que le faltaba un pedazo de su pieza dental, según confesó.
“Levanta la medalla, mostrala a la cámara, mordela…”, pedidos habituales que salen de boca de los fotógrafos durante las premiaciones y son dirigidas a los atletas. Les sirven para innovar, diferenciar, convertir una imagen típica en algo más originales.
La práctica lleva unos cuantos años y ya se popularizó. Y los jóvenes que crecieron viendo a sus ídolos morder las medallas, hoy los imitan.