La batalla contra la inflación va a ser uno de los grandes desafíos de 2018. Si bien el Gobierno muestra que la inflación bajó del 45% anual en 2016 al 24% actual, lo cierto es que en ese punto hay un truco estadístico. Como dice Mancur Olson en su libro Auge y Decadencia de las Naciones: “Hoy en día los economistas disponemos de tal herramental matemático, estadístico y econométrico, que podemos torturar los números hasta que confiesen lo que queremos”.
Si uno observa la evolución del IPC de los últimos cinco meses puede advertir que la inflación no está bajando sino que se mantiene estancada en torno al 24% anual aproximadamente.
GRÁFICO 1
En 2016 el IPC se disparó por la devaluación y los ajustes de tarifas. En 2017 el tipo de cambio se contuvo quieto vía la tasa de interés y los ajustes de tarifas fueron menos intensos, con lo cual la variación anual del IPC disminuyó pero no está tan lejos de los niveles que dejó el kirchnerismo.
¿Por qué no baja la inflación si el BCRA sube la tasa de interés y toma deuda en LEBACs hasta niveles realmente peligrosos? Para explicarlo voy a utilizar el Cuadro 1.
CUADRO 1
¿Cómo se determina el poder adquisitivo de la moneda? El Cuadro 1 muestra diferentes columnas. La segunda muestra la cantidad de pesos en circulación. La tercera la cantidad de moneda que la gente quiere tener en el bolsillo por las dudas. Lo que se conoce como demanda por moneda o demanda de saldos monetarios no remunerados. Tengo dinero en el bolsillo pero no cobro interés por retenerlo. La cuarta es la diferencia entre la segunda y la tercera. Si hay 10.000 en circulación (caso 1) y 2.000 están inmovilizados, los pesos que efectivamente se utilizan para transacciones son 8.000 como muestra la cuarta columna. Si la oferta de bienes es de 800 unidades, el nivel general de precios va a ser de 10.
En el caso 2 supongo que aumenta la cantidad de pesos en circulación pero no crece la demanda por moneda. Esto significa que quedan 9.000 pesos en circulación, si la oferta de bienes no aumenta, el precio promedio de la economía estará en 11,25 en vez de 10.
Tercer caso. Aumenta la cantidad de moneda pero también baja la demanda de moneda o solo baja la demanda de moneda respecto al ejemplo 2. Si la oferta de bienes es de 800 el precio promedio sube a 12,5. Este es un punto importante, porque puede no aumentar la cantidad de moneda, pero si disminuye la demanda de dinero y la oferta de bienes es contante, el nivel de precios tiende a subir.
El último ejemplo, caso 4, supongo que el stock de moneda en circulación se mantiene constante al igual que la demanda de moneda, pero baja la oferta de bienes. Nuevamente tenemos un nivel de precios más alto, en este caso en 14,3.
De todo lo anterior se desprende que no es que si aumenta un 10% la cantidad de moneda, los precios suben inmediatamente un 10%. Todo va a depender del comportamiento de la demanda de moneda y de la oferta de bienes y servicios. Es decir, son tres los factores que determinan el poder adquisitivo de la moneda: la cantidad de moneda en circulación, la demanda de moneda y la oferta de bienes y servicios.
Por eso la tasa de interés no resulta un instrumento idóneo para frenar la inflación. Si sube la tasa de interés y frena el nivel de actividad y cae la demanda de moneda, cualquier aumento en el stock de pesos en circulación impacta en el nivel de precios por más que suban la tasa de interés.
Es difícil medir todos estos conceptos con datos de la economía, pero si tomamos el aumento del circulante que está en el 31% anual, la oferta de bienes y servicios crece al 4,3% (tomando aumento del PBI e importaciones) la diferencia es de 27 puntos con lo cual se acerca bastante a la tasa de inflación que mide el IPC. Uno podría concluir que la demanda de moneda (cantidad de pesos inmovilizados que quieren tener la gente) no aumenta y, por lo tanto, todo sobrante de pesos que hay en el mercado se va a precios.
En la medida que el BCRA tenga que seguir expandiendo moneda a estas tasas producto del déficit fiscal y la demanda de moneda no aumente, el escaso crecimiento de la oferta de bienes no logra compensar el impacto en precios y vamos a seguir teniendo tasas de inflación como las actuales.
Si efectivamente la demanda de moneda está, en el mejor de los casos, constante, la tasa de interés no sirve para frenar la inflación con estos niveles de expansión del circulante y este crecimiento de la economía. Por lo tanto, para frenar la inflación se requiere algo más que subir la tasa de interés. Hace falta una política fiscal consistente con el objetivo de bajar la inflación. Coordinar política monetaria y fiscal es lo que está faltando y la tasa de interés no es sustituto de esa coordinación monetaria y fiscal.
Cualquiera que diga que puede estimar cuál es la demanda de moneda está vendiendo humo porque nadie puede saber cómo será el comportamiento de millones de personas. De manera que lo máximo que podría intentar el BCRA para frenar la inflación es emitir en base a la expansión de la oferta de bienes y servicios (crecimiento del PBI e importaciones) para que los precios o suban, hipótesis de trabajo muy fuerte si tiene que seguir financiando al Tesoro.
En síntesis, la tasa de inflación no baja porque el BCRA emite por encima del crecimiento de la oferta de bienes y servicios y de la de la demanda de moneda. Seguir probando con la tasa de interés es perder el tiempo.
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