Una encuesta de diciembre de 2020 en Estados Unidos mostró que 1 de cada 3 empleados de hospitales y centros médicos “probablemente” o “sin dudas” rechazaría la inmunización contra el COVID-19, a pesar de tener prioridad y de haber visto de primera mano los estragos de la enfermedad.
Resisten a la vacuna
Aunque tienen prioridad en la fila para la vacuna porque fueron la primera línea en la batalla contra el COVID-19, muchos trabajadores de la salud en los Estados Unidos se han resistido a ser vacunados. Algunos se negaron de plano; otros rechazaron la dosis ahora y prometieron considerarla en el porvenir. Es un grupo inesperado en la negativa a la vacunación, que en general ha sido promovida por grupos antivacuna y desinformación.
Temores Infundados
“Sucede en los asilos de ancianos y, en menor medida, en hospitales, donde los empleados expresan lo que los expertos llaman temores infundados a los efectos secundarios de vacunas que se desarrollaron a una velocidad récord”, explicó la agencia. En algunos lugares “hasta el 80% del personal se resiste”.
La agencia citó a un cirujano de Portland, Oregon: “No creo que nadie quiera ser un conejillo de Indias“, dijo Stephen Noble, de 42 años. “A fin de cuentas, como hombre de ciencia, sólo quiero ver qué muestran los datos. Y quiero los datos completos”, dijo el médico que por ahora ha postergado la decisión de recibir la vacuna hasta abril o mayo.
Un resumen
Los Angeles Times resumió algunas cifras del estado de California, el más poblado del país, con 40 millones de habitantes, y el que más sufrió durante la última ola de COVID-19: “En el Hospital Comunitario St. Elizabeth del condado de Tehama County, menos de la mitad de los 700 trabajadores de la salud que estaban en condiciones de recibir la vacuna la aceptaron cuando se les ofreció por primera vez.
En el Centro Médico Providence Holy Cross de Mission Hills, uno de cada cinco enfermeros y médicos en la línea de fuego han rechazado la dosis. Aproximadamente entre el 20% y el 40% del personal sanitario del condado de Los Angeles al que se le ofreció la vacuna hizo lo mismo. En el condado de Riverside han sido tantos los que rechazaron la vacuna —un 50%, se estima— que los funcionarios y los directivos de los hospitales se han reunido para trazar una estrategia que permita redistribuir las dosis que no se usaron”.
En grave peligro
En la costa este de los Estados Unidos, The New Yorker observó el mismo fenómeno: “A pesar de haber visto de primera mano los estragos del COVID-19 —y de hacer un trabajo que los pone en grave peligro, como a sus familias— los trabajadores de la salud expresaron niveles similares de resistencia a la vacuna que la población general. Encuestas recientes muestran que, en general, alrededor de un tercio de ellos se resiste”.
Cuestiones políticas
La encuesta de diciembre 2020 de la Fundación Kaiser mostró, en efecto, que el 29% de los trabajadores de la salud “probablemente” o “sin dudas” no aceptarían la vacuna, apenas por encima del 27% del promedio de la población en general. Si bien la mayor divergencia se daba a la hora de analizar el perfil político de las personas (el 42% de los republicanos dijeron que no se vacunaría, contra el 12% de los demócratas), sólo la necesidad pareció unir a los que menos resistencia mostraron: los mayores de 65 años, las personas que habitan en un hogar donde alguien tiene una enfermedad grave y los que viven en ciudades y tienen la aglomeración o el transporte entre sus problemas.
Muchos dudan de la vacuna
The New Yorker reveló que casi las tres cuartas partes de los enfermeros certificados tenían dudas sobre la vacuna. Citó otras cifras que marcaban diferencias asombrosas: en el mismo hospital de Yale en New Haven, el 90% de los médicos residentes aceptó vacunarse apenas pudo, pero sólo los acompañó el 42% del personal de mantenimiento y el 33% de cocina. En Ohio, el 60% del personal de los asilos de ancianos rechazó la primera dosis y en Carolina del Norte, alrededor de la mitad.
Falta de confianza
“En muchos casos, las dudas sobre las vacunas no son un problema de falta de información. Es un problema de falta de confianza”, dijo a la revista David Grabowski, profesor de política sanitaria en Harvard. “El personal no confía en el liderazgo. Tienen verdadero escepticismo ante el gobierno. No han recibido pagos extras por el riesgo. No han recibido equipo de protección personal. No han recibido respeto. ¿Debería sorprendernos que se muestren escépticos ante algo que parece que se les impone?”.
fuente: infobae