Ella era la chica que todas querían ser. Corría 1983. Y, con apenas 19 años, Jennifer Beals protagonizaba una de las películas más icónicas de la década del 80: Flashdance. En el póster del film, que recorrió el mundo entero, se la veía con sus rostro angelical, los rulos característicos de la época, su hombro desnudo asomando por la sudadera y sus manos entrecruzadas entre sus largas piernas coronadas por zapatos rojos. Sí: ella era la chica que todas querían ser.
Eran tiempos en los que las calles de Nueva York estaban invadidas por el breakdance. Y en los que todos, en mayor o menor medida, querían bailar. Entonces Jennifer, en la piel de Alex Owens, se ponía su malla de danza y entrenaba a destajo con la ilusión de entrar a la Escuela de Arte de la ciudad de Pittsburgh. “She is a maaaaaaniac, maaaaaaaniac on the floooooor. And she’s dancer like she never danced befooooooore”, rezaba Maniac, la canción de Michael Sembello que la acompañaba en su rutina de danza.
Como todas las historias románticas de la época, teñidas por la cultura machista imperante, donde había un hombre que llegaba para allanar el camino de la heroína. El era Michael Nouri quien, en el rol de Nick Hurley, interpretaba al jefe de la metalúrgica en la que Jennifer trabajaba para ganarse la vida, además de bailar en un club nocturno. Y sí, él, mediante sus contactos, era el que conseguía que ella pudiera audicionar en la compañía a la que aspiraba entrar.
Así, frente un exigente y conservador jurado de danza clásica, Jennifer desplegaba toda su destreza al ritmo de What a Feeling. Es verdad que fue necesaria la participación cuatro dobles de cuerpo, uno de ellos un varón de 16 años, para que hicieran los saltos, giros y piruetas que se ven en la jugada coreografía con la que se llega al final de la película. Pero, pese a la decepción de muchos al conocerse este detalle, en el imaginario colectivo quedó la idea de que la que bailaba era ella. La que todas querían ser.
Flashdance arrasó en taquilla, en los Oscars, en los Globos de Oro, en los Grammy… Y Jennifer parecía destinada a convertirse en la nueva mega estrella de Hollywood. Sin embargo, justo en ese momento, la actriz decidió abandonar su carrera de actriz para dedicarse a estudiar literatura en la Universidad de Yale.
“Es gracioso, porque todos piensan que es algo muy particular, pero a mí me parece bastante normal. Mi idea era continuar mi educación. No pensé darle la espalda a mis estudios. La forma en que pensaba era: ‘Me encanta la universidad, me encanta aprender, me encanta la experiencia de estar en un aula y eso es lo que decidí hacer. Filmé Flashdance cuando me gradué de la escuela secundaria y luego continuar mi educación en la universidad parecía el siguiente paso lógico. Ni siquiera dudé un segundo. Por el contrario, estaba emocionada porque quería volver a estudiar”, confesó Jennifer.
Por entonces, no hubo dinero que la convenciera de relegar un examen en aras de una filmación. Sin embargo, una vez graduada, Bels volvió a la actuación. Apareció en Vampire’s Kiss junto a Nicolas Cage, y en Devil in a Blue Dress con Denzel Washington. También protagonizó varios programas de televisión de larga duración, como Malibu Road 2000, The L Word y The Chicago Code y Swamp Thing.
En la actualidad, Jennifer está casada con Ken Dixon, con quien tiene una hija, practica la filosofía budista y es aficionada a la fotografía. Sigue actuando: fue elegida para protagonizar la película After, aquí empieza todo. Y asegura no estar dispuesta a alejarse de la actuación nunca más.
Muchos creen que se perdió su gran oportunidad, ya que jamás volvió a disfrutar del éxito del los 80. Pero lo cierto es que, se muestra espléndida y feliz a sus 55 años -como si el tiempo nunca hubiera pasado para ella- Y queda claro que haberse alejado de la vorágine de la fama en su momento, tal vez no fue una tan mala decisión para Jennifer.
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