Desde Europa, antes de tomar el vuelo de regreso que el viernes lo depositó en Buenos Aires, Florencio Randazzo confirmó que se decidió a jugar en la interna peronista de la Provincia. Lo hará enfrentando a Cristina o a quien Cristina elija como candidato a senador para la elección de octubre.
La confirmación la tuvo el sindicalista Sergio Sasia, jefe de la Unión Ferroviaria, quien llamó a Randazzo el miércoles pasado para felicitarlo por su cumpleaños. El ex ministro de Felipe Solá en la Provincia y de Cristina en la Nación cumplió 53. La celebración, en un viaje familiar, incluyó un encuentro privado con el papa Francisco, quien lo recibió durante casi una hora el viernes 24 en la residencia de Santa Marta. No hubo fotos ni información detallada sobre esa reunión, atento al deseo del Papa de evitar la “utilización política” de sus conversaciones con dirigentes argentinos.
El mismo tratamiento tuvo la visita que la gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, le hizo al día siguiente, sábado 25, en un viaje relámpago a Roma. De todos modos, la política lee estas peregrinaciones vaticanas de una manera unívoca: son virtuales bendiciones papales a quienes se aprestan a asumir los mayores desafíos políticos del año. Quizás suene algo exagerado, como protestan los amigos de Francisco. Pero la lectura no depende de ellos, ni del habitante de Santa Marta.
Quienes encaran esta cruzada tienen claro que lo único seguro es el riesgo. Pero sostienen que aunque no existen garantías de ganar la interna con Randazzo, están convencidos de que Cristina llevaría al peronismo a una nueva derrota, consolidando quizás por insoportables ocho años a Macri presidente y Vidal gobernadora.
Los tiempos y forma del lanzamiento de Randazzo se empiezan a discutir este fin de semana, así como el armado del espacio político que disputará frontalmente con el kirchnerismo. El primer paso sería un acto para cuya organización ya entraron en contacto el ferroviario Sasia, los jefes del Movimiento Evita, Emilio Pérsico y Chino Navarro, y el titular del SMATA, el poderoso gremio mecánico, Ricardo Pignanelli; además de intendentes del GBA.
Del universo sindical comprometido a acompañar este emprendimiento sobresalen también los secretarios generales del gremio de choferes de colectivos y micros (UTA), Roberto Fernández, y el taxista Rubén Viviani. Y esperan sumar pronto a más sectores. Incluso algunos de los que en 2013 migraron del peronismo cristinista al entonces triunfante Frente Renovador de Sergio Massa. La cara más visible de ese camino de regreso sería Héctor Daer, miembro del triunvirato que conduce la CGT y dirigente del gremio de Sanidad, donde secunda a Carlos West Ocampo.
Los rencores que Cristina dejó sembrados en el gremialismo son infinitos. Tanto que el único miembro de la conducción de la CGT que no se anotaría en esta cruzada interna sería el metalúrgico y ex intendente de Quilmes, Francisco “Barba” Gutiérrez.
Los intendentes del Grupo Esmeralda también van a sumarse. De hecho fueron algunos de ellos, como Juan Zabaleta (Hurlingham), los que más empujaron para que Randazzo se decidiera a liderar una movida política para desplazar a los delegados y operadores explícitos o malamente encubiertos de Cristina en el peronismo bonaerense. También forman parte del Esmeralda jefes comunales como Gabriel Katopodis (San Martín), que sostiene la necesidad de una renovación pero aconsejaría una mayor prudencia para medir bien el salto que se va a dar; y Martín Insaurralde (Lomas de Zamora), quizás el más popular de todos ellos, que viene de quedar pegado en la foto junto a Máximo Kirchner en la reunión del congreso del PJ bonaerense del viernes anterior en San Vicente.
Uno que primereó en el acercamiento a Randazzo fue su viejo rival en la interna y ahora aliado Julián Domínguez. Aparecieron carteles insinuando lo que busca Julián: ser primer candidato a diputado en las PASO, con Randazzo senador en la boleta. Uno y otro tienen armados propios, con legisladores provinciales y dirigentes territoriales que serán parte del espacio renovador.
No deja de ser curiosa la denominación. Se llaman renovadores muchos de aquellos que estuvieron disciplinados con Cristina hasta el último minuto del último día en el poder.
Randazzo y Domínguez son un ejemplo de este fenómeno. Aunque pueden esgrimir algún atenuante. Los dos fueron dinamitados por la ex Presidenta cuando quisieron ser candidatos en 2015. Ella lo bajó a Randazzo de la carrera presidencial contra Daniel Scioli y él no aceptó entonces ser candidato a gobernador. Y Domínguez peleó por la gobernación junto a Fernando Espinoza –titular del PJ provincial- pero Cristina mandó a La Cámpora y toda su tropa a apoyar como fuera a Aníbal Fernández y Martín Sabatella. Así, Aníbal fue candidato y María Eugenia Vidal gobernadora.
Ese enfrentamiento con Cristina, que ninguno de ellos había buscado, les daría a Randazzo y a Domínguez el pasaporte a postularse como lo nuevo. Así están las cosas.
Pero aún despejada la incógnita principal con la definición de Randazzo, en el espacio dispuesto a enfrentar al cristinismo abundan las incertidumbres.
Una de ellas es si no será suicida enfrentar a Cristina, que tiene una sostenida ventaja en las encuestas sobre cualquier otro dirigente peronista. Los números que ellos mismos manejan le dan a la ex Presidenta niveles de apoyo superiores al 30% con más de 10 puntos de ventaja sobre Randazzo.
Allí es donde algunos aconsejan reunir masa crítica para forzar una negociación, sin llegar a medir fuerzas en las PASO. Frente a eso, emisarios de Randazzo y los principales dirigentes que lo apoyan insisten en que solamente un triunfo en la interna contra Cristina validaría la condición renovadora y podría ser presentada a la sociedad como una instancia superadora del pasado.
Fuente: Clarín