Ante la ratificación del apoyo de la CGT, busca acelerar el tratamiento en el Congreso. La ambivalencia de los Moyano y la negociación por OCA.
El desorden en el peronismo que tanto rédito dio a Mauricio Macri en el plano electoral genera también algunas dificultades en los planes del Gobierno. Con esa mirada, uno de los funcionarios clave en las negociaciones para avanzar con la reforma laboral lamentaba las contradicciones internas de ese espacio opositor reflejadas en el escenario sindical, mientras celebraba la ratificación del apoyo de la mesa chica de la CGT y buscaba bajarle el tono a la marcha de mañana en contra del proyecto.
En medio de ese rompecabezas con la Iglesia como otra pieza importante, el macrismo hará un último intento para sancionar la reforma este año, aun con la certeza de que los tiempos estarán muy justos y la última votación tendría que sucederse entre Navidad y Año Nuevo.
“Ratificaron que van a seguir apoyando, incluso los moyanistas. Y que si hace falta van a ir al Senado a defender la reforma”, dijo a Clarín una fuente del Gabinete, con la decisión de acelerar el tratamiento en el Congreso. Como en otros casos, la ambivalencia de Hugo Moyano desacomodó al oficilialismo y retrasó los tiempos. Su hijo Pablo le puso un freno con su referencia a una nueva ley “Banelco” y llamó para mañana a una marcha contra la reforma, con las dos CTA y otros sectores como la CFT de Sergio Palazzo. De acuerdo con los funcionarios del Gobierno, Hugo comprometió su respaldo y así se movieron Juan Carlos Schmid y Carlos Frigerio, dos de sus dirigentes, más allá de la posición beligerante de Pablo. El camionero mantuvo contacto frecuente con Jorge Triaca -ministro de Trabajo- y otros funcionarios. En el medio corre la cuenta regresiva de OCA: el 7 de diciembre vencerá su licencia como correo privado, con negociaciones para presentar un plan de adecuación. Vinculada a Moyano, la empresa debe $4.000 millones a la AFIP.
“Es difícil desligarlos pero Hugo ratificó que mantiene el banquito de la CGT y apoya la reforma. Pablo está muy aislado”, dijeron en el Gobierno mostrando otra vez confianza en que lograrán destrabar la reforma, luego del regreso de una comitiva de sindicalistas que viajó al Vaticano y al final no consiguió la foto con el Papa Francisco. El cronograma está “muy ajustado” para el oficialismo: al quedar el proyecto para la nueva composición del Congreso, primero se trataría en comisiones en dos semanas y llegaría al Senado entre el 19 y 20 de diciembre, por lo que Diputados tendría que convertirla en ley entre el 27 y el 28.
En la Casa Rosada atribuyeron la marcha contra la reforma a “individualidades gremiales”. Habrá que ver si acuerda con esa consideración Miguel Pichetto, el jefe del bloque peronista en la Cámara alta que para avanzar pidió un apoyo sin fisuras del sindicalismo. Los integrantes del triunvirato defendieron las modificaciones consensuadas hace dos semanas con Mario Quintana y Triaca para “proteger la Ley de Contrato de Trabajo” y los críticos cuestionaron la “pérdida de derechos” y sumarán la reforma previsional al reclamo.
Al término de la reunión de Gabinete, Marcos Peña se refirió a la intención del Gobierno de que el acuerdo con la cúpula de la CGT pueda traducirse en la sanción del proyecto en el Congreso. “Consideramos que han juntado un consenso muy importantecomo para poder debatirlas”, dijo también sobre la reforma previsional y el Pacto Fiscal, y sobre la laboral puntualizó: “Depende ahora del Senado de cuándo le va a dar tratamiento, esperamos que se pueda avanzar porque creemos que es muy bueno para promover más y mejor trabajo en la Argentina”. Con ese objetivo, funcionarios ya mantuvieron contactos con Pichetto, el hombre clave del peronismo en la Cámara alta.