El oficialismo es cauteloso, pero asegura que tiene los votos. La oposición da pelea.
En un clima caldeado por los disturbios del martes y el nerviosismo entre los diputados que llevan las negociaciones, el oficialismo de Cambiemos, con apoyo de fuerzas provinciales y parte del peronismo no kirchnerista, espera este jueves en la Cámara de Diputados convertir en ley la polémica reforma previsional.
La sesión está prevista para las 14. Y será clave el quórum para dar apertura, ya que luego el oficialismo tendría los votos para aprobarla. Incluso así lo admitían esta mañana en el entorno de Cristina Kirchner.
Las horas previas al arranque anticipan la tensión que se prevé dentro del recinto. Desde antes del mediodía, están llegando manifestantes a la zona del Congreso. Son los que se oponen al proyecto que prevé, entre otras cosas, una nueva fórmula de movilidad que provocará que los jubilados ganen menos en 2018, respecto a la fórmula actual.
El Congreso está vallado y con fuertes medidas de seguridad desde temprano (Alfredo Martínez)
La marcha fue convocada originalmente por las CTA y otros gremios anti macristas, y este miércoles, sorpresivamente, se sumó la CGT, que además convocó a un paro nacional para el viernes. Este mediodía, en medio del arribo de manifestantestambién iban apareciendo los diputados llamados sesionar.
Un indicio para el oficialismo de que tendría los votos es que, tras haber obtenido dictamen en la comisión de Previsión el martes, en tiempo exprés decidió la convocatoria a sesión especial para tratarlo.
Las espadas legislativas de Cambiemos ya trabajaban desde el lunes en esta hipótesis de no esperar a la semana que viene, siempre y cuando tuvieran los números.
Pero la decisión de apurar el asunto tuvo que ver también con un creciente malestar general contra el proyecto: no sólo CGT convocó a un paro general contra la reforma, sino que ayer la Gendarmería reprimió el intento de un acampe de organizaciones sociales frente al Congreso.
En los choques hubo detenidos y heridos, y dos diputados, Leonardo Grosso (Movimiento Evita) y Victoria Donda (Libres del Sur), denunciaron que fueron golpeados. “Nos cagaron a palos”, dijo Grosso, que luego pidió suspender la sesión para este jueves.
La sesión es “especial” porque de esa manera se puede llevar al recinto un proyecto sin que hayan pasado los siete días reglamentarios luego del dictamen.
Está citada para las dos de la tarde.
Después de la previsional, figura el tratamiento de la reforma tributaria, el revalúo impositivo contable y la autorización al Presidente para salir del país.
El Congreso ya había amanecido este miércoles con la inusual custodia del Destacamento Móvil 6 de Gendarmería, con sede en Ezeiza. Y este jueves se sumaron vallados y fuertes medidas de seguridad.
Gendarmería custodia el Congreso. (Télam)
Se espera un duro debate en el recinto y manifestaciones en la calle contra una reforma que significará menos dinero en 2018 en los bolsillos de los jubilados y beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo.
Un universo de 17 millones de personas que harán un “ahorro” para la Anses de entre 80.000 y 100.000 millones de pesos, según los cálculos.
El eje de la polémica es el cambio en la fórmula para calcular los incrementos. Se dejarán de lado los dos aumentos semestrales de la ley de movilidad jubilatoria por una fórmula que combina el índice de inflación (en un 70%) y la Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables, RIPTE, (30%).
Quienes se oponen a la reforma denuncian un “saqueo al bolsillo de los jubilados”, que todavía no recuperaron lo perdido en 2016 (cuando hubo inflación superior al 40%) en un país donde la masa de jubilados tiene ingresos bajo la línea de la pobreza.
Desde el oficialismo sostienen que lo razonable, ahora que hay índice confiable, es actualizar por inflación más un plus y que el sistema previsional, así como está, no es “sustentable”.
El llamado a la sesión fue decidido tras un cónclave en la Casa Rosada del que participaron el jefe de Gabinete Marcos Peña, el ministro del Interior Rogelio Frigerio, el titular de Diputados Emilio Monzó y el del bloque Pro Nicolás Massot.
Peña y Frigerio. (Germán García Adrasti)
“Estamos OK para sacar las reformas previsional y tributaria”, informó temprano Frigerio al presidente Mauricio Macri.
El oficialismo está confiado pero cauteloso. Y la pelea era voto a voto porque también hay disidencias internas, como fue el caso de Elisa Carrió, luego reconvertida en militante a favor de la ley.
“Estamos tratando de construir los consensos necesarios.Consideramos que va a haber una mayoría para sacar la ley”, declaró el jefe de Gabinete Peña.
Prevén una votación ajustada, pero sin riesgos de que se caiga la ley salvo un vuelco impredecible ante la presión creciente.
Reunirían, según cálculos, de 125 a 130 votos; 140 en un escenario muy optimista para el Gobierno.
Son 107 propios, 6 santiagueños del Frente Cívico y parte del interbloque Argentina Federal del peronismo no K: 4 cordobeses, 5 misioneros y 3 tucumanos.
El Bloque Justicialista, de 19 miembros y el mayor dentro de AF, “no acompañará” la ley, anticiparon cerca del jefe de esa bancada, el salteño Pablo Kosiner.
Pero, aquí una clave del asunto, el BJ no pondrá en riesgo su tratamiento, ya que dará quórum (129 en sus bancas) para habilitar el debate.
“Nadie quiere esta ley en el bloque. No estamos igual que hace 20 días cuando la votó el Senado. Claramente el sentimiento de la gente en la calle es en contra”, expresó un legislador de esa bancada.
La paradoja para este peronismo no K “de los gobernadores”, que busca ser opción en 2019, es que ha logrado fortalecerse pero su primera gran intervención sería terminar votando una antipática reforma previsional impulsada por el macrismo.
Como pasó en el Senado, porque se trata de un acuerdo amplio firmado por casi todos los gobernadores que incluye el Consenso Fiscal y la Responsabilidad Fiscal, y la “solución política” al Fondo del Conurbano sin afectar la coparticipación, que era el terror de los mandatarios provinciales.
A la reforma se oponen el Frente para la Victoria (65 integrantes), el massismo (17), el Evita (4), en principio el interbloque de Martín Lousteau (4), la izquierda (3), los puntanos de Compromiso Federal (3), Donda, el socialista Luis Contigiani, y la santafesina Alejandra Rodenas. Orillarían los 100 votos, pero no alcanzan para parar la reforma.
Sumarán varios “sin tierra” del BJ, como el bonaerense Diego Bossio, el mendocino Rubén Miranda, pampeanos y sanjuaninos. ¿Llegarán a 110?
Entre quienes no quieren convalidar la reforma pero tampoco que se caiga el acuerdo con los gobernadores habrá que ver cómo pesan las ausencias y las abstenciones.