“Dada la situación, no puedo cumplir con el mandato para el cual fui elegida por el Partido Conservador”, declaró Truss, que se convirtió en el jefa del gobierno británico que menos tiempo pasó al mando del Ejecutivo.
A 24 horas de decir que era “una luchadora y no alguien que se borra”, Liz Truss abandonó el ring. Con el anuncio de su renuncia en las puertas de 10 Downing Street Truss se convirtió en la primera ministra que menos tiempo duró en su gobierno en la larga historia de este país. “Asumí con una visión de país de bajos impuestos y alto crecimiento que podía aprovechar las ventajas que nos daba el Brexit. Pero reconozco que dada la situación no puedo cumplir con este mandato por lo que he hablado con su Majestad el Rey para notificarle mi dimisión como líder del Partido Conservador”, dijo Truss.
La desintegración de los conservadores es completa. El viernes pasado Kwasi Kwarteng y ayer Suella Baverman se habían convertido en el ministro de finanzas y la ministra del interior que menos habían durado en su puesto en la historia. Truss se suma a este record. Sin embargo, el Partido, que lleva 12 años en el poder, no se da por vencido. “Esta mañana me reuní con el presidente del Comité 1922, Graham Brady (…líder de los diputados sin cargo gubernamental….). Acordamos que habrá una elección de líder partidario la próxima semana para mantener la estabilidad económica y la seguridad nacional. Seguiré como primera ministra hasta que se haya elegido un sucesor”, dijo Truss.
En medio de un clamor generalizado para convocar a elecciones anticipadas, el reemplazante de Truss será el tercer primer ministro en poco más de dos meses, el quinto en los últimos 6 años, si un comienza el conteo con la renuncia de Dave Cameron luego de perder el referendo por el Brexit en 2016. Lejos de ser la “oportunidad” que mencionó en su mensaje Truss, el Brexit fue un boomerang a la que la primera ministro le agregó su propia poción venenosa: una agenda ultra neoliberal, la “Trusseconomics”
Las claves de la renuncia de Truss
Las últimas 24 horas fueron tan caóticas que hasta en sus twits, los circunspectos periodistas británicos, pedían que les dieran tiempo para ir a cenar. “Me fui a cenar y apagué el celular por 90 minutos. Grave error”, twiteó un reportero ducho estas lides Lewis Goodall. Las claves del caos se pueden encontrar en la carta de renuncia de ayer de la ministra del interior Suella Baverman. “Asumo la responsabilidad de mi error y renuncio. Es lo que debería hacer todo el mundo cuando se comete un error”, explicó para agregar que, “fingir que no hemos cometido errores, actuar como si nadie pudiera ver que los hemos cometido y esperar que las cosas salgan bien por arte de magia, no es serio”.
Baverman se refería al presupuesto que presentó el 23 de septiembre el ex ministro de finanzas de Truss, Kwasi Kwarteng. El presupuesto contenía un colosal aumento del gasto para contrarrestar la crisis energética global en los próximos dos años y una igualmente colosal reducción impositiva para los ricos y las corporaciones. El agujero fiscal para cubrir con deuda rondaba unas 60 – 70 mil millones de libras: los mercados le bajaron el pulgar desde el primer día. El viernes pasado, en medio de una corrida de la libra y los bonos soberanos, renunció Kwarteng. Este lunes su reemplazante, Jeremy Hunt, dio marcha atrás con casi todas las medidas del presupuesto que constituían el corazón del programa económico de Truss.
Como mucho de lo que está pasando en esta interminable crisis, la supuestamente digna carta de renuncia de Baverman no deja de ser una ironía: la ahora ex ministra apoyó a Truss en la elección interna para sustituir a Boris Johnson y fue una de las adalides de la reducción impositiva para impulsar el crecimiento vía la inversión que se derramaría por el resto de la sociedad.
En declaraciones a la BBC un diputado conservador, Charles Walker, apuntó contra Baverman y medio gabinete con un diagnóstico contundente sobre la situación del Partido Conservador. “El espectáculo que estamos dando es verdaderamente lamentable. Soy diputado hace 17 años y nunca vi algo tan espantoso. Espero que todos los que pusieron a Liz Truss en 10 Downing Street se sientan contentos con los puestos que consiguieron a cambio. No soporto más a esa gente que por ambición personal y no por el interés de la nación, la han respaldado. Digo lo que piensan cientos de diputados conservadores”, dijo Walker.
Como era de esperar, frente al caos los mercados financieros reaccionaron esta mañana a la baja: descenso de la libra frente al euro, temblor en la bolsa, caída de las acciones, en particular las vinculadas al sector de hipotecas inmobiliarias. El anuncio de Truss no despeja la neblina ni económica ni política. El Reino Unido tendrá por una semana un gobierno zombi y real incertidumbre respecto a la duración de quien lo reemplace.
La oposición exigió elecciones generales y seguirá haciéndolo cada vez que hable un conservador sobre sus planes gubernamentales. El mensaje del laborista Sir Keir Starmer, que lleva 30 puntos de ventaja a los conservadores en las encuestas, reflejó una sensación generalizada de hartazgo que alcanza a muchos Tories. “El Partido Conservador no tiene un mandato para gobernar. Después de 12 años de fracaso, el pueblo británico merece algo diferente a esta puerta giratoria del caos. Las crisis las crea Downing Street y las padeece el pueblo británico”, señaló Starmer.