Letras de Fuego / Colaboración / Por Eduardo Ceballos* Replicamos la brillante semblanza sobre René Favaloro, realizada por Eduardo Ceballos y publicada por el Diario El Tribuno de Salta este miércoles 12 de julio, en ocasión del centenario del natalicio del médico argentino.
Justo hoy, miércoles 12 de julio, se cumple el centenario del natalicio de René Gerónimo Favaloro, ocurrido en 1923 en el barrio El Mondongo de la ciudad de La Plata. Su infancia en una humilde casa de barrio, a una cuadra donde se levantaba el Hospital Policlínico. Desde su más tierna infancia, a los cuatro años expresaba que quería ser “doctor”, como si hubiese una mágica orden. Un tío médico le hizo conocer los secretos del trabajo en el consultorio. Realizaba la escuela primaria y a la tarde acompañaba a su padre carpintero ebanista, que le enseñaba su oficio. Su madre era modista. Vida sencilla, de trabajo, esfuerzo y con códigos de respeto. Su abuela le enseñó el amor por la tierra y el milagro de la semilla. Ese amor creció en el tiempo y le dedica a su abuela la tesis del doctorado de este modo: “A mi abuela Cesárea, que me enseñó a ver la belleza hasta en una pobre rama seca”.
En 1936 ingresó al Colegio Nacional de La Plata, donde tuvo como docentes a los destacados Ezequiel Martínez Estrada y Pedro Henriquez Ureña, quienes le infundieron una profunda base humanística. Además de los conocimientos adquirió ideales como libertad, justicia, ética, respeto. Finalizada la secundaria ingresó en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata. Estudiaba con fuerza y pasión. Prácticamente vivió en el hospital, aprendiendo a respetar a los enfermos.
En 1949 apenas recibido ingresó como médico auxiliar y cuando lo llamaron para confirmarlo no lo hizo, por no aceptar ser humillado ni aceptar la doctrina del gobierno. Un tío que vivía en Jacinto Arauz, un pueblito de La Pampa de 3.500 habitantes, le pide que reemplace al único médico, el doctor Dardo Rachou Vega, que estaba enfermo. Acepta el desafío, que era por unos meses. Llegó en mayo de 1950 y poco tiempo después falleció el doctor Rachou Vega de cáncer de pulmón. Favaloro ya era parte del pueblo y se aquerenció por largo tiempo. Su hermano Juan José, también médico, se sumó a la vida de ese pueblo. Por muchos años con la ayuda de la gente trabajaron con alegría por esa humilde comunidad. René Favoloro leía y estudiaba sobre los últimos adelantos. Cada tanto volvía a La Plata para actualizar sus saberes. Soñaba viajar a Estados Unidos para hacer una especialización. Le confesó su deseo al doctor Mainetti, quien le aconsejó que el lugar indicado era la Cleveland Clinic. Luego de sortear muchos obstáculos pudo ingresar a esa prestigiosa clínica de Estados Unidos como miembro del equipo de cirugía. Estudiaba e investigaba, hasta que en 1967 empezó a usar la técnica del bypass o cirugía de revascularización miocárdica. Rápidamente creció su fama y su procedimiento cambió la historia de la enfermedad coronaria.
Pero su patria lo llamaba y volvió, para crear la Fundación Favaloro en 1975, para aplicar todos sus conocimientos y formar numerosos discípulos en esta especialidad científica.
En 1980 creó el laboratorio de investigación básica, que financió con su dinero, y en 1998 creó la Universidad Favaloro, al servicio de la patria.
Ese año 1998 tuve la suerte de conocer a este extraordinario hombre de la medicina, en el domicilio de la Fundación Favaloro, en la avenida Belgrano 1746, a media cuadra de avenida Entre Ríos y a unas cuatro cuadras del Congreso de la Nación, porque fui a visitar en ese domicilio al maestro Eduardo Falú, a quien el doctor Favaloro le puso un bypass que le salvó la vida a nuestro gran músico. Cuando visitaba al amigo guitarrista llegó a ver a su enfermo el doctor Favaloro y pude estrechar la mano de este gran científico. Luego, Eduardo Falú, ya restablecido, le dedicó un bailecito de su autoría titulado “El agradecido”, en homenaje a su médico salvador. Tiempos después grabé con el artista Cholonga Navarro, el CD “Frutos de la memoria”, donde le dedicamos un tema, con un recitado que me pertenece y que dice de este modo: “Hay historias de entrega, de seres que van más allá de la vida; siembran su semilla con abnegación y fe, con todo el saber que la ciencia otorga, más se cotiza saber que la brillantez del oro, es hora de devolver, corazón para Favaloro”.
A los 77 años, el 29 de julio del 2000, el cirujano argentino, eminencia mundial, decidió suicidarse, por no soportar los modos y los mecanismos de dirigentes, gremialistas y oportunistas, que tanto le adeudaban.
Gracias por tanto doctor René Favaloro. Dejó en sus últimas cartas todo su sentir. Fue un mártir de esa política que no supo valorar todo el aporte realizado en su existencia. Gracias doctor Favaloro.
*Escritor, antologador, y gestor cultural salteño.