En el edificio donde funciona la nueva fiscalía que investiga la muerte de Alberto Nisman, al mando de Eduardo Taiano, hay un pasadizo secreto. Está ubicado en el tercer piso. Conecta a esa propiedad con la de al lado.

Nadie lo controla. Cualquier intruso audaz, sea quien sea, podría entrar o salir por allí sin ser detectado. ¿Con qué fines? Buenos o malos. No importa. El problema es que es una opción sin riesgo para su potencial protagonista.

En el piso de abajo, el segundo, están las oficinas en las que trabajan Taiano y su equipo. Son, en total, seis personas. Los ascensores no funcionan. En sus despachos guardan información sensible sobre la investigación de la muerte violenta del fiscal del caso AMIA. Lo hacen en una habitación con paredes de mampostería barata, sin techo, que se cierra sólo con una puerta de madera con llave.

A esta conclusión llegó un informe preparado por la Gendarmería en el que se tuvo en cuenta cuáles son las condiciones de trabajo de Taiano y su equipo, usando como “hipótesis” a la de “riesgo máximo”.

El título de la carpeta del análisis está titulado “Informe de Seguridad 01/06”. Y lleva como agregado este texto: “Organismo: Sede Anexo Fiscalía Nacional en lo Criminal Correccional Federal N 3”. El lugar está ubicada en pleno microcentro porteño.

El informe fue encargado por la Dirección de Inteligencia Criminal que depende del Ministerio de Seguridad.

Sus resultados son sorprendentes. Como custodia, la fiscalía de Taiano tiene un solo gendarme en la puerta de los despachos en los que trabaja con su equipo, y un policía federal en la entrada principal al edificio.

Los miembros de Gendarmería se esfuerzan por cumplir con sus obligaciones lo mejor posible. Cumplen turnos de 24 horas con relevos a las 8. No tienen lugar para descansar.

La vulnerabilidad y el riesgo con los que trabajan Taiano y sus asistentes son altos. Tampoco existe un modo que permita conocer si algo raro pasó o pasa allí en tiempo real. No hay cámaras. Tampoco alarmas.

El lugar en el que están guardados los papeles más confidenciales de la causa es una habitación sin caja fuerte, con puerta de madera que se cierra con una llave. Las paredes son de mampostería. Las ventanas de esos despachos dan al frente del edificio.

No tienen rejas. Solo vidrio.

El fiscal Taiano ya recibió amenazas de muerte sofisticadas desde que instruye el expediente que debe dilucidar la muerte de su colega Nisman.

Aún así, trabaja junto a su gente en condiciones inseguras. A pesar de estos contratiempos, su fiscalía avanzó en el caso, y más si se compara lo hecho durante casi dos años antes por la ya jubilada fiscal del fuero ordinario, Viviana Fein. Las pruebas que recolectó Taiano sin embargo, no pueden resguardarse en otro lado que no sea esa pieza tan vulnerable. Así lo indica el informe de seguridad.

Desde octubre del año pasado, el nuevo fiscal de la causa de la muerte de Nisman intenta conseguir mejoras para la seguridad de su fiscalía.

Fuentes judiciales afirmaron que la Procuración General de la Nación, a cargo de Alejandra Gils Carbó, se las negó argumentando que no le alcanza el presupuesto para cumplimentar con las medidas básicas que recomendó Gendarmería.

El edificio de su nuevo espacio laboral –mantiene, por supuesto, la fiscalía federal en el edificio de Comodoro Py 2002– está poco vigilado. No tiene garaje para autos. Está ubicado en pleno centro. Por la puerta pasan miles de personas caminando en los días de semana. Estacionan motos que traban esa dinámica callejera, caótica e insegura.

Las oficinas en las que se trabaja para conocer cómo, cuándo y por qué murió Nisman dan a la calle 25 de mayo. Cada ambiente tiene grandes ventanales incapaces de frenar cualquier intento violento por romperlos.

Las “zonas críticas” que detectó el informe de Gendarmería –muy detallado– son las más básicas.

La conclusión es que todo está mal en la fiscalía de Taiano. El “área exterior” del edificio. El “acceso principal”.

El “área interior”. Cada zona carece de sistemas de seguridad acorde con los protocolos primarios para resguardar a oficinas como ésta.

La puerta para entrar al edificio está vigilada por un solo policía. El acceso al edificio, por caso, no tiene “una barrera contra atentados”, anotaron los expertos que lo analizaron pensando en una tesis de seguridad de “máximo riesgo”. Entre otras conclusiones, los especialistas determinaron que la fiscalía debería contar con cámaras, ventanales blindados, sensores de movimiento, materiales ignífugos, habitaciones que tengan techo, y paredes más firmes.

A eso se le debería sumar más custodios en las puertas de la calle y del segundo piso. El enigmático pasadizo del tercero debería estar vigilado. Y las cerraduras, ser más modernas.

Paradojas de la Argentina: un fiscal federal, Taiano, que investiga la muerte de un colega suyo producida por un disparo mortal, Nisman, trabaja en un lugar un riesgoso para él. Y su equipo.

Fuente: Clarín

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