Por Manuel Rivas* director de Diario Cuarto Poder / Simbiosis maravillosa. Para la escritora Rita Beatriz Valenzuela, cuando el alma se rebela se produce una simbiosis maravillosa entre el alma, la mente y la pluma. Compartimos la entrevista que le realizamos.
—¿Cómo armoniza sus gustos y preferencias entre la poesía y la narrativa?
—No existe en mí una preferencia entre ambos géneros. Eso lo define el alma, es ella la que manda al momento de iniciar un escrito, pero casi siempre van de la mano. De todas maneras, ambas se nutren y complementan de manera tal que las llevo incorporadas en mí de una forma armónica y nada compleja. La narrativa es mente y entendimiento, la poesía es alma y trascendencia. Bien pueden ambas evidenciarse al mismo tiempo en un escrito.
—En su libro “Alquimistas de la vida. Santa Ana en la historia” se refleja otro Clodomiro Hileret ¿eso le trajo problemas?
—Mi libro Alquimistas de la Vida, Santa Ana en la Historia está avalado por el sello editor del Archivo Histórico de la Provincia de Tucumán y eso habla de responsabilidad y confiabilidad de la información pues se basa en registros fidedignos, producto de una profunda investigación donde se muestra la verdadera cara del terrateniente y que por cierto no es la que se pregona. Hubo quien, en defensa de la agroindustria azucarera solicitó que yo desagravie la figura de don Clodomiro Hileret, pero la documentación que respalda lo que yo expreso en el libro habla por sí sola y el solicitado desagravio no se realizó.
—¿Qué sentimientos le genera la certeza de una grieta entre la opulencia de los patrones y la pobreza de los obreros?
—La certeza de una marcada grieta entre la opulencia del Ingenio y por ende de sus dueños y la forma de vida deplorable del pueblo de Santa Ana, genera en mí un profundo dolor e impotencia. Me duele el alma cuando pienso en la opresión, la manipulación, el hambre, el analfabetismo. Lloré mucho a medida que investigaba y escribía mi libro y lo continúo haciendo. Cargo ese dolor a flor de piel, lo vivo como propio, no lo puedo evitar.
—¿A qué razones atribuye el éxito de Hileret en la construcción del mito del Perro Familiar?
—El mito del Perro familiar fue una estrategia de Hileret para justificar los atropellos que se cometían contra los obreros. Considero que su éxito se debió, en gran medida, a la ingenuidad de la gente, al analfabetismo y al temor infundido, en un contexto de vulnerabilidad social latente que fue propicio y beneficioso para quién se aprovechó de ello. También tuvo mucho que ver su relación clientelar con los gobiernos de turno y demás élites dominantes de grupos sociales vulnerables.
—¿Usted cree que la huella de los excesos es difícil de superar o aún se justifica por el perdido y añorado esplendor?
—Creo que la huella de los excesos aún persiste, aunque nada los justifique y no será fácil de superar mientras esos excesos se sigan evidenciando en la actualidad de otra manera más sutil. Continuamos con el mismo paradigma, sólo que el perro familiar cambió de nombre.
—Su libro desnudó a toda una clase social poderosa ¿cree que el impacto era el deseado?
—Mi libro pone al descubierto lo que muchos desean que siga oculto. El impacto que tuvo fue más allá de lo deseado pues, aunque generó polémica, el libro continuó su curso lo cual significa que no pudieron silenciar lo que la Historia grita a voces. No pasó ni pasa desapercibido y hoy lo están usando en colegios primarios y secundarios.
—En este caso puntual ¿toma a la literatura como un medio para despertar conciencia?
—La literatura es un recurso muy preciado para la divulgación de la información y en este caso fue el medio que yo utilicé para llegar, sobre todo, a las nuevas generaciones, incentivando la apertura a la investigación como bases del conocimiento de su propia historia.
—¿El presente de su pueblo se adormece ante un pasado que se añora como un espejismo?
—El presente de Santa Ana es el de un pueblo decadente en todos sus aspectos y sólo podría añorar del pasado una fuente de trabajo como lo fue la planta fabril, pero con otros cánones que rijan los derechos de los obreros, muy diferentes a los de aquella época donde se aplicaban leyes ya derogadas para lograr mano de obra barata, como ser “la ley de conchabos” que ya había sido derogada en 1896 por Lucas Córdoba y sin embargo la Industria azucarera la implementó ilegalmente hasta 1940.
—¿En qué aspectos se rebela el alma cuando hablamos de poesía?
—Si hablamos de poesía podríamos decir que el alma se rebela en el momento justo en que fluye la inspiración y se produce una simbiosis maravillosa entre el alma, la mente y la pluma desde lo abstracto y subjetivo de los sentimientos que raudamente afloran y sin los cuales nada sería posible. Es un estado maravilloso.
—¿Por qué escribe poesía?
—Escribo poesía porque cuento con un alma que desborda constantemente en la necesidad de expresarse.
—¿Cómo juegan los recuerdos y el paso del tiempo en su escritura poética?
—El recuerdo es cimiente, es raíz, es el Alfa de mi escritura y a la vez, es también el eslabón perdido, cuando me sumerjo en su laberinto y muchas veces sólo encuentro el vacío que me espera indolente. Es allí cuando sostengo que el tiempo es mi enemigo perpetuo pues me niega el placer de encontrarme frente a frente con el reflejo de mi existencia. Ese es uno de los momentos en que el alma se rebela.
—Su poesía tiene un tono nostálgico, pero subyace un mensaje esperanzador ¿Cómo logra derrotar a la melancolía?
—Sí, casi siempre mi musa inspiradora es la tristeza y la melancolía, siempre fue así. Logro mayor inspiración con el dolor que con la alegría. A los momentos bellos los disfruto y a los de profundo dolor los transmuto en poemas y de esa manera libero el alma. Subyace la esperanza y supero la melancolía porque amo y valoro la vida y todo lo que ella nos prodiga.
—¿Le preocupa la trascendencia del alma?
—No, para nada. Pienso que el alma trasciende cada vez que me inspiro, entonces no puedo temer ni preocuparme por ello. De todas maneras, es y será un instante supremo y maravilloso.
—En su libro homenajea a escritoras que admira ¿Cómo aborda el proceso creativo a partir de esa inspiración?
—Así es. Leí mucho, sobre todo en mi juventud, porque trabajé en una biblioteca y tuve la posibilidad de leer a grandes autores. Entre ellos la que más ejerció su influencia en mí fue Julia Prilutzky Farny, una poeta ucraniana radicada en Argentina la cual dejó en mí la cadencia de sus versos y la musicalidad de una rima perfecta. Muchas veces antes de escribir leo alguno de sus pomas para retomar su ritmo, su rima y sobre todo su métrica estableciendo así un nexo entre su poesía y la mía.
—Sus padres ocupan un lugar en su poesía ¿Cómo influyeron cada uno de ellos en su vocación?
—El que mayor influencia tuvo aun conociéndolo muy poco fue mi padre. Él falleció cuando yo contaba ocho años y fue esa circunstancia la primera y mayor inspiración que yo tuve en la vida. Podría decir que fue la primera vez que se rebeló mi alma. Por otro lado, mi madre fue la que a través de su alma noble y su corazón puro me enseñó a amar la vida y la que a través de su amor templó mi alma y mi mente
—¿Qué lugar ocupan los sueños a la hora de escribir?
—Los sueños siempre están presentes en mis escritos traducidos en ansias y en deseos. En mis poemas, mis utopías se tornan reales y no hay lugar para lo imposible. Mi poesía se forja en sueños y mis sueños se tornan poesía.
—¿Cómo vivió la pandemia? ¿Cree que salimos mejor de ella como sociedad?
—La pandemia la viví con mucho dolor y con temor en un principio. Luego comprendí que debía vivirlo con responsabilidad y de ese modo todo fue más leve. También pensé que a nivel sociedad se produciría un cambio positivo, pero en el transcurso comprendí que como sociedad continuamos como al principio y nada se modificará por una pandemia a la que ya naturalizamos y con la cual aprendimos a convivir perfectamente. El cambio fue circunstancial y pasajero.
—¿Cuál es su próximo proyecto?
—En este momento estoy casi concluyendo con un libro de lecturas. Contiene fábulas, leyendas, cuentos, relatos, poemas, mitos, historias reales. Aspiro a que sea utilizado en los colegios primarios y secundarios. También estoy organizando junto a un grupo de profesionales un Centro Educativo Integral y como siempre trabajando constantemente por la preservación del patrimonio Histórico Cultural.
Mi gran objetivo es promover la Cultura y el resurgimiento de valores que son las bases más sólidas para el progreso de los pueblos.