Un informe reciente detalla la realidad de niños y adolescentes pobres por ingresos que a mediados de 2021 no accedían a una correcta alimentación y tampoco a servicios adecuados de educación, vivienda y cloacas.
La Argentina cuenta con 3,8 millones de niños pobres por ingresos y con otras privaciones como el acceso a derechos fundamentales como la educación, la vivienda o a cloacas, según un reciente informe de Unicef en base a datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec).
El estudio reveló que la pobreza interseccional en el 2021 afectó al 28,4% de las niñas y niños del país lo que equivale en términos absolutos a más de 3,8 millones de niñas y niños.
En tanto, el documento presentó un análisis de la pobreza y privaciones en la niñez y adolescencia en Argentina, tanto desde una mirada monetaria como no monetaria. En ese sentido, hizo foco foco sobre el impacto tras la pandemia, así como el acceso a las políticas de protección de ingresos y sus efectos.
En ese marco, indicó que al igual que la pobreza monetaria del conjunto de la población, la pobreza monetaria infantil es altamente volátil y acompaña los movimientos cíclicos de la economía. Sin embargo, destacó que la pobreza infantil lo hace a un nivel bastante más elevado que la pobreza general: entre 14 y 17 puntos por sobre la general.
Así, al primer semestre de 2021, el 54,6% de las niñas, niños y adolescentes se encontraban bajo la línea de pobreza monetaria: 7,2 millones de chicos y chicas. 2,2 millones (el 16,9%) viven en situación de pobreza extrema monetaria.
Cabe destacar que las dimensiones que utiliza Unicef para calcular este indicador multidimensional son educación, protección social, vivienda adecuada, saneamiento básico, acceso al agua segura, y hábitat seguro.
Respecto a los perfiles de la pobreza, el informe dirigido por el especialista en Inclusión Social y Monitoreo de Unicef, Sebastián Waisgrais, y que se titula “Pobreza monetaria y privaciones no monetarias en Argentina” indicó que las niñas y niños significativamente menos pobres que el promedio residen en hogares cuya PR (persona de referencia del hogar) tiene 60 años o más, que ha completado 12 de educación formal (primaria completa) y que se desempeña como trabajador/a independiente profesional o como asalariado/a formal”.
A pesar de eso, el documento sugiere que la tenencia de empleo por parte de la persona de referencia del hogar “no es una condición suficiente para que el hogar escape de la pobreza”.
“Una niña o un niño cuya PR se desempeña como asalariada informal, o como trabajador por cuenta propia en ocupaciones de baja cualificación, tiene una probabilidad de estar en la pobreza dos veces más alta que la de quienes residen hogares cuya PR es un trabajador formal (solamente un poco menor a la de aquellos cuya PR está desocupada). Es claro que la calidad de la inserción laboral importa y que una inserción precaria en el mercado laboral genera una situación análoga en términos de bienestar que la provocada por la falta de empleo”, destacó.
Otro aspecto central que se desprende de la lectura del informe tiene que ver con la localización de la vivienda en los barrios populares. En ese sentido y según Unicef, “una niña o niño que reside en una vivienda ubicada en un barrio popular registra una tasa de pobreza un 43% más elevada que el promedio general”.
En otro orden, el estudio destacó que la reducción de la tasa de pobreza en el cuarto trimestre de 2020 “se explica únicamente por la mejora en la situación de los hogares sin niñas, niños y adolescentes entre sus miembros, dado que para el grupo que sí los tiene como miembros la pobreza siguió incrementándose, aunque en forma leve (0,6 puntos entre el segundo y el cuarto trimestre de 2020), de manera que la diferencia entre las tasas de pobreza específicas se amplió”.
Respecto a la perspectiva de género, Unicef remarcó que en todo el período bajo análisis las personas que conforman hogares con jefas mujeres muestran tasas de pobreza mayores que las de aquellos cuyo jefe es varón. La diferencia entre ambas tasas pasó de 4 puntos en la primera mitad de 2018 a rondar los 5 puntos en el segundo semestre de ese año.
“En el momento de la crisis desatada por la pandemia esa diferencia se amplió y llegó a 8,2 puntos, mostrando un mayor impacto de la pérdida de ingresos entre hogares con jefatura femenina. Se mantiene la mayor vulnerabilidad de los hogares con presencia de niñas, niños y adolescentes entre sus miembros, que se profundiza cuando la jefa es mujer. Estos hogares, que se encontraban ya en peor situación relativa, sufrieron en mayor medida las consecuencias de la crisis”, afirmó.
Por último, el informe de Unicef planteó que la erradicación de la pobreza requeriría un esfuerzo en términos de crecimiento y lucha contra la inflación más fuerte. En ese sentido, afirmó que se estima que para lograr niveles de un dígito de pobreza infantil se necesitaría crecer a una tasa superior al 3% anual en términos reales durante 15 años.
Sin embargo, remarcó que entre 2015 y 2020 la Argentina redujo su tasa de crecimiento a un -3,8% promedio por año y aumentó 5 puntos la tasa de pobreza general (del 35% al 40%).