Es una práctica transversal de la que no se brinda información oficial. Nueve senadores canjearon todos sus pasajes y se llevaron cerca de un millón de pesos de sobresueldo
Los senadores nacionales canjearon el año pasado 8.375 tickets aéreos y 3.056 terrestres, un total de 11.431 pasajes que les entregó la Cámara alta para trasladarse por el país pero que prefirieron cambiar por efectivo, aprovechando el beneficio del curioso sistema que rige en el Senado Nacional y les permite sumar hasta 91.140 pesos de sobresueldo.
Cada senador recibe 20 pasajes de avión y otros 20 de ómnibus al mes para viajar al destino de cabotaje que desee. Los puede utilizar personalmente o dárselos a un asesor, familiar o amigo. Hay quien se lo otorga a algún militante o allegado de su distrito que necesita viajar y no tiene dinero. Pero muchos prefieren canjearlos por dinero en efectivo y complementar los $184.504,35 ($126.600,49 netos) que perciben como salario mensual.
De acuerdo a la reglamentación, se pueden canjear la totalidad de los pasajes de avión pero sólo la mitad de los terrestres. En total, son entonces 360 tickets (240 aéreos y 120 terrestres) que pueden transformarse en cash cada año. Nueve senadores lo hicieron en 2018.
Sin grietas, a pura transversalidad, quedaron a la cabeza del ranking: el jefe del bloque del Frente para la Victoria, Marcelo Fuentes; figuras destacadas del PRO como Federico Pinedo y Gladys González; los peronistas Omar Perotti, Carlos Reutemann, José Uñac y Daniel Lovera, el radical Juan Carlos Marino y la representante del MPN neuquino Lucila Crexell.
El valor de canje de cada pasaje aéreo fue de $3.401 durante los primeros cinco meses de 2018 y luego aumentó a $4.437. Pero nada obliga a canjear los pasajes durante el mes en que se otorgan. Se pueden acumular y cambiarlos todos a fin de año, al valor de ese momento. Los pasajes terrestres, en cambio, se canjean hace años por $240 cada uno.
Así, según en que mes del año hayan hecho el trámite, los nueve senadores que lideraron el ranking se llevaron en 2018 entre $990.080 y $1.093.680 de sobresueldo.
Pero el beneficio no se acaba con los senadores. También reciben igual cantidad de pasajes las autoridades administrativas de la Cámara y de los bloques. Dos de ellas también canjearon sus 360 pasajes del año pasado por dinero: el prosecretario de bloque radical Néstor Righetti y el del PJ, Lautaro Carignan.
Otros tres senadores canjearon por efectivo todos sus pasajes aéreos –que son los que otorgan, por lejos, el principal beneficio económico- pero utilizaron o decidieron no canjear una parte o el total de los terrestres: los peronistas Miguel Ángel Pichetto, José Mayans y Eduardo Aguilar.
Unos pocos escalones debajo en el ranking, pero con una importante cantidad de pasajes canjeados, se ubicaron otros pesos pesados de la Cámara como Fernando “Pino” Solanas(canjeó 224 pasajes aéreos), Adolfo Rodríguez Saá (210), Rodolfo Urtubey (188) y Maurice Closs (170).
Todo lo referente a los canjes de pasajes en el Congreso Nacional se ha manejado durante décadas con total hermetismo, lejos del escrutinio público. El año pasado, las autoridades de ambas cámaras prometieron acabar con el particular sistema. Los diputados lo hicieron con un abracadabra que les permitió sumar la mayor parte de lo que antes se llevaban por canje directamente al salario de bolsillo, como “gastos de movilidad”.
En el Senado se intentó algo similar, pero resultó más complejo. El valor del canje en esa cámara creció tanto en los últimos años que ya representa un sobresueldo sustancial para los senadores (hasta un 72% para quienes canjean todos sus pasajes). Algunos jefes de bancada interpretaron que no era el momento propicio para otorgarse un “salariazo” incorporando semejante adicional a sus dietas. Entonces todo siguió igual, aunque se ajustaron aún las tuercas para que no trascendiese ninguna información: desde el año pasado, los expedientes administrativos de los canjes pasaron a subirse a la web sin el nombre del senador solicitante.
Fue en vano el pedido ante la Oficina de Transparencia y Acceso a la Información Pública de la Cámara alta y tampoco hubo respuesta positiva ante un amparo judicial. Finalmente, se logró acceder a través de fuentes del Senado a la información que circulaba reservadamente por sus despachos y que los senadores no querían que se conociera.