Este año, en Semana Santa, las puertas de la iglesia San Francisco de Tucumán permanecieron cerradas y el edificio, clausurado. Muchos temen que pueda pasar lo Notre Dame en París (se incendió y se perdieron muchas riquezas históricas). El Estado, por ahora, se desentendió del problema.

Este solar de la Compañía de Jesús, fue construido en 1767, cuando la ciudad fue trasladada desde Ibatin hasta su actual emplazamiento. Desde ese entonces es testigo de los acontecimientos más importantes de Tucumán y del país.

Si sus paredes hablaran, conoceríamos detalles minuciosos de nuestra historia: en 1812 el templo funcionó como cuartel general del Ejército del Norte y durante la Batalla de Tucumán sirvió de hospital de sangre para auxiliar a los soldados heridos. Además, allí fueron sepultados los pocos caídos en la batalla del 24 de septiembre de 1812.

 

Habitación de los congresales

En 1816 el templo San Francisco albergó en las habitaciones del convento a los congresales que venían de otras provincias y prestó algunos muebles para el Salón de la Jura de la Casa Histórica: el crucifijo, la mesa central y algunos sillones descansan en la iglesia de San Francisco y hoy corren peligro. Aquí también el 10 de Julio del mismo año, se ofició el Tedeum, por la Declaración de la Independencia Argentina. Y como si fuera poco, entre otras joyas, el edificio conserva la primera bandera argentina que llegó a Tucumán y la segunda del país, entregada por los héroes de la Independencia en 1814.

En 2018 comenzó a caerse

En agosto de 2018, comenzaron a desprenderse pedazos de revoque y escombros dentro y fuera del templo debido a fallas estructurales por el hundimiento de los pisos, lo que produjo serias grietas en la bóveda central y en la sacristía, lo que derivó a la clausura de la iglesia por una orden de la Dirección de Catastro y de Defensa Civil de la Municipalidad de San Miguel de Tucumán. El templo fue vallado totalmente. Solo quedó una pequeña entrada para ingresar hasta la capilla del Santísimo, una zona que es más nueva, de mitad del siglo pasado, y no corre ningún peligro, advirtieron los franciscanos que están en custodia del edificio.

Patrimonio histórico

El Fray Fernando Lapierre representante de la comunidad franciscana en Tucumán realza el valor del edificio, el patrimonio que representa su estructura y lamenta tener que celebrar una nueva fiesta con las puertas cerradas. “Pasamos la Navidad, la fiesta de San Miguel Arcángel, tres fiestas importantísimas, se vuelve como algo normal. Uno ya lo toma con paciencia, es como la Pasión, una cruz”, apuntó el religioso. Lapierre explica que antes de que tuviera que pedir la clausura del ingreso al templo ya había realizado a la Municipalidad y al Gobierno una advertencia de lo que estaba sucediendo, pero no tuvieron respuestas y a los dos meses de presentada la nota comenzó a caer el revoque.

De Tucumán y la Nación, nada

“Limpiamos las media sombras que cubren la nave central de la iglesia y fuimos haciendo lo que uno creía que era mejor, pero nunca tuvimos una respuesta oficial”, señaló. En este sentido el Fray asegura que pidió al Ministerio de Cultura de Nación y a la Comisión de Patrimonio de la Provincia que evalúe mediante especialistas si existía peligro de derrumbe. La respuesta de ambos organismos fue que podía habilitarse el sector de la nave central, pero los funcionarios municipales que tienen el poder de policía para realizar la habilitación lo rechazaron.

Arturo Illia

El templo fue declarado Monumento Histórico Nacional en el año 1964 durante la presidencia de Arturo Umberto Illia (1963–1966) y desde entonces los Franciscanos que tiene en su custodia el lugar no pueden hacer ninguna intervención sin el consentimiento del Ministerio de Cultura de Nación. Para el Fray que está a cargo de la iglesia, esto es solo un título. “Hubo un desinterés de los gobierno provinciales, municipales y nacionales, son muchos años en lo que no se hizo nada”, expresó visiblemente molesto y angustiado por el estado actual del lugar.

Vender algunos de los tesoros que conservan

Semanas atrás el Fray había declarado en el programa “Vivo Tucumán” de Telefe que si no conseguían dinero para poder hacer las obras iba a tener que vender algunos de los tesoros que hoy conservan. “Podemos conseguir un arquitecto romano, pero a la iglesia la hicieron con dinero de los tucumanos. Los frailes podemos contribuir con algo de dinero pero hablamos de $5 millones”, explicó el religioso. “Si vendo los muebles originales de la Jura y se los ofrezco a los yanquis o japoneses, si vendemos el crucifijo de la Jura que es de 1600 sacaría una fortuna”, lanzó.

Actualmente, además del Fray Fernando Lapierre conviven en el convento, que supo estar saturado de visitantes en sus “tiempos mozos”, otros cuatros sacerdotes: uno de 93, otro de 83 años y otros dos de 70 y 60. Todos, incluidos los de avanzada edad, confiesan y dan misas en distintos horarios en la Capilla que está habilitada en otro sector del templo.

Tarea de franciscano

Los franciscanos que llegaron con la tarea de evangelizar fueron mutando sus labores con el pasar de los tiempos. Solían velar por los jóvenes y ayudar a personas en situación de calle y en las adicciones, pero en los últimos ocho meses postergaron esa función: tuvieron que concentrarse en conseguir que se habilite la Iglesia, que además es la única fuente de ingreso para poder solventar los gastos de servicios y de empleados que tienen.

Con el templo clausurado los sacerdotes tucumanos debieron acudir a la Orden Franciscana nacional que deposita pequeños aportes que hacen los franciscanos del país para que esta iglesia pueda hacer frente a sus expensas. “Si no podemos nosotros evangelizar y celebrar misas, ¿para qué estamos en Tucumán?, ¿estamos para cuidar las piedras, el arte y la historia que tenían que cuidar los tucumanos?”, dispara Lapierre. “Antes confesábamos todos los días, dábamos multitudinarias misas, que no las dejamos de celebrar porque venga menos gente, pero por preocuparnos por las piedras descuidamos a los jóvenes, no me parece justo”, se lamentó con voz entrecortada el franciscano.

Ante la ausencia estatal, una comisión independiente

En contrapartida a lo que sucedió a horas del incendio de Notre Dame, que en forma casi inmediata se convocó a una colecta nacional histórica para restaurar la catedral gótica, aquí el Estado no hizo nada.

Fue el 22 de febrero de este año que por iniciativa de la senadora nacional Silvia Elías de Pérez y la Federación Económica de Tucumán se conformó una comisión para la “Salvaguarda del Patrimonio Cultural e Histórico de Tucumán” y su primera tarea fue evaluar la situación de la Iglesia San Francisco.

Especialistas de la UNT y San Pablo T

La comisión está conformada por especialistas de la Universidad Nacional de Tucumán, la Universidad de San Pablo-T, reconocidos arquitectos, ingenieros e historiadores de la provincia, la Comisión de Patrimonio del Ente Cultural, entre otros organismos.

Como primera tarea que se encomendó la comisión fue la recopilación de antecedentes sobre otras intervenciones que se realizaron previamente al templo, luego se pusieron como meta presupuestar que estudios se le deberían hacer y definir las etapas para la revalorización del lugar.

“A 60 días de iniciada esta tarea, tenemos claro cómo avanzar. Antes de gestionar recursos era necesario tener claro cuáles son las etapas. La primera etapa va a consistir en la evaluación de la situación de los desagües pluviales y cloacales”, comentó a Infobae el ingeniero Daniel Mafud, integrante de la comisión, y agregó que este estudio, entre otros que se deben realizar, cuestan alrededor de 6 millones de pesos. “Una vez que se conozca la realidad de la evolución de las fisuras se hará un trabajo artesanal para evitar nuevos desprendimientos”, indicó.

Reabrir el templo

En conclusión, lo que se busca es reabrir el templo con la primera etapa, mientras que la segunda instancia, que aún no fue presupuestada, debería consistir en un análisis para poder restituir los frescos de la iglesia. “Desde el momento que no se hace mantenimiento todo está en riesgo, lo que estamos haciendo es iniciar un trabajo de largo plazo en donde vamos a ir gradualmente ocupándonos de las restauraciones de las piezas o imágenes y las pinturas”, explicó Mafud.

La iglesia está vallada, sus viejos y altos portones negros recubiertos de tierra. La fachada que triste ve pasar a unos pocos fieles por una angosta e improvisada entrada para rezar o compartir una misa, resiste al abandono.

fuente: infobae

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