Por Manuel Ernesto Rivas (Director Diario Cuarto Poder). Un medio de comunicación tiene que ser comprometido con los temas que decide encarar. No se trata sólo de informar de manera vacía, sino avanzar a un estadio superior, al sentar posición y jugarse por aquello en lo que uno está convencido.
Hace una semana tuvimos la oportunidad de subrayar esa condición comprometida que revestimos desde el inicio del Diario Cuarto Poder, un 18 de marzo de 2016, cuando subimos oficialmente las primeras noticias en nuestra página www.diariocuartopoder.com Justamente fue el día del debate en el Senado de la Nación por la iniciativa de legalización del aborto. Ese miércoles 8 de agosto de 2018 quedará registrado en nuestra historia periodística como el día en que el nombre de nuestro diario en tapa cambió el tradicional color rojo por el celeste. Ese fue el gesto final de una serie de acciones en las que reflejamos la postura en favor de las dos vidas. Mucho se discutió sobre este proyecto, cuyo debate fue iniciado por el propio gobierno de Mauricio Macri, que pensó que sería un nuevo factor de distracción para cubrir la errática marcha de una gestión que hace agua por todas partes. Sin embargo, los indicadores no sólo marcan una profunda caída en la imagen presidencial y de Cambiemos, en general, sino que señalan que este debate que debía cumplir el rol de cortina de humo, generó una mayor fragmentación.
Nuevas grietas
Antes de la “revolución de la alegría”, que trajeron consigo los globos amarillos, había una sola grieta definida por “ser K” o “anti K”. Esa grieta que Macri prometió subsanar, se profundizó por la conveniencia política de “mantener viva a Cristina” y, por ende, a un PJ desorganizado y lejos de la unidad. Lo peor de todo es que la discusión en torno del aborto abrió nuevas grietas, tanto dentro como fuera de Cambiemos. La sociedad argentina en su conjunto se muestra dividida. Ello equivale a un dato no menor si se toma a la unidad y el consenso como claves para sacar adelante el país sumido en esta crisis. Esa unión con la que tanto soñaron nuestros próceres está lejos en las actuales circunstancias.
Macri cumplió con la premisa de los gobiernos liberales: favorecer al sector poderoso del país en desmedro del resto de los argentinos y generar una deuda externa voluminosa. La Historia no miente. Desde aquel empréstito que contrajo Bernardino Rivadavia con la Baring Brothers de Inglaterra, las cosas no han cambiado demasiado. En aquella oportunidad, y dando origen a la deuda externa argentina, se solicitó un millón de libras esterlinas, de las cuales, entre intermediarios y comisiones, sólo llegó al país poco más de la mitad. ¿Qué puede ser distinto este episodio de la historia de este endeudamiento de cien años de Macri o el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional? Y mientras esto sucede, los argentinos corren a buscar pañuelos verdes, celestes o del color que las nuevas contiendas ideadas por el Gobierno propongan. Nos llevan de un lado para el otro con un obsceno gasto en blindaje mediático o un ejército de “trolls” en las redes sociales.
Ahora, una vez finalizada la novela del aborto, le sigue la serie de los “cuadernos de la corrupción”, que vendría a ser el “retruco” a las denuncias de los aportes de campaña que involucraron a la gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, y a su entorno.
Macri avanza en eso, aunque su primo Ángelo Calcaterra y otros empresarios se inmolen o se disfracen de empresarios arrepentidos de pagar coimas en el gobierno anterior y en el anterior del anterior…
La pesada herencia ya cansa
Lo paradójico es que la gestión de Macri sigue hablando de “la pesada herencia” y la corrupción kirchnerista, aunque reste poco más de un año para que finalice este gobierno. Tuvo tiempo. Casi tres años para gobernar y dejar de culpar a otros de una situación que se complica cada vez más por las desacertadas medidas que se toman. Que la Justicia se encargue de los corruptos del kirchnerismo y más allá de él, así demostramos que en nuestro país se puede poner en acción la tan mentada independencia de poderes garantizada en la Constitución Nacional.
Macri y su gabinete tienen la responsabilidad de gobernar para más de 40 millones de argentinos y no sólo para ese 8% que representa el sector más rico.
Para ello debe dejar de lado las cortinas de humo y proyectar un país en donde el desarrollo y la reactivación alcancen a todos. Pareciera que estos debates que fragmentan al país, ni siquiera son medidos en sus consecuencias. La ley del aborto legal que, paradójicamente no llegó a nacer, podría haber puesto en discusión, por ejemplo, el congelamiento de embriones, que son considerados seres humanos; o el pago de la Asignación Universal por Hijo (AUH), que el Estado les paga a las madres desde que están embarazadas, ratificando que llevan una vida dentro de su ser.
En este país hace falta que se digan las cosas como son en realidad. La Biblia dice que Dios vomitará a los tibios. Nosotros nos propusimos, desde nuestra profesión periodística, jugarnos por los temas que consideramos importantes, aunque ello nos genere ataques, censura e intimidaciones que, lejos de amedrentarnos, nos hacen ir hacia adelante.
Con esa convicción, desde Diario Cuarto Poder suponemos que Dios no nos vomitará.