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Cuando el Indec difunda el número oficial de marzo, el Índice de Precios al Consumidor mostrará que a lo largo del primer trimestre del año acumuló una suba de 12%, lo que sumado a la evolución que registra en abril dejará a la inflación por encima del 15% solamente para los primeros cuatro meses del año.

El número alarma, no solo porque contrastado con el nivel de incremento de ingresos de la población proyecta un nuevo aumento de las dramáticas cifras de pobreza, sino porque, además, supera la mitad de la previsión de 29% anual que el ministro de Economía, Martín Guzmán, incluyó en el Presupuesto 2021, cuando apenas se cumple un tercio de ese período.

De hecho, las consultoras privadas estiman que el guarismo final del año estará en 46%, lejos de la marca prevista por el ministro.

Guzmán sostiene que la inflación es un problema multicausal que se ataca, primero, desde la política fiscal, monetaria y cambiaria; y luego, con políticas de precios e ingresos que ayuden a alinear comportamientos y expectativas. Pero mientras el gabinete económico resolvió redoblar los controles contra los comercios y amenazar con sanciones para que se cumpla con los Precios Máximos, nada se avanzó respecto de una de las prioridades planteada por el ministro para combatir la inflación: atender el desequilibrio monetario que crece con la renovada emisión de dinero para financiar al Tesoro.

La emisión crecerá en la medida en que avance el año, sobre todo cuando caiga el ritmo de liquidación de divisas del campo, la demanda del gasto crezca y el crédito externo aún escasee.

Reprimir precios, tarifas, atrasar el tipo de cambio y acelerar la máquina de hacer billetes para financiarse hasta el momento solo ha tenido el resultado menos deseado: una inflación sin freno.

fuente: cronista

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