Por Fabián Seidán de Diario Cuarto Poder| Hay sectores del ámbito laboral que son considerados imprescindibles y, sin embargo, son ninguneados sistemáticamente por todos los gobiernos. Son los trabajadores de la Salud Pública que a pesar de su importancia, dedicación y estudios, ganan menos que un empleado de Tribunales o un cajero de banco.
Pero parece que esta vez algo se rompió en Tucumán ya que, los trabajadores nucleados en SiTAS, decidieron ahondar su lucha. Dicen que “con aplausos y agradecimientos” no se puede comprar el pan, pagar la luz o erogar los impuestos.
La lucha paga mejor
A pesar de ser considerados indispensables por su aporte en la sociedad, son maltratados a la hora de pactar sus salarios, tirados a la baja por gremios afines al gobierno. Así, un médico Nivel A, el mayor escalafón de la Carrera Sanitaria, cobra lo mismo (o menos) que un simple conserje de Tribunales, que un administrativo de Rentas o que un cajero de cualquier banco privado de la provincia.
Se podrá decir que los mejores sueldos se logran gracias a las luchas gremiales cuyas bases son más duras e inflexibles; pero cómo pretenden que los médicos lo sean, si cuando quieren hacer un paro, son acusados de “abandono de personas”. Sí o sí deben dejar una guardia y atender las urgencias y a los pacientes internados.
Nunca hacen paro total. Siempre van a estar trabajando y brindándose a la sociedad.
No como en el sector de la Educación, que cuando echan a un maestro en Chubut, los gremios paralizan las escuelas de todo el país, y nadie dice nada. O cuando los trabajadores de fábricas de neumáticos paran por 6 meses, dejando al país al borde del colapso por la falta de repuestos y ruedas, y nadie dice nada. O cuando los bancarios hacen paro porque uno de sus dirigentes va a juicio, afectando todas las transacciones financieras, y nadie dice nada.
La pandemia los visibilizó
Durante la pandemia del Coronavirus, los trabajadores de la Salud fueron verdaderos héroes que se brindaron por completo desde las trincheras mismas por la salud de todos los argentinos. Y en recompensa, recibieron un triste bono pagadero en tres cuotas de $5.000 y aplausos. Mientras que el resto de los trabajadores se quedaban en sus casas, resguardados del virus.
En contrapartida a sus esfuerzos, no tuvieron paritarias en 2020, por lo que su salario de bolsillo se terminó deteriorando, mucho más con la inflación de los años siguientes, al punto de volverse hoy en pobres asalariados.
Y como muestra basta con ver el índice de precios de la Canasta Básica Alimentaria que incide sobre la pobreza, y que pasó de $78 en enero a $139 en octubre.
Esto significa que para no ser pobre, una familia necesita hoy casi 140 mil pesos. Y el salario pactado en marzo para todo agente del Estado (Salud, Policía, Justicia, Educación) no superó los 60%, llegando los sueldos a un promedio de $100 mil. O sea: un trabajador empezó el año siendo “Clase Media” y va a terminar el año siendo pobre, pese al último aumento del gobierno, dado para mitigar el desfasaje salarial.
“Buscamos salarios que sean dignos”
Los Autoconvocados de la Salud: médicos, bioquímicos, odontólogos, técnicos, enfermeros y demás auxiliares y administrativos de los hospitales, salieron esta semana a la calle para visibilizar su reclamo frente a la Casa de Gobierno. “Queremos dejar de tener salarios de pobre, de tener actualizaciones por debajo de la línea de pobreza. Buscamos percibir salarios dignos”, aseguró Julián Nassif, secretario general del gremio.
Por su parte, la doctora Adriana Buena, explicó: “Los gobiernos (nacional y provincial), no han saldado la deuda que mantienen con nuestro sector y que viene haciendo un gran esfuerzo desde que comenzó la pandemia de coronavirus. La cuestión salarial es importantísima y también lo es el hecho de que no podemos descansar, porque fuimos obligados a trabajar durante la gestión de la ex ministra de salud y actual diputada, Rossana Chahla; y esa situación se mantiene a la fecha”.
Cómo mejorar el salario de los médicos
Una constante en los hospitales públicos es la insatisfacción de los trabajadores con sus salarios. Y según la consultora Idesa, eso se podría lograr no con más presupuesto, sino con mejor gestión.
Los bajos salarios son motivo de malestar generalizado entre los profesionales de los hospitales públicos de todo el país. Como la administración de los hospitales está a cargo de las provincias, la reacción más natural e inmediata es reclamar por mayor participación en los presupuestos provinciales.
Las evidencias respecto a este planteo
Dado que no hay información pública para todas las provincias, se puede hacer una aproximación en base a la provincia de Córdoba.
En los hospitales públicos de Córdoba hay casi 4.600 médicos contratados por unas 35 horas semanales. Descontando tiempos muertos y suponiendo que hacen 3 consultas por hora, cada médico podría atender unas 330 consultas al mes. Por otro lado, viven en la Provincia 1,5 millones de personas sin cobertura médica. Por lo tanto, la cantidad total de consultas que los hospitales podrían atender es de unos 18 millones de consultas por año. Suponiendo 6 consultas médicas por año por persona, para atender a la población sin obra social, se necesitarían unos 9 millones de consultas por año. Esto implica que la oferta potencial en los hospitales duplica las necesidades.
Estos datos sugieren que la principal carencia de la salud pública no es de recursos sino de gestión. Que se contrate el doble de los médicos necesarios implica que se podría duplicar el sueldo de los profesionales que trabajan, si se dejara de pagar salarios a los que trabajan poco o no trabajan.
Las fallas de gestión generan salarios injustos porque no permiten hacer un reconocimiento monetario que refleje los muy diferentes niveles de compromisos de los profesionales.
Los déficits de gestión se materializan al no contar con buenos registros de los pacientes atendidos y del personal que los atendió, son las dos principales fuentes de injusticias salariales.
En la Salud los que trabajan reciben un salario claramente bajo, mientras que los que no van a trabajar o van sólo algunos días, reciben el mismo salario. El resultado son remuneraciones muy bajas para los que trabajan, altas para los que trabajan poco y extraordinariamente altas para los que son nombrados y que no van a trabajar.