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“La droga incautada tenía el sello de un toro en bajo relieve que, de acuerdo con la fiscalía, identifica a un cartel de la provincia de Tucumán”. Esa información publicada en la página oficial del Ministerio Público Fiscal (fiscales.gob.ar), en el marco de un vuelo narco descubierto en Santa Fe, generó revuelo en estas tierras. Un alud de interrogantes invadió a las autoridades y a los investigadores que comenzaron a analizar a la distancias

El miércoles, Gendarmería Nacional encontró una avioneta con matrícula boliviana en una zona rural ubicada a 40 kilómetros de Rosario. Minutos antes, el radar instalado en un lugar de la provincia de Santa Fe, detectó en Santiago del Estero un vuelo clandestino. Un avión de la Fuerza Aérea lo obligó a aterrizar. Cuando llegaron al lugar, los gendarmes no encontraron a nadie, pero hallaron bultos con 475 kilos de cocaína.

Horas después fue detenido un militar boliviano que sería el piloto de la aeronave. El fiscal federal de San Lorenzo Claudio Kishimoto aseguró que el vuelo con droga había partido desde Bolivia y tenía como destino Rosario. Después la página informaría sobre los vínculos con Tucumán. Pese a que no lo dijo, los investigadores sospechan que podría haber sido parte de un envío al exterior a través de la hidrovía del Paraná.

“Estamos tratando de conseguir mayores precisiones sobre este caso. Ya estamos investigando la versión”, aseguró el secretario de Lucha contra el Narcotráfico Jorge Dib. Al funcionario, como a otros especialistas, les llamó la atención que se hable de un cártel de Tucumán. Una organización de estas características tiene una estructura para la producción de hojas de coca, un laboratorio para elaborar la cocaína y autos y aeronaves para trasladar lo que produce.

“No podemos asegurar nada porque no tenemos mayores datos. Pero entendemos que podría haber un narco tucumano que se haya encargado de revender esa importante cantidad de droga”, sostuvo Dib, según publica La Gaceta. “Vamos a continuar investigando y estamos a disposición de las autoridades para colaborar en la pesquisa”, añadió.

Desde hace varios años, los ladrillos de cocaína tienen estampados un logo. Esos símbolos, que pueden ser animales, marcas, astros del deporte mundial y personajes de comics, entre otros, sirven para identificar al productor o al comprador de la droga. El fiscal Koshimoto, por el sello que tenía la sustancia, vinculó a un grupo tucumano. Aunque no lo identificó, hizo referencia al clan Toro, que está sospechado de tener una red de narcomenudeo en Villa 9 de Julio.

Investigadores estimaron que es poco probable que este grupo haya tenido que ver con el envío de ese cargamento. Estimaron que el valor de la droga secuestrada en Bolivia es de U$S1,4 millones. A esa suma, le agregaron los gastos de logística (alquiler de avioneta, el pago del piloto, sobornos, combustibles y protección) que serían de al menos otros U$S3,5 millones, por lo que el gasto total sería de U$S4,9 millones. La ministra de Seguridad Patricia Bullrich estimó que el valor de lo incautado ascendía a U$S7 millones.

Los allegados al clan descartaron de lleno que ellos puedan estar involucrados en este caso porque no tienen la capacidad económica para hacerlo. Sostuvieron que hasta sería más probable que hayan elegido ese logo para perjudicarlo. “Se tendrán que guardar por un tiempo porque quedaron en la mira de todos”, indicó un hombre que conoce muy bien sus movimientos.

Según los primeros datos de la causa, el avión partió desde tierra boliviana con la droga. Otro indicio es que los pesquisas encontraron bidones de combustible que fueron utilizados de recarga, lo que descartaría que la cocaína se haya cargado en Tucumán. Los pesquisas sostienen que si hubo un comprovinciano en la operación, participó como intermediario.

 

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