Gracias a un pedido de reembolso de un café, el fiscal federal Gerardo Pollicita descubrió una segunda reunión secreta del ex canciller Héctor Timerman con su colega iraní Ali Akbar Salehi para negociar el Memorándum de entendimiento por la AMIA. Hasta ahora se conocía la primera cumbre secreta en Aleppo, Siria, en enero del 2011 que reveló el fallecido periodista Pepe Eliaschev y fue denostado por Timerman, quien hasta ahora solo aceptó las reuniones oficiales, a partir del 2013, en Suiza. En la contabilidad de la Cancillería, Pollicita encontró que el secretario personal del canciller de Cristina Kirchner, José Mercado, pidió la restitución de 70,09 pesos argentinos por “consumo bar hotel cller iraní” del 23 de enero del 2013 en el hotel Marriott de Zurich.

El 3 de enero de ese año hubo una reunión oficial entre la Argentina e Irán. Pero días más tarde, Timerman “junto a sus hombres de mayor confianza, Luciano Tanto Clement y José Alberto Mercado, emprendió una nueva gira que tuvo como primer destino la ciudad de Caracas –Venezuela- y que culminó en la ciudad de Zúrich”. Siempre se sospechó que el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, hizo de mediador entre la Argentina e Irán.

Pero el 23 de enero de 2013, Timerman “se reunió de manera secreta con su par iraní, Ali Akbar Salehi, para ultimar definitivamente el texto final y las cláusulas del Memorando de Entendimiento que firmarían la semana siguiente en Etiopía, y que permitiera materializar el instrumento legal necesario para llevar adelante el encubrimiento de los imputados de nacionalidad iraní sindicados por la justicia argentina como responsables del atentado a la sede de la AMIA”. El encuentro entre los ex cancilleres “se acredita -destacó Pollicita- con la rendición de viáticos aportada al Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la Nación por José Alberto Mercado, en la cual obra unticket del Hotel Marriott Zúrich con la aclaración manuscrita que reza“consumo bar hotel cller iraní”.

Así Timerman, apenas volvió de Zurich, se volvió a reunir en secreto con Cristina para “recibir de la mandataria las instrucciones pertinentes a fin de continuar en las negociaciones espurias con las autoridades iraníes”. En la diplomacia es habitual las reuniones secretas, como pasó por ejemplo en los noventa para la restauración de las relaciones con Gran Bretaña luego de la guerra de las Malvinas, pero quedan registros secretos en la Cancillería para luego escribir la historia. En este caso no quedó ningún documento reservado porque, sospecha el fiscal, se quería encubrir y no dejar rastros de un acuerdo de palabra para levantar las alertas rojas de Interpol que pesan sobre los cinco iraníes acusados de ser los autores intelectuales del antentado contra la AMIA de 1994.

Fuente: Clarín

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