El turista de 36 años, que permanecía internado en grave estado tras haber ingerido un hongo silvestre venenoso conocido como “el hongo de la muerte”, falleció este martes en la clínica donde permanecía internado desde el viernes.
El hombre, que era oriundo de Río Cuarto, estaba de vacaciones en Santa Rosa de Calamuchita cuando decidió ir a recolectar hongos silvestres sin advertir que esa especie puede resultar letal en el organismo humano. A simple vista, es muy parecido a un champiñón.
Su nombre científico es “Amanita phalloides”, crece en bosques de pinos y roble y es común hallarlo en varios sectores de las sierras de Córdoba. Si bien al comerlo genera un daño generalizado en todo el cuerpo, sus toxinas atacan de manera particular al hígado.
Al turista, el hongo que comió le produjo una “insuficiencia hepática fulminante”, informó a la prensa el doctor Mario Sorbera, Coordinador de Dirección Médica del Sanatorio Allende, donde el paciente se encuentra bajo observación. Además, precisó que “es fatal en el 95 por ciento de los casos”. Según trascendió, el riocuartense consumió una cantidad considerable, lo que explica su fatal desenlace.
Ante esta situación, desde centro de salud advirtieron sobre la peligrosidad de recolectar hongos silvestres sin la supervisión de un experto que identifique cuáles hongos son comestibles y cuáles no.
El jefe de Toxicología del Hospital de Urgencias de Córdoba, Daniel Gómez (MP: 17927), explicó que el hongo Amanita Phalloides es uno de los más venenosos del mundo.
“Ataca el sistema enzimático. Por eso, la lesión fundamental se produce en el hígado, donde va rápidamente, y actúa sobre las enzimas hepáticas. Cincuenta gramos de ingesta de este hongo, que es fácilmente confundible con otros comestibles, es suficiente para matar a un adulto y menos cantidad, a un niño”, detalló el especialista a Cadena 3.
Una vez ingerido el hongo, puede generar diarrea, vómitos, deshidratación, dolor abdominal de tipo cólico, sudores fríos, bajada de la tensión arterial, taquicardia, hipoglucemia, convulsiones y coma debido al fallo hepático.
Su cuadro clínico presenta las siguientes etapas: incubación, intestinal, mejoría o agresión visceral.
“La primera no tiene síntomas y puede durar 12 o 24 horas. La segunda consiste en una gran gastroenteritis o gastroenterocolitis, en las que se pierden importantes cantidades de líquido. Aquí puede haber un pequeño fallo renal y suele durar de 12 a 24 horas”, describió Gómez.
“La tercera fase, en la que el hígado todavía no está tocado, no tiene síntomas y puede durar 24 o 48 horas. Por último, está la agresión visceral, en la que se afecta la parte hepática con toda la insuficiencia marcada que puede llegar al trasplante, porque hay trastornos hemorrágicos y no hay enzimas”, añadió.
Con respecto al tratamiento, el doctor Gómez señaló que hay tres fases: soporte, eliminación de toxinas y administración de antídotos.
“El tratamiento de soporte es meterle líquido al paciente para que no se deshidrate y no le falle el riñón. La eliminación de toxinas se hace por medio de lavado intestinal: se pone una sonda nasogástrica con purgante con carbón activado para que se vaya rápidamente”, explicó.
“Los antídotos son la penicilina G, antibiótico que damos para las infecciones. Después, el segundo es ácido tióctico, que es un protector hepático. Por último, la silibinina, que es difícil de conseguir en Argentina”, agregó.
En 2015, se conoció un caso de intoxicación colectiva en Córdoba con este mismo hongo. Fueron ocho turistas que confundieron esta especie con un hongo comestible llamado Macrolepiota, que crece en zonas llanas de Córdoba y de Santa Fe, de donde era oriundo ese grupo.
Cómo identificar al “hongo de la muerte”
Su sombrero mide de 5 a 15 cm, con forma convexa o aplanada y de color verde. La cutícula es lisa y las láminas son blancas y libres, apretadas y anchas.
El pie es cilíndrico y largo. Por lo general es blanco pero en ocasiones puede tener zonas amarillo-verdosas. Su anillo es de color blanco, con una volva en forma de saco blanco y membranoso.
La carne es blanca aunque puede ser verdosa debajo de la cutícula. Su olor es agradable cuando es joven, no así cuando envejece.