El cuerpo de la menor presentaba quemaduras de cigarrillos, golpes y una desnutrición generalizada.
El padre y la madrastra de una nena de dos años que falleció desnutrida y con graves signos de torturas se echan culpas entre sí desde la cárcel, donde están acusados por homicidio.
La menor murió a principios de febrero, en la ciudad entrerriana de Paraná. Su padre, Miguel Angel Cristo (28), dio aviso al 911 de que su hija Nahiara había sufrido graves lesiones, por lo que fue trasladada al Hospital San Roque, donde quedó internada en terapia intensiva.
Los médicos intentaron estabilizarla, pero la nena falleció cerca de las 22.30 del 8 de febrero.
El fiscal de Paraná Juan Malvasio explicó que tras la muerte de la nena “el padre fue detenido y se le imputó homicidio agravado por el vínculo, se abstuvo de prestar declaración y se pidió la prisión preventiva en la Unidad Penal 1 por 60 días”. Yanina Lescano, la madrastra, cayó días después, acusada por ser cómplice de los maltratos.
“No está la autopsia completa, pero en el informe preliminar se pudo corroborar que tenía quemaduras de cigarrillos, golpes y una desnutrición generalizada que le provocó una falla multiorgánica y la muerte”, detalló en aquel momento Malvasio, según informó la agencia de noticias Télam.
El fiscal destacó que “es un hecho macabro” y que “las imágenes fotográficas del informe de la autopsia demuestran con claridad meridiana la tortura que tuvo que padecer por parte del padre”.
Por su parte, el director del hospital San Roque, Marcelo Itharte, dijo que cuando la nena llegó al hospital “estaba con dificultad respiratoria, tenía excoriaciones, úlceras, le faltaba el puente de la nariz, tenía hematomas, todos en distintos grados de evolución, y también tenía lesiones en el oído”.
“Algunas lesiones eran más recientes y otras más antiguas. Tengo casi 20 años en terapia y nunca vi un caso así; el tipo de lesiones son horrorosas”, aseguró.
De acuerdo con lo que surgió de entrevistas con el núcleo familiar y los vecinos, dice Télam, la niña vivía con su padre, con Lescano y con tres hijos de la mujer, porque la madre de la pequeña falleció de un cáncer hace un año.
Sin embargo, “el maltrato era solamente a esta nena de dos años”, dijo el representante del Ministerio Público, aunque aclaró que los otros niños, que se encuentran bien, quedaron bajo la guarda del Consejo Provincial del Niño, el Adolescente, y la Familia (Copnaf)
“La niña vivió primero con los abuelos, luego el padre la llevó a vivir con él y en agosto empezaron los malos tratos, según relataron los vecinos y los testigos”, contó el fiscal. “Hasta julio, cuando estaba con los abuelos paternos, su estado de salud era normal, tenia un buen peso, todas la vacunas al día”, señaló el funcionario judicial.
Acusaciones cruzadas
Cristo declaró el viernes por primera vez y cargó toda la responsabilidad contra Lescano, que el mismo día de la muerte de Nahiara tuvo una beba, producto de su relación con Cristo, que se había iniciado a principios de 2018.
Según le explicó el fiscal al Diario Uno, Cristo “dijo que era víctima de amenazas, que había cuestiones que desconocía y sindicó a su pareja como la autora de este hecho”.
El padre de la menor, al que se le atribuirá el delito de homicidio triplemente calificado agravado por el vínculo, ensañamiento y alevosía, sostuvo que “jamás” lastimó a la pequeña. “Yo siempre la cuidaba. Era ella la que andaba en brujerías y me tenía amenazado con un arma. Me golpeó. Averigüen quién es la familia de ella.”, apuntó.
En respuesta a las acusaciones, Lescano aseguró no creer “que él pueda mentir así”, dijo que “tiene que haber alguna forma de probar lo que él hacía” y denunció ser víctima de violencia de género.
“Yo le alcanzaba un balde de agua para desatarla cuando él la ataba. Seguramente podría haber hecho algo más, pero realmente no podía. No puedo creer lo que dice Cristo. Él cuenta como si nada lo que nos hacía a nosotros”, dijo la mujer, quien pide salir de la cárcel para ver a su hija recién nacida, a quien no le conoce la cara, según señala Diario Uno.
Y cerró: “Que investiguen qué clase de madre soy. Mi hijo más grande tiene seis años. Que averigüen en el jardín al que iba. Yo le hacía los controles”.