Hizo de la discreción una marca registrada. En el hablar, sereno, pausado, eternamente calmo pero firme; en el arreglo personal, con muy poco maquillaje, apenas algo de rubor en las mejillas y un toque de rimmel destacando sutilmente las pestañas; y de manera especial, en el vestir. Desde aquellos primeros tiempos en la gestión pública, como ministra de Desarrollo Social de la Ciudad, acompañando a un Mauricio Macri Jefe de Gobierno, María Eugenia Vidal mostró una imagen de sobriedad no exenta de un dejo de sentido práctico: trajecitos de chaqueta y pollera o saco y pantalón, monocromáticos y generalmente en colores neutros, fáciles de combinar con una blusa o una camisa.

“Con el vestuario tengo épocas; en su momento me asesoró Fabián Medina Flores. Ahora me rijo por la practicidad, y los jeans son lo más práctico que hay”, diría años después a Clarín, flamante gobernadora electa de la provincia de Buenos Aires, aludiendo a una etapa en la que, como vicejefa de Gobierno de la Ciudad, experimentó un cambio de estilo, incorporando vestidos y tapaditos a un guardarropas eminentemente clásico y que se fue también renovando a la par que lo hacía su figura: la dieta que llevó adelante a partir de 2010 con un médico del equipo de Alberto Cormillot (“Tengo un problema de obesidad, y eso es algo que cargaré toda la vida”) le permitió bajar unos quince kilos.

Suficientemente inteligente como para saber la importancia que, para alguien con su nivel de exposición pública implica la imagen, -esa que tan bien mide en las encuestas- tampoco la descuidó como dama fuerte de un territorio dominado por varones y barones: cuando hay que calzarse las botas para meterse en el barro, literal y figurado, se las pone, y cuando no, se para firme sobre un par de stilettos, tal cual fue su slogan de campaña: “Con tacos también se puede”.

Bien plantada en ellos, en jeans y camisa muchas veces, o con un look más formal pero incorporando algún toque más juvenil y descontracturado en otras, no deja de sorprender con una extrema fidelidad a sí misma. “Al no ser tan sofisticada, no necesito tanta ropa, y no me importa nada repetir”, ha dicho y no extraña, por eso, verla recorrer la Provincia envuelta en los ponchos que tanto ama.

Para ocasiones especiales allí estará la mano salvadora de Juliana Awada. El sutil cambio de estilo que pudo advertirse en los últimos tiempos, hizo eclosión ayer, cuando desembarcó, en un acto en La Plata, con un vestido corto, en coral furioso, que el viento se encargó de levantar un poco más, para solaz de militantes propios y ajenos.

Las especulaciones estuvieron a la orden del día. ¿Nace una nueva María Eugenia, más sexy y audaz?¿Estará dando un mensaje en año electoral? ¿Cómo debe interpretarse este nuevo look? Preguntas que suele despertar una mujer, habrá que ver si hay algo más allá. Como un paciente le dijo a su psiquiatra, a veces buenos días quiere decir buenos días.

Fuente: Clarín

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