María Cristina “Maby” Picón, viuda del capitán Humberto Viola, asesinado en 1974 por un comando del ERP junto a su pequeña de tres años, buscó durante 47 años justicia pero sin sed de venganza: “Para mi familia no hubo derechos humanos”, dijo en uno de los pocas entrevistas que concedió.
Buscó durante 47 años justicia por los crímenes de su marido, el capitán del Ejército Humberto Viola y su pequeña hija de tres años, María Cristina, acribillados por el Ejercito Revolucionario del Pueblo el 1 de diciembre de 1974. María Cristina “Maby” Picón murió ayer, a los 73 años, con el dolor de sentir que esa justicia nunca había llegado: “Para mi familia no hubo derechos humanos”, se lamentó
Embarazada de cinco meses y con su hija de cinco años María Fernanda gravemente herida con un tiro en la cabeza, intentó sobrevivir al horror que no la había matado pero que había destruido su vida, mientras la niña era sometida a ocho operaciones que lograron salvarla.
En 2008 me senté frente a ella en uno de los pocos reportajes que dio. Y encontré a una mujer que el dolor la había atravesado -y la seguía atravesando más de tres décadas después- pero que no sentía odios ni rencores hacia los asesinos, a quienes incluso había logrado perdonarlos.
Maby no dejó de pensar un solo en día de su vida en María Cristina, la hija que no pudo ver crecer. Se preguntó mil veces cómo sería ya de adulta: ”A veces cuando salgo y veo a mucha gente, trato de encontrarla en esa multitud”, me dijo con lágrimas en los ojos. Y siguió como en una confesión: “A ella la asesinaron en verano y se fue de este mundo desabrigada… Y durante muchos inviernos me atormentó la posibilidad de que tuviera frío “. Dijo que sin darse cuenta sobre abrigaba a Fernanda y a Luciana, sus otras hijas, hasta el extremo. “Por suerte una amiga me escribió unas líneas que se titulan ‘Yo sé que no tiene frío porque está en el cielo’ y desde ese día pude comprender que María Cristina se había convertido en un mi ángel. Por eso llene la casa de ángeles. Hay de todos los tamaños, colores y materiales. Y para verla siempre me tatué la mano derecha con unas alas”.
“Yo estoy convencida que para el dolor no hay ideologías. Que la mamá del desparecido siente lo mismo que siento yo porque soy mamá”, siguió esa tarde en su casa de Yerba Buena, Tucumán.
Maby, como la solían llamar sus amigos, siempre fue de cultivar un bajo perfil, y sistemáticamente rechazaba mis propuestas para entrevistarla. Pero todo cambió abruptamente el 28 de agosto del 2008 , cuando escuchó en la sala de audiencias del Tribunal Oral Federal de Tucumán la condena a prisión perpetua para Antonio Bussi y Luciano Benjamín Menéndez por el secuestro y la desaparición del senador Guillermo Vargas Aignasse : “Ahora sí voy a hablar, porque mis muertos no van a ser considerados de lesa humanidad. Cuando ametrallaron el auto no tuvieron piedad por mis hijas. Yo les rogaba que no disparen porque estaban mis nenas. Yo estaba embarazada de cinco meses. Ese día perdí a mi esposo y a mi hija María Cristina y gracias a la providencia logré sobrevivir con un embarazo de cinco meses, junto a mi otra hija María Fernanda que después de ocho operaciones pudo sobreponerse a las secuelas que le ocasionaron las heridas de bala que habían impactado en su pequeña cabecita. Esos asesinos merecen estar presos también, sin embargo hoy están en libertad. El indulto de Menem los dejó afuera”.
Una semana después, María Cristina Picón cumplió con su palabra y me recibió para hablar sobre cómo habían sido esos años de dolor y ausencias. Y café de por medio me advirtió: “Pregúnteme todo lo que tenga que preguntar, porque difícilmente vuelva hablar del tema porque es muy doloroso para mí”.
Esta fue la entrevista.
-¿Qué sintió cuando el tribunal lo condenó a Bussi y a Menéndez?
-He sentido el deseo infinito que alguna vez los asesinos de mi hija y mi marido puedan estar en el lugar donde estaban Bussi y Menéndez, porque creo que hay que juzgar a las dos partes. No se puede ser tan parcial. Ese día cerraba los ojos y me preguntaba si alguna vez los asesinos de María Cristina y Humberto estarían presos.
-¿Siente que ha sido discriminada en su carácter de familiar de muertos por la subversión?
-Sí. Yo no conozco lo que son derechos humanos. Yo vivo con respeto el feriado del 24 de marzo instituido por el gobierno nacional como el Día de la verdad y la justicia, pero debo dejar en claro que no es mi verdad, ni mi memoria, ni mi justicia. Para mí hace tiempo no hay verdad ni justicia.
-¿A qué se refiere?
-A los trece años del atentado el por entonces juez federal Jorge Parche le da la libertad a uno de los asesinos de mi hija, Fermín Núñez. Yo estaba muy asustada porque el miedo persistía. Y me apersono al juzgado y pido hablar con él. Le digo que no vengo a discutir su fallo, sino a hacerlo responsable si a mis hijas le pasaba algo. Recuerdo que su contestación fue que después de mucho meditar en la soledad de su despacho había decidido darle la libertad porque “tenía buena conducta, limpiaba la celda y leía diariamente la Biblia”. Y porque tenía también presiones de los derechos humanos. Esos no son mis derechos humanos.
-Pero para que su causa sea declarada de lesa humanidad es necesario que el acto terrorista lo haya cometido el Estado y en su caso es condición no se da…..
-Me parece terrorífico que solo se considere de lesa humanidad a los crímenes cometidos por el Estado. María Cristina era una beba indefensa de apenas 3 años. A María Fernanda le salvaron la vida de milagro y Luciana, que estaba en mi panza, le quitaron el derecho de conocer a su papá y a su hermana. ¿Acaso ellas no tienen derechos humanos?
-Una de las diferencias que marco Gerónimo Vargas Aignasse (hijo del senador desaparecido por el que condenaron a Bussi) con su causa es que usted tiene donde ir a llorar a sus muertos y él no….
-Sí es cierto, pero yo quiero dejar en claro que a mí el tema de los desaparecido me parece tremendo. Quiero que sepan que yo no comparto para nada el horror de las desapariciones. Yo estoy convencida que para el dolor no hay ideologías. Que la mamá del desparecido siente lo mismo que siento yo porque soy mamá. Si usted es padre cierre los ojos e imagine la vida sin alguno de sus hijos.
-¿Entonces por qué decidió acompañar a Bussi el día de la sentencia?
-Yo no decidí acompañar a Bussi ni a los Vargas Aignasse el día de la sentencia. Yo he ido al juicio para hacerme ver y recordar a la sociedad que también existe la familia del capitán Viola y María Cristina.
-¿Cree que hicieron bien en juzgarlo a Bussi y a Menéndez?
-No voy a opinar si está bien o mal que los hayan juzgado, estaría bien si hubiesen juzgados de los dos lados. Para que haya justicia tiene que ser justa. Si el juicio no es de las dos partes me parece horroroso. Tienen que ser enjuiciados también los terroristas.
-¿Usted ha logrado perdonar a los asesinos de su hija y su esposo?
-Sí. No tengo odio, no tengo rencor. Quiero ser misericordiosa. Inclusive estrecho mi mano generosa a aquellas personas que han estado del otro lado y han sufrido como yo la pérdida de un hijo. Lo que no me explico es cómo se puede vivir con tanto odio. Me cuesta creer que nos le quepa ningún otro sentimiento dentro. No les pido que perdonen, pero ese sentimiento de odio que tienen sentí que me penetraba durante las audiencias. El día de la sentencia una joven cuando vio que había estallado en llanto, me gritaba “llorá puta llorá”. La verdad que a eso no lo puedo entender.
– ¿Cree que algún día va haber reconciliación?
-Tengo la gran esperanza de que sí, pero esa paz va a llegar cuando se deje de fomentar odios y resentimientos.
Por Carlos Quiroga (Para INFOBAE)