Alexis de Matos regresó a su hogar con su novia y su hijo después de haber quedado varado en Buenos Aires por la pandemia. Pero cuando llegó, su casa se la había llevado Juan Trinidades, a quien consideraba su “amigo”.
El viernes 5 de junio Alexis de Matos, su novia Teresa Piñero y su hijo Luciano de siete meses volvieron al barrio Tarumá, en el departamento de San Vicente, Misiones, a la altura del kilómetro 48 de la Ruta Provincial Nº 13. Habían emigrado el jueves 13 de febrero, seducidos por una propuesta laboral en el Gran Buenos Aires. La pandemia, la cuarentena y el parate de la actividad económica los obligaron a regresar. Llovía ese viernes por la tarde. Un taxi los dejó en la puerta de su domicilio. Su casa no estaba: quedaba la huella de una construcción desarmada, un terreno delimitado por un cerco perimetral, los pilares de madera incrustados en el piso, el fango rojo de la tierra misionera y la vegetación predominante.
Alexis, de apenas 18 años, rompió en llanto. La casa de madera que con ayuda de su madre había levantado hacía pocos meses había desaparecido. Le había costado 50 mil pesos y él solo la había habitado poco más de un mes. No estaban los tirantes, las aberturas, los pisos, el techo. Tampoco la cocina, la garrafa, dos camas, una mesa de madera, un ropero, una silla de plástico y la ropa de cama. La historia de una familia adolescente que denunciaba el robo de su casa movilizó a la provincia. Su relato en redes sociales y la cobertura de los medios locales había despertado un espíritu solidario: le acercaron pañales y leche para su bebé.
Alexis de Matos contó que había trabajado tres semanas en un aserradero cercano hasta que consiguió un empleo como jardinero en Bella Vista, partido de San Miguel. Su casa en el barrio Tarumá, donde vivía desde los seis años, quedaba al cuidado de una persona de su extrema confianza. Esta persona, según el testimonio del joven, dejó la vivienda en medio de la cuarentena para irse a pasar el confinamiento con su familia. En José C. Paz iría a vivir en el hogar de sus tíos. Sus padres y sus hermanos también habían emigrado hacia la provincia de Buenos Aires.
A mediados de febrero, comenzó su estadía en el conurbano bonaerense. El jueves 19 de marzo el presidente Alberto Fernández informó que desde el primer minuto del día siguiente los habitantes del país debían someterse a un período de aislamiento social preventivo y obligatorio debido a la pandemia del coronavirus. Alexis se quedó sin trabajo y sus fondos fueron consumiéndose de a poco. Estuvo más de dos meses evaluando y tramitando el regreso. “Me contacté con Casa Misiones para ver si podía volver. Me pidieron los datos de los tres y me ayudaron, me pagaron el viaje para que pudiera regresar. El viernes pasado nos vinimos para Misiones con mi familia”, relató.
“Dejé a alguien a cargo porque tenía miedo de que me entraran a robar. Donde estoy es un barrio tranquilo y los vecinos me conocen, pero por las dudas”, le confió a este medio. Esa noche llamó al 911 pero nadie lo atendió. Habló con los vecinos y ellos le comentaron lo que había pasado: habían desmantelado su casa durante dos días y se la habían llevado en un camión. “Me dijeron que primero se llevaron las maderas y que al otro día vinieron a buscar las cosas que había adentro. No sabían que yo me había ido a Buenos Aires. Tal vez pensaron que la había vendido”, contó. El hecho de que el desmonte de la construcción haya sido de día no despertó sospechas en el barrio.
“Yo me fui con la plata justa. Pensaba irme solo por tres meses. La idea era volver”, contó Alexis, quien actualmente está cumpliendo un período de aislamiento de catorce días por haber realizado una migración interna. Junto a su familia está alquilando una casa a una cuadra y media de donde se levantaba su antigua vivienda. Al día siguiente de su regreso, efectuó la denuncia de robo en la comisaría segunda de San Vicente acompañado por el testimonio de tres vecinos.
Una de las testigos declaró que había visto a un joven llevarse la casa en un camión de fletes, pero que le restó importancia porque sabía que la vivienda había estado en venta meses antes. La policía local, luego de tareas investigativas, halló al joven que se había llevado las maderas: dijo que había desarrollado el trabajo por encargo de un tercero. Alexis de Matos, por su parte, desconoció la declaración de la testigo: dijo que nunca había puesto la casa a la venta.
En paralelo, la comisaría segunda de San Vicente recibió la denuncia de Juan Trinidades, un joven de 18 años. Su versión es respaldada por el hombre que desmanteló la vivienda. Ambos declararon que De Matos le había vendido la casa en febrero por quince mil pesos –de los cuales había abonado diez mil– porque el vendedor necesitaba dinero para viajar a Buenos Aires en busca de prosperidad. Fuentes policiales notificaron a este medio que ambas personas se acusaron mutuamente: Alexis de Matos denunció a Juan Trinidades por robo y Juan Trinidades denunció a Alexis de Matos por estafa.
Ambos jóvenes eran amigos. Se conocen desde hace tres años. “Era mi compinche”, relató De Matos, quien fundamentó su versión de los hechos: “Él dijo que supuestamente yo le vendí la casa, pero yo no vendí nada. Lo dice para salvarse. No existe ningún comprobante ni nada. Además si alguien vende algo, se lo lleva en el acto, no lo va a desarmar tres meses después. Eso es lo que la gente no entiende”.
Se encontraron ayer en la dependencia segunda de San Vicente citados por personal de la comisaría. Allí celebraron un acuerdo. Trinidades, según constata el escrito policial, hizo entrega de los elementos de manera voluntaria para evitar mayores inconvenientes. Hoy De Matos tiene que ir a buscar las paredes, el techo y los tirantes de su vieja casa. En tanto, la causa está siendo investigada por el Juzgado de Instrucción N° 3 de San Vicente.