Jorge Lanata era un periodista consagrado cuando las certezas que tenía se convirtieron en dudas.

Jorge Lanata decía que era periodista porque tenía preguntas. Decía que no había sido un funcionario político, un servidor religioso ni una personalidad crítica porque carecía de respuestas. Se posicionaba en la antítesis del periodismo militante, de aquellos que disponen de reparos y justificaciones prestos a ser aplicados. Explicaba que en su repertorio periodístico solo tenía preguntas por hacer. Decía que era periodista porque había cosas que no sabía. “Preguntar es un modo de desobedecer, de cuestionar. Al objeto o al sujeto que está ahí se le pregunta: ¿sos lo que decís?, ¿sos lo que mostrás?, ¿qué sos? Preguntar es cuestionar y cuestionar es conocer”, firmó en el libro 56 -publicado en junio de 2017-, que escribió para homenajear sus cuarenta años dedicados al periodismo y para revelar pliegos de sus intimidades.

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